Algo muy serio está sucediendo con relación a Cuba.
Todavía no me atrevo a dar una opinión definitiva sobre el futuro de la Isla y
las consecuencias de cuanto sucede a su alrededor. Resulta que las
conversaciones con Estados Unidos avanzan en la dirección adecuada. Sin prisas,
pero sin pausas. Las relaciones están mucho mejor que cuando empezaron. Las
consecuencias están a la vista. La esperanza del pueblo cubano para alcanzar un
futuro mejor se ha multiplicado. Eso es suficiente, por ahora. Habrá mucho más.
Cuba es la sede de
las conversaciones de paz entre la narcoguerrrilla colombiana de las FARC y el
gobierno de Juan Manuel Santos. Venezuela y Noruega han servido de soporte para
facilitar este proceso. Confieso que no me gusta el camino general empleado ni
algunos de los acuerdos que no tocan fondo. El proceso es raro y espinoso. Ya
veremos. Estamos a la espera de una verdadera pacificación, pero con justicia
por encima de todo. Siento que la justicia pueda estar siendo la gran ausente
de La Habana. Ojalá me equivoque.
Para el momento de escribir etas líneas están reunidos en
la capital cubana el Santo Padre de la Iglesia Católica y el Patriarca de los
Ortodoxos Rusos. Casi un siglo de espera para el encuentro entre dos de las más
importantes figuras de la humanidad. Apoyo, sin reservas, el acercamiento entre
todas las iglesias cristianas y los contactos entre las religiones monoteístas,
sin desconocer el abismo existente ellas, especialmente con las últimas. Cuba
es el escenario.
Podría continuar emborronando cuartillas con estos temas,
pero siento que es innecesario. El mundo cambia y con él los factores que han
condicionado su existencia por demasiado tiempo. Ojalá sea para bien y pronto,
los mismos protagonistas u otros, se aboquen a los espinosos temas del
narcotráfico, la guerrilla y las distintas manifestaciones de terrorismo
existentes con ánimo de extinción definitiva o, al menos, para reducirlos a su
más mínima expresión.
Gandhi, en alguna de sus famosas frases se refería a la
“gente de inteligencia perezosa y memoria sin cultivar. Tenemos que poner a
ambas en movimiento, sin lamentar lo que pueda ser inevitable. Hay gente que se
opone a las tiranías y a las guerras, a todo lo que considera nocivo pero no
mueven ni un dedo para evitarlas. Un principios general de existencia tiene que
ser mantener estrecha relación entre los objetivos como seres humanos y
nuestros actos.
Oswaldo Alvarez Paz
oalvarezpaz@gmail.com
El Expreso - Lima
@osalpaz
Caracas - Venezuela
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