La instalación de la
junta directiva presidida por el experimentado y competente diputado Henry
Ramos Allup estuvo plagada de pequeños incidentes provocados por la minoría oficialista
que no podía entender -y mucho menos aceptar, que ya no eran el factor
dominante y excluyente en la Asamblea.
En ese acto solemne
se vieron rostros distintos de Venezuel, uno vociferante, con una retórica
reiterativa que atribuye todos los males del país a una inexistente guerra
económica, y que insiste en calificar a la nueva mayoría como una derecha
genuflexa a intereses foráneos y otro que, sin discursos altisonantes, presenta
al país una agenda de cambios políticos, económicos y sociales, pero sobre todo
la recuperación de la institucionalidad y de la división de poderes del Estado.
El retiro de la
bancada oficialista del hemiciclo, por una supuesta violación al reglamento de
debate, en realidad fue una muestra de intemperancia y la incapacidad de sus
miembros de desempeñar las labores parlamentarias, acostumbrados como estaban a
simplemente acatar lo que el poder ejecutivo exigía de ellos.
El camino hacia la
plena recuperación de la democracia no será fácil porque la minoría
gubernamental hará lo imposible para tratar de impedirlo, sin embargo, los
diputados de la oposición bajo la dirección de Ramos Allup y de Julio Borges
lograrán con inteligencia, tenacidad y paciencia superar, uno a uno, los
diversos obstáculos, y rescatar en paz el libre ejercicio de la democracia en
nuestro país.
En Venezuela hoy hay
razones suficientes para creer que el cambio va y que democráticamente
podremos, al fin, retornar a la civilidad que se perdió en estos años de
oscurantismo destructor.
Enviado a nuestros correos
por
Emilio Figueredo
Planchart
emilio.figueredo@analitica.com
@efigueredop
Caracas - Venezuela
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