miércoles, 6 de enero de 2016

JESÚS ALBERTO BARRIOS R., PRESERVAR LA UNIDAD.

La voluntad del pueblo ha sido ponerle un freno a la corrupción y  la ineficiencia de un gobierno que nos sumergió en la peor crisis de la historia. 

La mayoría calificada de la Asamblea Nacional producto de la voluntad popular  tiene el compromiso político de corregir los excesos del Estado facineroso. Nos corresponde preservar  la unidad  para no dar tumbos y marchar juntos en la dirección correcta del cambio prometido. 
Para restablecer la institucionalidad del Estado venezolano comenzando  por la Asamblea Nacional  como instrumento de cambio político,  con el  propósito de hacerlo más eficiente y auténticamente representativo de la voluntad del pueblo. 
Este año  2016  la crisis económica y social  será muy fuerte y la situación política más afanosa. Viene  una intensa  confrontación  desarrollada  por el gobierno, conflicto entre los poderes,  y fuertes apremios en los sectores sociales  por la escasez, la inflación y la carestía.  Necesario  es  preservar la  unidad.    
El canibalismo político y la utilización de la violencia junto a la estrechez mental, contribuyen a la confrontación que lleva a la ingobernabilidad. Por el camino de la violencia no vamos a ninguna parte; los problemas del país son demasiado serios como para pretender taparlos con criterios autoritarios. 
El caso de Venezuela ha sido presentado como un modelo de inestabilidad política y social, con un trauma de un “proceso revolucionario” violento y afincado en un modelo fracasado. 
El reto de Venezuela en este momento consiste justamente en superar las dificultades de esta triste realidad. Se trata de fortalecer nuestros valores, de asimilar la lección de la crisis actual y comprometernos a abordar esa realidad. 
La actitud del gobierno frente a los resultados electorales del 6 de diciembre, constituyó un hecho de extrema gravedad. Manifestó una actitud intolerante, arbitraria y prepotente, y al mismo tiempo reveló una hipersensibilidad frente a la derrota inesperada. Situación ésta tanto más grave si tomamos en cuenta que se trata de un gobierno que tenía el dominio del poder legislativo y que por tanto no podría ser controlado en su administración ante el horrendo flagelo de la corrupción. 
Ante esta situación, el poder ejercido arbitrariamente, sin respeto por los valores éticos fundamentales, conduce siempre al precipicio de la derrota, como ocurrió el 6 de diciembre. Felizmente el pueblo habló. Ahora nos corresponde preservar la unidad.
Jesús Alberto Barrios R.,
jesusalbertob@hotmail.com
@jesus_albertob
Carabobo - Venezuela

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