La tendencia totalitaria de un
sector del gobierno tendrá que enfrentar a más del 80% de los venezolanos que
no sólo manifestaron en diferentes
encuestas que prefieren el sistema democrático, sino que también votaron el 6 de diciembre por una Asamblea Nacional
con mayoría calificada de la Alterativa Democrática, con lo cual les cierran el camino, a los que aspiran
perpetuarse en el poder e imponer una
dictadura con fachada legal.
Esa mayoría de venezolanos se formó en el período
democrático denominado la IV República, después de derrotar a la dictadura del
General Pérez Jiménez, quien gobernaba a nombre de las Fuerzas Armadas. Esa
inmensa mayoría, más los jóvenes que sufren los embates del autoritarismo,
también incluye un buen porcentaje de chavistas que votaron por el actual
Presidente, en la creencia de que la
situación personal de ellos mejoraría en
cuanto a bienestar social y económico, preservando las libertades públicas. De
allí su respuesta a los encuestadores cada vez que los interrogaban en los
sondeos de opinión que hacían especialistas en la materia, y el voto castigo a
la Administración de Maduro por el desastre económico, social y político al que
condujo al país.
La tendencia totalitaria aún
es un peligro real porque el Presidente todavía
concentra en sus manos y en su voluntad
los poderes Judicial, Ciudadano y Electoral, que en una democracia
funcionan con independencia sin dejar de cooperar en la realización o
materialización de cada uno. Los pasos que han dado algunos ministerios orientados
a la imposición de un pensamiento único,
pusieron sobre aviso a importantes sectores de la sociedad.
La elección de una
Asamblea Nacional Autónoma, cuya mayoría democrática ha manifestado su firme
decisión de ponerle fin al presente gobierno por la vía constitucional, cesará
la intervención directa del Estado en
actividades como la estatización de la economía, el control de la
cultura, la educación con especial referencia a la disposición a liquidar la autonomía universitaria, y la
función institucional de la Fuerza Armada para convertirla en el aparato
militar del Partido del Presidente de la República.
Y aunque lo más evidente es el
militarismo, contrariando incluso el pensamiento de Bolívar a cuyo nombre dice
actual el Jefe del Estado, porque el Bolívar
civilista creador de constituciones republicanas ha sido anulado, la
marcha hacia el control total de la sociedad
unió a la izquierda y a la derecha democrática, para ponerle un valladar
cívico a la hegemonía personalista y a la llamada dictadura perfecta, por su
apariencia legal.
Por tales y muchas
otras razones, para evitar males mayores resulta imprescindible, iniciar un
diálogo constitucional, después de las elecciones parlamentarias, entre
representantes del gobierno y de la oposición, para restablecer el Estado de
Derecho. Para ello es necesario dejar de lado a los talibanes y extremistas del
oficialismo y de la oposición, que desde posiciones muy cómodas, por lo general exclusivamente
teóricas, les piden a los líderes que conducen la administración pública y la
lucha por un cambio democrático, que radicalicen sus enfrentamientos.
Cualquiera sea la conducta del impopular Presidente Maduro y de su incapacidad para seguir al frente de
la nación y resolver los problemas
fundamentales que afectan a la mayoría de los venezolanos, los demócratas
debemos seguir indisolublemente vinculados y apegados a las soluciones
establecidas en el texto de la Constitución Nacional vigente.
En política el
diálogo, como se realiza entre los
colombianos, se establece entre factores de poder, que generalmente tienen profundas diferencias ideológicas en cuanto a la conducción del Estado, con la
finalidad de normalizar la vida política, económica y social de la nación. Por
eso las conversaciones se adelantan en
Cuba entre representantes del gobierno del Presidente Juan Manuel Santos y las
FARC, previo acuerdo de que el mismo tiene como objetivo buscar y encontrar la
paz definitiva en el vecino país.
En nuestro país,
afortunadamente no estamos en guerra, pero existen peligrosas
manifestaciones de violencia en los
barrios populares entre bandas armadas de diferentes signos, aunque con
predominio del hampa y de colectivos
armados que también amenazan a la clase media y a toda la población. Sin
embargo existe un estado de permanente violación, por pate del gobierno, de la
Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, que en nuestra
opinión requiere un diálogo de interés nacional, para restablecer el Estado de
Derecho.
De no lograrse dicho diálogo, ya lo anunció el veterano, inteligente y
corajudo Presidente de la Asamblea Nacional, Henry Ramos Allup, de acuerdo con
lo aprobado por la Mesa de la Unidad (MUD) se aplicará lo establecido en la
Constitución Nacional vigente, en lo relativo al cambio de gobierno.
Juan Paez Avila
jpaezavila@gmail.com
@jpaezavila
Miranda - Venezuela
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