Se les olvidaba que
Marco es un hombre audaz que en el curso de su vida ha desafiado retos,
superado obstáculos y nunca ha permitido que lo pongan al final de la cola.
Donald Trump se pasó
siete meses lanzando insultos, diatribas e improperios no sólo contra sus
adversarios en las primarias sino contra la maquinaria del Partido Republicano
y contra todo periodista que se atreviera a cuestionar sus credenciales o su
candidatura. Descarriló el tren de Jeb Bush diciéndole que estaba
"letárgico", vituperó a un patriota como John McCain calificándolo de
"fracasado", insultó a Megyn Kelly definiéndola como una "mujerzuela",
difamó a la comunidad mexicana diciendo que muchos de sus miembros eran
"violadores y traficantes de drogas" y antagonizó a potenciales
aliados en la lucha contra el flagelo del terrorismo amenazando con cerrarle
las puertas a todos los musulmanes.
Durante todo ese tiempo,
Trump se despachó a su gusto sin que nadie le saliera al paso. Ningún otro
candidato se atrevía a enfrentarlo por temor a ser pulverizado por su
artillería de insultos. Muchos de ellos optaron por atacarse entre sí con la
esperanza de convertirse en la alternativa a Donald Trump. Jeb Bush gastó 30
millones de dólares en atacar a Marco Rubio y éste último intercambió
frecuentes insultos con Ted Cruz. Mientras sus adversarios se atacaban, Donald
observaba los "toros desde la barrera", siempre viendo consolidar su
porcentaje de inconformes dentro del partido y manteniendo una impresionante
ventaja en las encuestas.
Llegó entonces el
décimo debate de las primarias republicanas el 25 de febrero en Houston, Texas
y, forzado por encuestas en el estado de la Florida donde Trump le sacaba una
ventaja de 16 puntos, Marco Rubio tuvo una epifanía sobre la forma de enfrentar
a un personaje que ha roto todos los patrones y viola todos los parámetros de
un aspirante a la presidencia. Confrontar a Trump con argumentos políticos,
planes de gobierno o soluciones a los problemas nacionales no había logrado
restarle apoyo entre sus partidarios. Había que cambiar de táctica utilizando
su misma retórica agresiva, desnudando su hipocresía de defensor de la clase
media, quitándole la careta de falso conservador y poniéndolo en ridículo por
sus payasadas, sus exageraciones y sus mentiras. Todavía es muy pronto para
saber si esta táctica producirá los resultados deseados, pero las próximas dos
semanas nos darán la respuesta sobre si Marco logró o no frenar el tren
arrollador de Donald Trump.
Sin embargo, los
resultados del "Super Tuesday", donde Donald Trump y Ted Cruz ganaron
casi el 90 por ciento de los 595 delegados en juego, no son nada alentadores
para Marco Rubio. De los 15 estados en que se han celebrado primarias
republicanas en este año electoral, Donald Trump ha ganado 10, Ted Cruz 4 y
Marco Rubio el premio de consolación de Minnesota. La cuenta total de delegados
ganados por cada aspirante hasta el momento es de 316 Donald Trump, 226 Ted
Cruz y 106 Marco Rubio. Marco necesita ganar las primarias de la Florida el 15
de marzo para mantenerse a flote y poder competir por la postulación en la
Convención Republicana pautada para el 18 de julio en Cleveland, Ohio. No sólo
por los 99 delegados que le daría el estado sino como un requerimiento mínimo
para justificar su aspiración al cargo más poderoso del planeta. Estoy
convencido de que, a pesar de su vehemente promesa de seguir hasta el final, si
pierde la Florida por un solo punto no tendrá otra alternativa digna que
retirarse de la contienda.
Pero lo que nadie
puede quitarle o desconocerle es el mérito de haber agarrado al toro por los
cuernos y cambiar la dinámica de las primarias republicanas. Se reveló como el
David de nuestro tiempo. Porque, al igual que los israelíes ante el reto de los
filisteos, los republicanos se negaban a dar batalla porque estaban aterrados
ante el grotesco Goliat de Manhattan. Según la narración bíblica, el Rey Saúl
tuvo que ser convencido para que permitiera a aquel pastorcito joven e
inexperto en las artes militares enfrentarse en duelo al campeón de los
filisteos. Pero David ni se dio por vencido ni se dejó intimidar. Se acercó al
gigante y le dijo: "Tú vienes a mí con una espada, una lanza y una
jabalina, pero yo voy contra ti en nombre de Jehová y el mundo entero sabrá que
hay un Dios en Israel". Sacó una piedra de su bolso, la puso en la honda,
la incrustó en la frente del gigante y, cuando lo vio en el suelo, lo ultimó
con su propia espada.
En el contexto de
estas primarias, la vieja guardia republicana compartía dudas similares a las
del rey israelí. Se mostraba renuente a cambiar a Jeb Bush por Marco Rubio como
su campeón porque no confiaba en el joven senador. Se les olvidaba que Marco es
un hombre audaz que en el curso de su vida ha desafiado retos, superado
obstáculos y nunca ha permitido que lo pongan al final de la cola. Que, como
David, se siente ungido para una misión superior a sí mismo. Dejemos que sea el
propio Marco quien la describa: "Donald Trump es un estafador (con artist)
que se propone secuestrar el partido de Abraham Lincoln y de Ronald Reagan. Sin
importar el tiempo ni el esfuerzo que me lleve, eso no voy a permitirlo. Su
postulación dividiría al Partido Republicano y causaría un daño irreparable a
la nación".
Pero este trabajo no
estaría completo sin citar algunas de las "piedras" lanzadas contra
Trump desde la honda de Marco en el último debate. Cuando Marco dijo que Trump
se repetía constantemente con: "Construiré una cerca. México pagará por
ella. Haré a América grande de nuevo. Tomaré el petróleo", el magnate le
contestó que lo había visto repetirse cinco veces hacía cuatro semanas frente a
Chris Christie. En un despliegue de agilidad mental y habilidad dialéctica, un
Marco sonriente le ripostó: "Yo te he visto a ti repetirte cinco veces en
los últimos cinco segundos".
Para añadir sal a la
herida, Marco se refirió a los obreros polacos ilegales utilizados por Trump en
la construcción de su edificio bandera. "Si construye la cerca de la misma
manera que construyó la Trump Tower estará utilizando inmigrantes
ilegales". Acto seguido se refirió a una demanda contra el potentado por
alumnos de la Trump University. Dijo: "Por ahí hay personas que pidieron
prestados 36,000 dólares para matricularse en la Universidad de Trump y todo lo
que lograron fue una fotografía con una imagen de cartón de Donald Trump".
Y la última estocada en la cerviz del toro ya enardecido fue: "Si no
hubiera sido por los 200 millones que heredó de su padre, Donald Trump estaría
vendiendo relojes en Manchattan".
Los partidarios de
Donald Trump y muchos de los mismos periodistas que publican sus exabruptos y
payasadas acusan a Marco de utilizar tácticas indignas de un candidato a la
presidencia. La realidad es que fue Donald Trump quien inició este circo que ha
devenido en riña tumultuaria. Marco le ha subido la parada y, con ello, se ha
jugado su candidatura y su futuro político como únicamente lo hacen los líderes
con principios y convicciones. Si gana todos se olvidarán de las criticas y le
rendirán honores. Si pierde, puede por lo menos decir que cayó con las botas
puestas.
Alfredo Cepero
@AlfredoCepero
Director de
www.lanuevanacion.com
Estados Unidos
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