Cuando los individuos no atendemos a tiempo las amenazas
las consecuencias se hacen presentes y quizá no sería desatinado afirmar que
producto de su distracción algo parecido ocurre a los nacidos o habitantes de
esta tierra llamada Venezuela.
Desconcierto, alarma y muchos otros calificativos ha
levantado la última sentencia, si acaso lo es, algunos dicen que se trata de un
fallo viciado, en la cual pareciera que el Poder Judicial ata de manos al Poder
más recientemente legitimado, el legislativo. Hay muchísimas razones para
levantar la voz, para encender las alarmas ante semejante decisión del TSJ,
pero ahora muy apurados y preocupados. Por allá, finalizando al año 2009, la
“filósofa” de la división de los poderes del Estado posmoderno, Luisa Estella
Morales, en ese entonces presidenta del TSJ, nos dijo públicamente: "No
podemos seguir pensando en una división de poderes porque eso es un principio
que debilita al Estado."
Poco o nada se dijo, pero lo que en verdad la magistrada
añoraba era a un Estado despótico, cuya caracterización ya había adelantado Montesquieu
cuando describía las consecuencias que tendrían lugar cuando uno de los tres
poderes terminaba siendo administrado por otro: “Cuando en la misma persona o
en el mismo cuerpo de magistrados se hallan reunidos el poder ejecutivo y el
poder legislativo, no existe libertad
[…] Tampoco hay libertad si el poder judicial no se halla separado del poder
legislativo y del poder ejecutivo.” A lo que aludía Charles Louis de Secondat
era a la necesidad de frenar a un poder que confrontado con otro se vería impedido
a actuar sin límites hasta corromperse e inevitablemente convertirse en el
desiderátum chavista, en despótica.
La sentencia del TSJ, si acaso lo es, no es más que un
canto al más duro despotismo. Cuando el TSJ, a través de la Sala
Constitucional, le advierte justamente que quien los nombró, órgano
recientemente legitimado por el pueblo, que no puede revisar sus actos sobre
una sospechosa selección de sus integrantes, no hace más que levantar inmensas
dudas acerca de las cualidades de los recién nombrados. El TSJ les extiende en
acto de esplendorosa generosidad un certificado de competencia e independencia
para ejercer las funciones de magistrados. Importa poco si días antes algunos
de los integrantes exprés del TSJ ocupaban una curul en la AN, representando
justamente a un sector político que había sido rotundamente derrotado,
circunstancia que va a contrapelo de los argumentos del TSJ. Ahora al pisar el
templo de la honorabilidad judicial adquirieron una majestad que nadie deberá
poner en dudas.
Estos hechos no deben hacer declinar el entusiasmo por
construir un régimen democrático y decente, por el contrario, obliga a elevar
la moral de los demócratas en su empeño.
Nuevos eventos se irán desarrollando donde la nueva
mayoría podrá ir ocupando nuevos espacios de poder y para ello es fundamental
la organización ciudadana para que en el plazo que corresponda Venezuela pueda
convertirse en una República libre y no despótica, democrática y no
autoritaria, valores éstos de los que adolece el actual régimen.
Leonardo Morales
leonardomorale@gmail.com
@leomoralesP
Caracas - Venezuela
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