
El costo ha sido muy grande, un costo humano, social, político que
pesará por muchos años.
La situación del país que les
espera a los diputados y diputadas de la Mesa de la Unidad Democrática es
difícil. Vivimos los peores momentos económicos, de inseguridad y corrupción,
donde Nicolás Maduro, por su ansia de poder, no está dispuesto para corregir y
compensar los males de su gobierno - que la ciudadanía puso tan claramente de
manifiesto con el voto en las elecciones parlamentarias el 6D- y superar las
dificultades que plantea una conducción presidencial, necesarias e
imprescindibles para determinar con mucha nitidez las estrategias y políticas
de Estado que el país abrazaría con la mirada puesta en plazos y no en la mera
coyuntura.
La Asamblea Nacional, según la
Constitución de la República en vigor, tiene amplias facultades para sancionar
las leyes que corrijan el fracasado modelo populista y dictar una amplia
amnistía que permita liberar rápidamente a los presos políticos y, recuperar la
liberad de expresión y de prensa
gravemente cercenada por los chavistas para predicar sin descanso
abrumador el discurso único, oficial.
Tienen los diputados delante de
la toma de posesión la urgente y delicada tarea de empezar a desarrollar el
plan estratégico legislativo y las propuestas de trabajo ya anunciadas, que
permitirá, en la medida de lo posible, iniciar la reconstrucción del país,
sobre todo, en materia económica sobre bases sanas y estables. No hay razones
para dudar que ello será así, la dirigencia política que integra la MUD
determinará los principios y lineamientos que orientaran el esfuerzo venezolano
en los meses y años venideros y por qué caminos avanzaremos hacia la meta que
los habitantes de este suelo acariciamos: la edificación de un país
institucional previsible y económicamente sustentable.
Los venezolanos tenemos cuatro
años más de una compleja cohabitación con el chavismo en el ejecutivo. Serán
duros, pero el pueblo sabrá enfrentarlos pacíficamente. Se ha recuperado un
poder esencial de la república, una de las tres funciones básicas de un país:
el equilibrio entre los poderes públicos. Poniendo el eje en la moderación y la
serenidad, Venezuela unida regresara a una normalidad extraviada y podrá
comenzar a salir del estado de postración en que la ha sumido el dirigismo
cultural, político y económico chavista con sus perimidas recetas colectivas
Me gustaría expresar un
reconocimiento cabal a la persistencia de los
que creyeron en la unidad y en el cambio posible bajo una salida
pacífica, cívica y eleccionaria. A los que sostuvieron su fe y su convicción
contra viento y marea, resistiendo las impugnaciones de quienes lo
caracterizaron como cobardes, como ciegos o como ingenuos.
Sixto Medina
sxmed@hotmail.com
@medinasixto
Miranda - Venezuela
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