La maltratada
economía venezolana, decadencia social y confrontación política, deben concluir
con una salida saludable para la sociedad.
El oficialismo ha
jugado al desconocimiento de lo establecido en la Constitución Nacional, y
amparados en los nombramientos fraudulentos de Magistrados del Tribunal Supremo
de Justicia (TSJ), torpedea competencias de la Asamblea Nacional (AN), para
evitar las investigaciones correspondientes.
Los miles de millones
de dólares robados del erario público; los involucrados en compras con sobre
precio; el acaparamiento de medicinas y los miles de medicamentos vencidos,
(porque los tienen escondidos el oficialismo para el negocio especulativo); las
cuentas mil millonarias en dólares de altos funcionarios; las miles de
toneladas de comida que han dejado podrir; los acuerdos con otros países para
regalar petróleo, y las actuaciones de los funcionarios que se encuentran al
frente de las instituciones que tienen que velar por el fiel cumplimiento del
deber, no pueden ser revisados, ni interpelados, por diputados de la AN, porque
así lo decide el TSJ.
El resentimiento y
odio presente en los jerarcas del régimen contra la disidencia lo patentizan
con impuestos, devaluación de la moneda, y los controles ruines para la
producción y comercialización de bienes y servicios, porque siempre están
pensando en la matraca, el saqueo, la destrucción.
Las colas se
incrementan diariamente, la escasez hace lo propio, y el oficialismo se
encarama en el podio del endeudamiento y la entrega para la explotación y
comercialización de los yacimientos de oro y diamante, (propiedad de los
venezolanos) a empresas extranjeras. ¿Cuánto les quedará del guiso a cambio de
traicionar la patria? Los acuerdos los hacen sin aprobación de la AN, pero se
valen de sus testaferros del TSJ.
Las empresas
expropiadas ahora en manos del oficialismo (o de quién sabe quién), están
quebradas, mientras Tribunales Internacionales dictan fallos para que el
régimen venezolano cancele sumas millonarias en dólares a los demandantes por
las impulsivas, populistas y arrogantes acciones ejecutadas.
Las calles son nichos
para la delincuencia, lugar permanente para el acecho de la muerte y la
desgracia. La tranquilidad y la sana convivencia ciudadana pasaron a formar
parte del recuerdo.
Las autoridades
colombianas cansados de ver como el régimen venezolano violenta acuerdos
internacionales, cierra la frontera y además les acusa de su desastre,
decidieron aplicar medidas para el libre tránsito de venezolanos en territorio
colombiano. Es el legado a lo interno de Venezuela. Ahora exportado a países
hermanos.
En repetidas
oportunidades el oficialismo en tono de burla, ha invitado a los ciudadanos a
prepararse para bailar joropo, sin percatarse que le daban el toque final a su
“revolución”. Es simple Pancho, llego el desmadre.
Josue Arturo Molina
Suarez
jarturomolina@gmail.com
@jarturoms1
Tachira - Venezuela
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