Como he referido en
oportunidades anteriores, lo cual es menester repetir por insistencia terca
para la restauración de la independencia
de los poderes que integran el Poder Público Nacional; desde hace más de quince
años, Venezuela dejó de ser en la región latinoamericana y en el mundo el
Estado social, de derecho, propulsora de la defensa de la persona y el respeto
al ejercicio democrático de la voluntad popular, para convertiré en nación
asiento de la arbitrariedad gubernamental, donde el nepotismo; el
autoritarismo; el culto a la figura del superhombre y el personalismo
exorbitante de los que ejercen funciones públicas, en forma caprichosa sin
respeto a la ley, se han hecho posesos de la soberanía y la voluntad ciudadana.
Producto de la
entronización en el poder, de un gobierno con estirpe de cabida mayoritariamente militar e ineficaz, donde el
latrocinio goza de impunidad encubierta; la pobreza al incrementarse nos
presenta cuadro de ostensible miseria y la madre de la corrupción da constancia
evidente, que implica a funcionarios civiles y militares como poseedores de
inmensas e incontrolables riquezas súbitas, lo que ha forzado a calificados
dirigentes del partido oficial a sostener en reuniones autocríticas: “El que la
situación seguirá agravándose en el año 2017; que lo mejor es informar a la
población sobre las causas y magnitudes del problema”.
Sin temor a
equivocarnos, la situación de crisis estriba en que los llamados nuevos ricos
“mafia de los corruptos”, a expensas del tesoro nacional han envilecido el
bolívar, haciendo inalcanzable el dólar; como inalcanzable lo que hemos dejado
de producir.
La profundización del
fracasado proceso “charlatán”, liderado en principio, por el ex presidente
fallecido, continuado por el albacea designado, incrementa la pobreza a diario,
llegando a convertirse en la mayor tarea de supervivencia, con marcada
tendencia de permanencia por la falta de capacidad y experiencia, que crea
tensiones y conflictos; a la vez que rechaza el desempeño nefasto de Nicolás
Maduro y sus ministros en el ejercicio de las funciones públicas.
Tan insostenible
situación política, económica, social contrasta con la austeridad y el
desarrollo que hubo de consolidarse en los mandatos precedentes al actual
gobierno, los que a partir de 1958, sucedida la caída de lo que dio en llamarse
nuestra última dictadura, cumplieron con la obligación de asegurar la
integridad de la Constitución de manera inexorable.
El socialismo
“demodé” del siglo XXI, en forma atípica, contrarrevolucionaria, ha ganado la
batalla de profundizar la desunión en la familia venezolana. Su dirigencia
ausente de sindéresis, sin dialéctica alguna, en forma autoritaria se niega a
entender que en el Estado de Derecho pautado en la Constitución, el que preside
el Poder Ejecutivo no puede estar por encima de los ciudadanos, que lo han
elegido, gobernado sin ningún otro poder que pueda hacerle CONTRAPESO,
indiferente a lo prescrito en la carta magna, de la cual han hecho uso
flagrante, olvidando que es: “La norma suprema y el fundamento del ordenamiento
jurídico” por mandato de nuestra última Asamblea Nacional Constituyente.
Parejo al Estado de
Derecho surge la división de los
poderes, anteriormente en forma
clásica constituida por: Poder Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial;
extendidos actualmente a cinco con la inclusión del Poder Ciudadano y el Poder
Electoral, lo que se llevó a cabo por expresa voluntad de evitar la
concentración excesiva de poder en una sola persona o grupo. Tal evolución de
nuestra normativa constitucional se apoya en el concepto de democracia,
íntimamente ligado al Estado de Derecho, que nos hace comprender como ha venido
sucediendo por fortuna, que el pueblo tiene el poder y lo ejerce mediante
elecciones cuando elige a sus representantes, lo cual no admite otra
interpretación conceptual, que no sea el de la intangibilidad de los poderes
públicos.
La inefable e infortuna intransigencia, de los
que persisten en imponerle a los venezolanos una supuesta conformación ideológica
de “desechos fascistas” para perpetuar el fracaso, es indolente y torpe al no
querer comprender, como han comprendido en otras partes del mundo, sectores que
habían sido irreconciliables, que las condiciones que configuran la democracia,
para que sea efectiva, requiere el contrapeso entre posiciones que puedan
sucederse; que le exige a sus protagonistas luchar por los cambios
institucionales que fueren imprescindibles; así como entender la vigencia del
consenso es el producto de actitudes divergente.
Lo anteriormente
expresado, no ha sido obedecido por nuestro presidente; “por mala leche”
durante un tiempo bastante largo, la Asamblea Nacional dirigida por un capitán
perteneciente a la “burocracia militar” advenido a la política, dejó de ser la
institución parlamentaria y deliberante que era antes de la llegada al poder
del actual e incompetente régimen, cediendo la facultad de hacer leyes, las
cuales vienen siendo elaboradas por Maduro, mediante la habilitación continua.
Empero la situación
se ha revertido; la subordinación a Maduro y Diosdado ha dejado de continuar,
los opositores al oficialismo, cuentan con mayoría calificada, siéndole posible
imponer los cambios necesarios que permitan avanzar, recuperar las autonomía de
las instituciones, hacer las leyes y también modificarlas, facultad que implica
la posibilidad de regular en nombre del pueblo los derechos y obligaciones de
sus habitantes en concordancia con los principios pautados en la Constitución;
y, el FACTOR GOBIERNO, representado también en el hemiciclo parlamentario por
un importante número de diputados, debe prestar su compromiso bolivariano con
la colaboración necesaria y pulcra para que se ejerzan funciones de control
mediante la interpelación, declarar la responsabilidad política y solicitar las
acciones a que haya lugar para hacer efectiva la responsabilidad; como la de no
olvidar que dentro de las condiciones sociales que configuran la democracia, se
encuentra el derecho a DISENTIR, para el alcance del CONSENSO.
Rafael Rodríguez
Mudarra
1rodriguezmudarra@gmail.com
@Ramudarra
Unión Republicana
Democrática
Caracas - Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario