El mensaje no
llegó. Al pueblo no se le engaña con
proyectos fabricados en las horas agónicas del hundimiento del barco, así quedó
demostrado el 6 de diciembre. Una vez
más, Nicolás Maduro recurre a la estrategia engañosa creando nuevos
ministerios, jugando al enroque y haciendo su ejercicio retórico donde, más que
generar confianza en la población siembra mayor pesimismo por su frecuente
lenguaje soez y amenazante que en vez de contribuir a refrescar el ambiente
excesivamente caldeado aleja el diálogo que está reclamando el país para
enfrentar los graves problemas que golpean con rudeza a los venezolanos. Parece ser que el señor Nicolás, acostumbrado al derroche de la
ineficacia, llegó a imaginar que el poder sería eterno, apoyado en
instituciones obedientes y en la hegemonía comunicacional, forzando el cierre
de medios escritos y radiales mediante
el agotamiento del papel o negando las concesiones vencidas.
El problema de
nuestro país, que siempre fue respetuoso del derecho a la propiedad es que le
han cerrado los caminos a los inversionistas que son los principales
empleadores; de allí la estampida del
capital privado y el cierre de empresas
-por la alcabala de las divisas- lo cual ha multiplicado el desempleo y el triste espectáculo de los
anaqueles vacios en el comercio regular. No es con campañas intimidatorias que llegan las señales de confianza que Venezuela necesita transmitir
hacía el mundo exterior. Esa confianza cumpliría su cometido, dejando a un lado
el concepto pulpero que ha implantado el
gobierno -a través de sus mercales- generando políticas que permitan a las
empresas tener acceso a la materia prima y reactivando las 1200 compañías que
fueron nacionalizadas, hoy sin producción regular y con sus estructuras
destartaladas.
"Tarde piaste" presidente: no hay
tiempo para la improvisación. La
política económica que con urgencia reclama el país está en el sector privado,
en los hombres de negocio y sin debilidades socialistas. Resérvese esa escogencia de su ciega
confianza para que le saque mayor brillo a la ineficacia que es lo que ha
caracterizado a su gobierno y le servirá
de consuelo en la tristeza que se
avizora, por ser usted -junto al difunto vivo- los responsables de que la
Venezuela rica de ayer, la convirtieran en lo que es hoy: una nación pobre.
Luis Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr
Carabobo -
Venezuela
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