martes, 22 de diciembre de 2015

ERNESTO GARCÍA MAC GREGOR, NO PONGAS LA OTRA MEJILLA

Es cierto que se deben tomar todas las medidas de prudencia y evitar resbalones con las conchas de mango de provocaciones que lanza este gobierno moribundo. Lo primordial es no entorpecer el ya difícil camino de la reconstrucción del país. Pero también es cierto, que de una vez por todas, se les debe dar un parado a todos esos insolentes que reiteradamente han humillado y ridiculizado a todo aquel que piense diferente.

Todo comenzó con la ordinariez de Chávez, su antología del mal gusto y la chabacanería  impropia de un Presidente. Sus acrobacias verbales siempre traspasaban el punto que separa lo sublime de lo ridículo merecedoras de aquel ¿por qué no te callas? Luego vinieron los desplantes, señalamientos y ridiculizaciones, vomitadas con alevosía, sarcasmo, sadismo y ensañamiento. Con pito de árbitro en boca, botó a los petroleros al tiempo que les gritaba burlonamente “fuera”. De seguida los “exprópiese” de miles de empresas, “pongan a esa jueza presa”, “te voy a mandar preso desgraciado” y cientos de tropelías más preñadas de resentimiento social.
Cómo olvidar la vulgaridad de La Hojilla, manantial cotidiano de odio con su sórdido léxico descalificador, lleno de amargura, represalia y sobre todo, de envidia por el bien ajeno. Aquel "¡Uh, ah, Chávez no se va!" de los jueces del TSJ. Las interminables cadenas y programas de TV y radio, chatarra intelectual donde imperaba la soberbia del ignorante.
Convirtieron el parlamento en una gallera donde se ensalzaban los ultrajes y hasta agresiones físicas a los diputados de la democracia, ante la mirada complaciente y cínica sonrisa de los oficialistas. Todo esto ocurrió semana tras semana, año tras año.
 Ese discurso divisor y destructivo fue acumulando rencor, tirria y revancha durante esos largos 17 años. Hasta que por fin, toda esa energía negativa con la que el chavismo intentó impactar a la sociedad, se le revirtió como poderosa fuerza para su propia destrucción.
Aún no se convencen que ya no son mayoría, que el encantador de serpientes ya no está, que no pueden combatir a tres cuartas partes de la población. Ya basta de poner la otra mejilla. Que oiga quien tiene oídos
Ernesto Garcia Macgregor
garciamacgregor@gmail.com
@garciamacgregor

Zulia - Venezuela

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