Como los adecos del
45 los chavistas purgaron las Fuerzas Armadas de sus altos mandos… pero ahora
la radicalización exige otro sacudón
De nuevo en el
programa de Cesar Miguel Rondón tocamos el tema militar y me hizo una pregunta,
que por razones de tiempo radial, siempre es necesario ampliar. Los militares
en la Administración Pública. Profundicemos entonces. En 1998 parte del
suicidio de los venezolanos, al votar por Hugo Chávez o abstenerse, fue el tema
militar. Lo primero que desconocían es que habían condenado a Venezuela a un
golpe de Estado futuro, porque los enemigos de los golpistas eran quienes
comandaban a las FF.AA. El futuro de los nuevos gobernantes dependía o bien de
que los sacaran del poder o de enviar a sus casas a patadas a miles de
oficiales “demócratas enemigos” o contrarios a quienes habían dado los famosos
golpes, apenas 6 años atrás.
Haber votado por Hugo
Chávez no solo representaba un cambio radical en la transformación estructural
económica y su correspondiente e igualmente lógico colapso económico, sino una
reforma general de las Fuerzas Armadas que significaría la mayor masacre de
carreras jamás emprendida en la era moderna. Nuevamente a la población votante
de Venezuela, en su mayoría conformada por votantes con 6to grado de primaria,
les importaba un comino el impacto económico o militar de una propuesta
radical. Si no se quería un golpe de Estado era necesario depurar cuanto antes
a las FF.AA porque como bien explicaría durante el golpe del 11 de abril el
general Virgilio Lameda, si existía un aspecto personalísimo: “…los generales
de una promoción anterior a Chávez nunca lograron verlo como Presidente, lo
siguieron viendo como un subalterno de ellos”. Para la mayoría de los
venezolanos era el “Comandante Chávez” el hombre que había “liderado” a miles
de hombres contra las fuerzas tiránicas del mal. Pero dentro de los cuarteles
era el muchacho que fue sacado a la escuadra de bomberos, el de la cocina del
cuartel, el jefe de personal, profesor de historia, jefe de deporte y a director de cultura, el
que planificaba los actos de los cantantes de música venezolana como Reina
Lucero y Cristóbal Jiménez.
Por eso Chávez llego
a decir: “la mayor parte de esas promociones nunca me reconocieron como
Comandante en Jefe. ¿Qué me recomendaban algunos y yo no les hice caso? (...)
En 1999 dar de baja a todas las promociones que estaban por encima de la
nuestra, García Carneiro, y yo no quisimos
y ahí está, de ahí vino el golpe de estado”. Había poco que hacer. Si
generaba una purga general, habría golpe de estado en respuesta inmediata. Si
había una purga por plazos, los primeros no serían tan graves, pero el segundo
grupo de purgables daría también un golpe. Así comenzó Hugo Chávez a proponer
la única salida que tenía a la mano para tratar de neutralizar el futuro golpe
de Estado. El resultado ya lo conocemos, miles de oficiales fueron
enviados y se les vio llevando
carretillas de dinero en efectivo en programas colchón, que acabarían con ellos
y otros miles a cargos de escasa importancia en la Administración Pública,
regional o municipal en el mayor deshuese de una institución militar en la
historia de América Latina.
Pero también existía
otra realidad. Tampoco lo sabia mucha gente pero Venezuela se disponía a
retroceder a 1945, pero a lo bestia. Y lo voy a explicar con un recuerdo
memorable conversando con un gran amigo de mi padre Enrique Tejera París
(QEPD), quien contándole mis desventuras sobre lo que veía a nivel
institucional en aquel momento, me explicó algo que me dejó helada: “Cuando
llegamos al poder (1945) no había con quien gobernar, porque casi todos los
empleados eran fichas de los dictadores, no teníamos técnicos, ni expertos en
algún área y tuvimos que recurrir a la guía telefónica: “¡Disculpe la llamada,
somos del nuevo gobierno y necesitamos su ayuda, ¿Usted qué hace?” algo que
finalmente expuso en sus maravillosas memorias como “el reclutamiento
ministerial con la Guía Telefónica”. Era otra Venezuela, con apenas 48.600
empleados contando a las Fuerzas Armadas cuya Academia apenas graduaba a unos
25 oficiales al año. Había apenas unos 5 mil empleados en los Estados y no
llegaban a catorce en cada municipio del país. “Ellos –me explicaba Tejera
Paris- prescindirán de todo baremo porque solo pueden escoger lo mejor y los
cuarenta años formaron a los mejores. Lo pueden ganar los de la cuarta (...)
así que lo harán a lo bestia” ¿Cómo? le pregunté: “simple, el que tiene
preparación como mensajero o chofer, será el director”.
