El 2016
debe ser el año de la reconciliación de la familia venezolana. Es hoy el clamor
de las mayorías y, será así, aun cuando los dos hombres que controlan el poder,
sigan buscando pleitos y a pesar que persista la conflictividad social y
política, motivada por los graves problemas económicos y sociales, tales como
la escasez, la inflación y la inseguridad. Lo importante en todo caso, es que
comienza a verse la luz en el túnel.
No
olvidemos que todavía ellos controlan el poder ejecutivo y en medio de la
tranquilidad y el sosiego que despiertan los aires de cambio, veremos a Maduro
haciendo gala de sus sandeces y de su incapacidad y a Diosdado altanero y
amenazante, tratando de crispar el clima político. Pero esta vez, la violencia
verbal, un estilo que siempre les favoreció, surtirá el efecto contrario. Esta
dupla no ha asimilado el deslave ocurrido el 6 de diciembre y de continuar con
esa conducta, aceleran los pasos hacia su salida definitiva del poder.
Sin
embargo, hay que armonizar el clima político, restituir la confianza en el país
y buscar soluciones a los graves problemas que nos aquejan. La nueva Asamblea
Nacional puede contribuir en esa tarea, enalteciendo el respeto como norma de
convivencia, presentando leyes para la emergencia y medidas para adecentar las
instituciones, frenar la corrupción y lograr la repatriación de miles de
millones de dólares ubicados en bancos extranjeros, apropiados indebidamente
por potentados enchufados. En ese orden, deberá reformar algunas leyes viciadas
y derogar otras; producir cambios en la política del TSJ, del CNE y del Poder
Ciudadano; desmontar la hegemonía comunicacional del régimen; ponerle freno al
proceso de destrucción de PDVSA y la CVG; reducir en forma sustancial el gasto
militar y renegociar la deuda externa, que ocupa un porcentaje muy alto del
presupuesto nacional.
Asimismo,
ha de producirse un proceso de recomposición de las fuerzas políticas y
sociales, mayor intensidad y pluralidad en el debate sobre los problemas de
educación, salud, seguridad alimentaria y servicios públicos; honrar la lucha
de los universitarios y promover mayor respeto a la autonomía de las
organizaciones sociales; se espera la libertad de los presos políticos y el
regreso de los exiliados; se tratará de normar las disputas por el liderazgo y
la hegemonía en la oposición, mientras que el PSUV y el Polo Patriótico
sufrirán un descalabro descomunal, alimentado por la sordera, ceguera y
terquedad de Maduro, quien tuvo el tupé de culpar al pueblo por la derrota
sufrida.
Todo
indica que el gobierno ha trazado el rumbo de su aislamiento. Con el chantaje y
las amenazas, se produce el efecto búmeran y un cambio de mirada y escucha de
sus seguidores. Si a ello se agrega la amplitud de espacios de participación;
la reducción de la autocensura de los medios; la puesta en escena de casos
ocultos de corrupción, perpetrados por mafias, que disfrutaban de los dineros
públicos en forma inmisericorde, mientras le ofrecían villas y castillos a la
gente, pues de seguro se abrirá aún más el espectro para los cambios.
Le
corresponde al liderazgo opositor y a los nuevos diputados, aparte de legislar
y controlar, elevar su compromiso social, acompañar a la gente en sus reclamos;
involucrar a todos los sectores del país en el diálogo social; dar el paso
inicial para la reconciliación y convertir el discurso de la unidad en un hacer
político cotidiano.
¡FELIZ
2016!
Golfredo
Davila
golfredodavila@gmail.com
@golfredodavila
Zulia -
Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario