¿Qué
tal si la oposición hubiera firmado el acuerdo de reconocimiento de los
resultados electorales, que inventó el oficialismo? Obsérvense lo ridículo que
hubieran quedado, a propósito de la reacción que han tenido con este revés
electoral; demostrando que son muy malos perdedores: todos los días inventan
una locura; que si el voto nulo; que si el parlamento comunal; que si van a
impugnar ante la Sala Constitucional del TSJ cualquier ley, sobre todo, la de
amnistía; lo que comprueba, además, como se lo hizo ver la oposición, y por eso
no atendió a ese llamado, que ese acuerdo no era más que boxeo de sombra.
Yo
recuerdo la vez que Ernesto Villegas entrevistaba a Leopoldo López, y a ese
colega se le pegó el disco con la preguntadera de que si la oposición estaba
dispuesta a reconocer los resultados, a propósito de uno de esos procesos
comiciales pasados, y López le tuvo que responder en un momento determinado:
-17
veces me has preguntado, que si vamos a reconocer los resultados, y 17 veces te
respondo que sí.
A la
oposición la llenaba de dudas cada triunfo del chavismo; porque las apariencias
que predominaban durante cada evento electoral, signado por el ventajismo
chavista, llamaban mucho la atención, a ese respecto. Aquel Jorge Rodríguez
avasallante; que dominaba por entero todo el panorama electoral; por encima de
su superior, el diminuto Francisco Carrasquero; quien hasta presentaba
problemas de dicción, como se lo hizo ver en una oportunidad Manuel Caballero
en uno de sus artículos, y fue cuando se dijo que, en efecto, el fraude era
indemostrable, pero que se podía considerar que la operatividad en sí de cada
proceso era fraudulenta: aparecían muertos votando; mesas donde había habido
una votación del 99% de los que estaban registrados en sus respectivos cuadernos
electorales, y todos aparecían votando por el chavismo, y con fama de haber de
sacado de allí al testigo de la oposición a punta de pistola.
¿Qué
daban los resultados tal cual lo habían estimado las encuestas la víspera de la
justa electoral? Eso es lo que se ha dicho; aunque en el referéndum de 2004 la
votación que obtuvo Chávez rebasó las expectativas de algunas encuestas, que le
estimaban menos votos.
Fue
entonces cuando el venezolano se volvió escéptico frente al acto del sufragio;
porque se le veía secuestrado en manos de aquel cenáculo de rectores; a quienes
se les decía incluso oficialistas; militantes sin rubor del chavismo, como lo
demostró más de una vez Tibisay Lucena, presentándose a actos públicos con
atuendos y símbolos chavistas; de modo que se produjo aquel fenómeno en las
elecciones de 2005; donde nadie fue a votar. 80 % de abstención, y se puede
decir que de abstención chavista, si tomamos en cuenta que Chávez ganaba con un
60% de los votos. Chávez y que estaba montado en cólera, y fue cuando mandó a
parar el dólar turístico, como una forma de castigar a la clase media; que
había sido la gran protagonista del melodrama, incluido yo, que había viajado a
finales de ese año a Madrid, y me quedé varado en estas circunstancias, aunque ya
ese es otro tema. Momento en el que se dice que se le entregó la AN en bandeja
de plata a Chávez. Pero yo digo aquí que también Chávez sufrió un revés, si
tomamos en cuenta ese margen, con el que él se imponía, y que recuperará en el
2006, y esto porque se dedicará a comprar voluntades, gracias a una renta
petrolera muy opulenta; obviando el famoso precepto de que no hay que repartir
el pescado, sino enseñarlo a pescar.
Hay
quien reconoce que militó en la corriente de abstencionismo con bandera y todo,
y, en ese sentido, había un CNE que incitaba más el fenómeno; que es donde
vemos el efecto del régimen totalitarista, a medida que neutraliza los métodos
tradicionales de manifestación democrática; como es la elección de los cargos
de representación a través del voto; que es lo que se conoce como el mandato de
la voluntad general; al mismo tiempo que se intentan pulverizar a los partidos
políticos, y que fue la gran hazaña de los primeros años del gobierno de
Chávez; gracias a lo cual pudo sobrevivir en medio de grandes turbulencias
políticas; es decir, porque se encontró con unas organizaciones partidistas en
desbandada, mientras asumía la dirigencia de aquel movimiento cívico
contestatario, que se fraguó en esos años, un grupo de personas que no tenían
nada que ver con la política, y que sólo los movía una ambición desmedida;
quedando la ciudadanía a la larga en estado de indiferencia y de apatía; de
modo que en ese año de 2005 no era extraño que se genera dicho fenómeno.
De
ese agujero negro se vino a salir, gracias a la iniciativa de Teodoro Petkoff,
Manuel Rosales y Julio Borges, que asomaron sus precandidaturas, para las
elecciones de 2006; aparte de que del campo internacional se obtuvieron muchas
críticas, ante este espíritu abstencionista, que nos embriagaba frente a unas
circunstancias muy adversas e inexpugnable, como el hecho de tener un CNE, que
actuaba con mucha opacidad y mucha abyección frente al oficialismo, sobre todo,
porque se descubrió que eso no hacía mella para nada en la conducta autoritaria
de Chávez, y quien se ufanaba de que él, más bien, le sacaba partido a eso; que
fue lo que también sacó al venezolano de allí, y comenzar a observar el acto
del sufragio como un plebiscito, con independencia de para qué y por quién se
estaba votando; como una especie de apuesta, a la manera como Pascal apostaba
la existencia de Dios, y entonces decía que Dios era un sorteo; como le pasó a
un vecino de mi edificio, y quien luego de votar en el circuito de El Recreo,
vino a reparar, una vez que le salió el voto de la máquina, que votaba por
Henry Ramos Allup; me contó que, entonces, se tuvo que tapar la nariz.
Enrique Melendez O.
melendezo.enrique@yahoo.com
@emelendezo
Lara - Venezuela
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