“Los tiranos buscan idiotizar a los pueblos, sumergirlos en la ignorancia; hacerlos sumisos a una propaganda dogmática y al culto a los semidioses analfabetos, pero audaces.”
El régimen que nos
oprime desde hace diecisiete largos años, siempre se ha sentido incómodo
después de haber cambiado su estrategia para llegar al poder. Al fracasar con
el golpe de estado que les permitiría tomarlo a la fuerza, optaron por utilizar
los mecanismos que les proporcionó la conciencia democrática amasada en la
sociedad venezolana durante cuarenta años, y por esa vía han tratado de imponer
su concepción desfasada en el tiempo sobre el rol del Estado, el hombre, y la
sociedad. Desde entonces han violentado los principios democráticos y los
preceptos constitucionales.
Simultáneamente, los
demócratas por convicción, aturdidos y divididos, por mucho tiempo no lograron
hacer una lectura correcta de las intenciones totalitarias del régimen, ni
asumir una postura unitaria frente al peligro cierto de perder la libertad. Se
ha sido persistente en el uso de los instrumentos y posibilidades que
proporciona la democracia para enfrentar valerosamente una dictadura
militar-cívica, hasta llegar a conformar, con todas sus imperfecciones, la Mesa
de la Unidad Democrática. Ha sido un camino largo y angustiante porque la
democracia exige convivencia política, respeto, tolerancia, actitudes decentes,
civilizadas, con porciones de nobleza, que es imposible conseguir en quienes
han considerado la democracia como un estorbo histórico.
Como resultado de un
proyecto comunista, en contravía de la historia de la humanidad, que ha
avanzado por ensayo y error, tenemos un país en ruinas desde el punto de vista
económico y moral y postrado por un ejercicio degradante de la política a todos
los niveles. Un país donde el hambre hace estragos en la población y un Estado
opulento, ciego y sordo, señalando culpables de la fétida corrupción en otros
lados, tratando de encubrir su propia condición. Un gobierno con muchos
recursos y pocos escrúpulos; con demasiada soberbia y nula humildad; con
sobradas mentiras y pocas realizaciones. Una nación de luto por tantas muertes
inocentes y afligida por tantos presos sin causa. Una patria ultrajada por su
entrega vergonzosa a chulos internacionales con falaces ideologías.
Dentro del marco
constitucional hemos escogido la ruta democrática en él establecido: el
revocatorio presidencial, la enmienda constitucional, y en última instancia,
una asamblea constituyente, para avanzar en la lucha, a pesar de que el régimen
opresor ha escogido los instrumentos de la violencia, la arbitrariedad y el
engaño. Debemos estar convencidos que en la
lucha entre el fusil y el espíritu siempre ha vencido éste. Por eso
vamos a lograr una salida a esta intolerable situación, porque somos un
baluarte de la esperanza de los venezolanos, porque somos la gran mayoría que
clama por respirar aires de libertad.
Neuro Villalobos
nevillarin@gmail.com
@nevillarin
Zulia - Venezuela
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