El discurso era salpimentado con
menciones a la importancia del agua, a la riqueza de nuestras cuencas, a
nuestros portentosos ríos y la fortuna que tiene nuestro país que en una época
signada por las guerras por el agua, nosotros contamos con importantes reservorios.
Nada más lejos de la verdad y con
esta aseveración quiero alertar a todos los venezolanos y organismos
conservacionistas internacionales, para que pongan la lupa en Venezuela, los
informes que envía el gobierno a las instituciones que tutelan la salud del
planeta como son los programas Agendas de la ONU, no resisten el análisis más
elemental y hay que darlos por información basura.
Los índices y cuentas ambientales
que nuestro gobierno somete a las instituciones internacionales están
seriamente afectados por su necesidad política para no ser rechazado como
garimpeiro, que es su verdadera naturaleza, las autoridades ambientales del
gobierno de Maduro simplemente están diciendo mentiras.
El inventario natural de
Venezuela se encuentra seriamente comprometido con una revolución de carácter
social, que implica el provecho y explotación de esos recursos para satisfacer
necesidades primarias de la población sin ningún control por parte del gobierno,
el simple hecho que el Ministerio del Ambiente haya sido eliminado y sustituido
por diversos ministerios (de vivienda y hábitat primero, luego por uno del agua
y ahora por otro de eco-socialismo y agua, hablan de la gran confusión generada
por estas políticas erráticas), que lo que han resultado es en una acelerada
perdida de nuestro patrimonio natural.
Las principales cuencas
hidrográficas del país están seriamente afectadas por intervenciones humanas
sin control e ilegales, el Estado no tiene la capacidad de respuesta como
custodio de tales reservas, ni cuenta con los medios materiales y tecnológicos
para hacerle frente a una destrucción sistemática causada por intereses
nacionales y foráneos en minería y productos forestales.
La necesidad financiera del
estado, luego de haber malgastado en corrupción las ingentes sumas de dinero
producto del boom petrolero anterior al año 2012, está volviendo a la mala
práctica de entregar en concesiones a países extranjeros, enormes territorios
para la explotación minera y agrícola sin ningún reparo por las normativas
ambientales.
La agricultura sin control y el
aprovechamiento de los recursos naturales por parte de grupos humanos sumidos
en la pobreza son políticas de Estado, le es más fácil al gobierno nacional permitir
la depredación de las áreas protegidas que atenderlos adecuadamente con
inversiones sociales necesarias.
Las invasiones, el crecimiento de
asentamientos humanos sin control y una explotación indiscriminada de recursos
naturales por parte del Estado conforman un cuadro crítico que hay que atender
de inmediato.
No se está cumpliendo con las
normativas ambientales y a pesar que el gobierno decreta nuevas áreas
protectoras, son letra muerta, la guardería ambiental solo se ejerce para
proteger ocupaciones ilícitas y los proyectos desarrollistas del gobierno.
Los cambios dramáticos de
microclimas locales producto de las deforestaciones, los problemas sanitarios
que se han producido por el pésimo manejo del ambiente, la perdida acelerada de
la biota y la contaminación de fuentes de agua potable producto de la actividad
petrolera son algunas señales de alarma.
Lamentablemente una parte
importante de las ONG ambientalistas del país, dependen en su funcionamiento
del gobierno y callan para no perder sus financiamientos.
Si seguimos permitiendo que las
aguas en Venezuela se sigan envenenando y sus tierras se desertifiquen, es
probable que nos convirtamos en un segundo Haití, en un desolado yermo, con un
mar muerto.
No me cansaré de repetirlo,
Venezuela tiene la urgente necesidad de que por lo menos 10% del ingreso bruto
por petróleo sea invertido en ambiente, la nueva asamblea debe estar consciente
del riesgo que estamos corriendo, en medio de nuestra crisis socioeconómica lo
más fácil de sacrificar es el ambiente,
y seguir el patrón de comportamiento chavista, sería la ruina de nuestra
propia casa.
Hay que reconstruir un Ministerio
del Ambiente moderno y capacitado con la mejor tecnología disponible, ese 10%
de la renta petrolera invertido en el ambiente, estoy seguro creará una gran
cantidad de empleos, empresas y mercados en el medio de energías alternativas,
agua potable, recursos forestales, acuacultura, investigación oceanográfica y
atmosférica, conservación, germoplasma, investigaciones farmacológicas, prospección
minera y en la elaboración de un rico material para comunicaciones (televisión,
cine, fotografía, etc.), hay cantidad de ecosistemas que debemos rescatar,
hacer terraformación, poner en cuarentena, intervenir para desintoxicarlo,
reforestar, desocupar, descontaminar y repoblar con sus especies autóctonas,
hoy en peligro de extinción.
Los más urgentes problemas
sanitarios del país inevitablemente se tocan con el ambiente, el problema de la
disposición de los desechos sólidos de nuestras grandes ciudades debe ser
resuelto a la brevedad, de manera profesional, científica y comercial, con
igual criterio hay que atacar el problema del agua, tanto la producción de agua
para el consumo humano como de las aguas servidas y su tratamiento.
Construir un Ministerio del
Ambiente con miras al siglo XXI es una necesidad perentoria, afortunadamente
contamos con el recurso humano calificado para llevarlo a cabo, preservando
nuestra calidad de vida que, siempre ha sido de las mejores del mundo, excepto,
por este infernal intermezzo socialista. –
Saul Godoy Gomez
saulgodoy@gmail.com
@godoy_saul
Miranda - Venezuela
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