Para nadie es un
secreto que el bajo nivel de educación y cultura en Latinoamérica, nos hace más
propenso a la ficción que a la realidad, al facilismo que a los deberes y
compromisos. América latina evidencia su subdesarrollo por los vergonzantes
eventos que aquí suceden en lo político y en lo social. Ha sido difícil lograr que funcione un Estado
que nos haga iguales ante la ley y no victimas de chantajes.
Deambulamos entre el
autoritarismo y el populismo socialista, entre
la dádiva y el estatismo, producto
de ese complejo de ser pueblos predestinados y heroicos. El liderazgo
tradicional estimula el nacionalismo redentor culpando de nuestros fracasos a
malvados factores externos. Un problema endémico de corrupción y riqueza fácil
a todos los niveles sociales que nos condena, tal es la podredumbre que muchos utilizan ya sus empresas para el
rentable lavado de dólares.
A pesar de haber
tenido oportunidades en un momento de nuestra historia de avanzar hacia el
progreso y la estabilidad social, las hemos desaprovechado. Guerrillas con
prédicas obsoletas convertidas en bandas
de delincuentes, poderosas redes criminales del narcotráfico, funcionarios
depredadores del tesoro público, organizaciones políticas con ideas desfasadas y para colmo una excesiva e
ineficaz burocracia que asfixia al estado y devora sus recursos.
La política en
nuestra región tiene como conducta, el malversar sin vacilaciones, mentir y
traicionar sin remordimientos, descalificar a los honestos y abrazar a los
corruptos. Echarse los prejuicios a la
espalda. Lo demuestra el hecho de que ahora en Cuba “No ha pasado nada”.
Seguimos siendo emotivos al abrazar todas las causas reaccionarias del mundo,
sin atender nuestras propias carencias.
Lo más significativo
por lo trágico, es que sus líderes y héroes son ahora los delincuentes que
han alcanzado el poder y la fama a
costa del crimen y la violencia. Objetos de idolatría e imitación son
endiosados y venerados en cantos y altares, en las calles y en la literatura.
Triste espectáculo el de nuestra
América, ahora encontramos la inspiración en el lumpen que hemos creado durante
estos años.
Estos ídolos,
mitificados en el cine, la televisión y en suvenires como iconos populares por
sus donaciones a la miseria endémica que los aclama, algunos hasta nominados al
premio nobel. Falsos Redentores sociales en reemplazo de nuestros líderes
políticos farsantes, ambos con abultadas cuentas en los paraísos fiscales.
Los libros de
historia de seguir esta senda, solo hablaran de los heroicos hermanos Castro,
de los Chávez, Lulas, Kitschner, de los héroes del pueblo como Pablo Escobar,
el Chapo Guzmán, el cartel de los soles, el de Sinaloa, los Pranes, de Tiro
Fijo y todo aquel que haya usado la mentira, el crimen y la violencia para
obtener riqueza fácil, figuración o poder. Revertir esta situación, es el reto
titánico del momento.
Cesar Guillen
Citterio
cesarguillencittrerio@gmail.com
"Adhuc
Stantes"
“Todavía en Pie”
Caracas- Venezuela
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