Y aquí le voy a
contar un secreto para todos aquellos que anhelan a un “independiente” de los
partidos políticos en el poder. Todo candidato que exprese que hará grandes
cosas en sus primeros 100 días siempre les ha mentido y mentirá, porque
usualmente los primeros 50 días se invierten principalmente en los cambios de
gabinete y dentro de estos los directores generales y directores sectoriales,
los otros 50 se invierten en contabilizar lo existente para saber con que se
cuenta. Si usted tiene cuadros técnicos en su partido y Usted está dispuesto a
aceptar los técnicos de los demás partidos (democracia) le será muy fácil, pero
en el caso de Hugo (o de algún independiente) que no contaba con muchas
personas con experiencia, aquello fue la locura.
Por eso el tema
militar en la administración pública no solo provenía de la idea de neutralizar
los peligros, sino de llenar las vacantes de cargos públicos, luego de apelar
en primera instancia a los cuadros comunistas, mas formados en propaganda y
subversión urbana que en alta gerencia y haber agotado a cuanto primo, tío o
cuñado existiera. En fin, un 1945, pero a lo bestia.
Y me voy a explicar
mejor con respecto a esto último. El problema es que si Usted le pregunta a
cualquier venezolano si le parece bien que sean “los ingenieros” los que
gobiernen, el venezolano le dirá con objetividad que dependerá del ingeniero,
porque los hay buenos, mediocres y malos, lo mismo ocurriría si le preguntara
sobre los médicos o los abogados porque no es un tema de gremios, sino de
personas y capacidades. Todos sabemos, por experiencia básica que los
excelentes son escasos, los buenos pocos y los mediocres abundan. Pero si le
preguntaba en 1999 sobre “los militares” el venezolano, por desconocimiento,
habría faltado a su propio sentido común y le diría que eran los que estaban
“mas capacitados” y puertas adentro de la institución como son venezolanos,
pensaban lo mismo “los militares somos los mejores gerentes”.
Y eso es
precisamente, lo que el mundo civil debe entender, en el mundo militar lo que
entran son civiles, para ser formados en los asuntos de defensa, por eso hay lo
mismo que en todos los gremios, personas que no tienen vocación y quienes sí la
tienen. Hay profesionales excelentes, buenos, mediocres y malos exactamente en
la misma proporción que en el resto de los gremios y en el caso que nos ocupa,
si las instituciones venezolanas estaban en el piso, pues todas las demás
estaban en similares condiciones. Por eso nuestro problema no son los
militares, nuestro problema son los civiles y en especial quienes entran al
mundo militar, como vía expedita para alcanzar los mayores ‘rangos’ de la vida
civil, porque cuentan con que saber disparar un tanque, o simplemente estar
armado les garantizará ser “el mejor gerente”. Así que voy a dejar constancia
por escrito de mi opinión sobre los militares en la administración pública,
existieron individualidades extraordinarias, algunos gerentes estupendos,
muchos buenos y una enorme cantidad de mediocres que arrasaron con todo a su
paso. En fin lo mismo que hubiera pasado con cualquier otro gremio, sin
experiencia realmente gerencial.
Hoy Maduro nos dice
que se volverán a los cuarteles al grito de Militares ¡Go Home! No saldrán los miles que están en la
administración pública sobre todo en los niveles medios de las empresas,
gobernaciones y alcaldías en manos de militares porque en un ejército que solo
tiene 5 divisiones y una Armada con unos pocos barcos donde ya todos “están
completos”, como dice la canción “No hay cama pa’tanta gente”, pero sobre todo
porque durante 17 años les masacraron las carreras a miles de oficiales.
Una segunda lectura
me indica que se trata únicamente de los ministros y alto funcionarios
militares que le incordian y quiere colocar a sus fichas allí. Maduro se va a
radicalizar económica, productiva y financieramente y la mayoría militar en
esos cargos, no es radical. Maduro no solo tiene a la oposición (hoy mayoría)
en contra, a la Asamblea Nacional, al liderazgo Chavista y a buena parte de la
izquierda pensante, sino que sus radicales le exigen que se deslinde de la
“derecha dentro de la revolución”. Por eso hay que esperar el tercer “Sacudón”,
en el primero salieron los ministros chavistas (Giordani y Cia), en el segundo
salió Ramírez y de acuerdo a la composición final del nuevo gabinete veremos si
la tercera pata del triunvirato habrá salido más fortalecido o por el contrario
esas presiones del madurismo habrán logrado su punto de honor.
Thays Peñalver
thays.penalver@me.com
@thayspenalver
Caracas - Venezuela
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