En mi artículo de la
semana pasada mencioné que el programa de actividades del Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas para el mes de febrero contemplaba que el ilegítimo
presidiría en ese órgano un “debate abierto” sobre el tema del respeto de los principios
y propósitos de la Carta de la Organización. Esta información la publicó el
informe de actividades del Consejo.
El debate tuvo lugar
efectivamente el pasado lunes 15 de febrero, pero el ilegítimo no asistió, se
le enfrió el guarapo. No se atrevió a
presentarse ante un coro de “gallos” diplomáticos veteranos y experimentados y
de expertos consagrados en los temas y asuntos de las Naciones Unidas y además,
en presencia del Secretario General de la Organización
Quien presidió el
debate fue la cancillera. Lo primero que se me vino a la mente fue: mucho
camisón pa’ Petra. Que esa señora se siente, aunque fuera sólo por un día, en el sillón del presidente del Consejo de
Seguridad, donde se han sentado ilustres diplomáticos venezolanos como Carlos
Sosa Rodríguez, Andrés Aguilar, Simón
Alberto Consalvi, Diego Arria, ¿y por qué no?, Adolfo Taylhardat, es un agravio
al propio Consejo de Seguridad. Es cierto que aparte de ella, durante el mes de
febrero ese sillón lo está ocupando el hampón exministro de energía y
expresidente de PDVSA, pero eso es producto de la de la rutina de la rotación de la presidencia de
CS.
Como directora del debate la señora Rodríguez
se limitó a sostener e insistir en las acostumbradas necedades que habría dicho
el ilegitimo si hubiera participado. Como era de esperarse, se dedicó a repetir
la consabida cantinela chavo-madurista de la no-injerencia, el respeto por la
independencia nacional (cual independencia nacional si Venezuela es hoy una
colonia de los cubanos), el derecho de los países a la cooperación
internacional (como la que el régimen anda mendigando en la comunidad
internacional convirtiendo a Venezuela en mendicante), la responsabilidad de la
“ dominación imperialista” como causante de los conflictos internacionales, la
guerra económica, etc.
Una de las
genialidades que dijo fue que la ONU debe adaptarse a la soberanía de los
pueblos, que es necesario que la organización “adapte su organismo y se someta
a la soberanía de los pueblos que claman porque su voz se escuche y sea
respetada”.
Decir esto es nada
menos que un despropósito, una pretensión de invertir los términos, cuando lo
que se estaba debatiendo era la obligación de que los países cumplan plenamente
los propósitos y principios de la Carta que, es precisamente la esencia medular
de la organización.
Otra de las
genialidades que soltó fue la siguiente: “Los países de América en la
actualidad están sufriendo la desconfiguración (sic) de sus estados
nacionales”. ¿Quien puede traducir esto en cristiano?
Afirmó que “los
conflictos hoy día no están referidos solamente a confrontaciones bélicas,
también abarcan el sicariato económico, las guerras psicológicas el
estrangulamiento financiero y económico que impactan negativamente en la
inestabilidad de los países” y pidió que esa situación “sea abordada por el CS
para permitir a los Estados Miembros convenir nuevos enfoques de carácter
multilateral, en el marco de los propósitos y principios de la Carta, que
puedan dar respuesta a las situaciones que puedan derivarse de las amenazas a
la soberanía e independencia política de los países”
¿Quien entiende? Por
un lado clama por la no injerencia y por otro pretende que el Consejo de
Seguridad extienda su competencia a problemas estrictamente domésticos como el
sicariato. De acuerdo con esa lógica el
CS debería ocuparse del totalitarismo,
la corrupción, los fraudes electorales, el desconocimiento de resultados de las elecciones parlamentarias.
Según las
informaciones de prensa la canciller “ levantó la voz” cuando se refirió a Palestina. ¿Es que con
gritos se van a resolver los problemas internacionales? ¿Sobre todo el complejo
conflicto de Palestina?
No podía faltar por
supuesto un “respiro por la herida” cuando exigió que el Consejo de Seguridad
debe rechazar “la aplicación o el recurso a medidas coercitivas unilaterales y
medidas legislativas con efectos extraterritoriales.
Todo lo anterior
simplemente pone en evidencia un desconocimiento craso y burdo del papel del
Consejo de Seguridad y un tosco intento de impresionar a la audiencia con temas
que estaban fuera del contexto propio del debate, que son los mismos que
utiliza internamente para seguir confundiendo a la población ingenua.
La mayoría de los
diplomáticos y expertos presentes manifestaron que la Carta destaca de manera
contundente el tema de la soberanía y también la importancia del respeto
irrestricto de los derechos humanos. Subrayaron que en el estado actual de la evolución y el
desarrollo del derecho internacional y particularmente el derecho de las Naciones
Unidas, no se puede justificar el desconocimiento o la violación de los
derechos humanos alegando que se trata de un asunto de la competencia interna
de los Estados
Adolfo Taylhardat
adolfotaylhardat@gmail.com
@taylhardat
Internacionalista
Caracas - Venezuela
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