Me refiero, como casi seguramente debieron suponerlo, a
la renuncia del Presidente. En cualquier país del mundo, ese asunto sería
tratado con extrema seriedad. Las razones y argumentos que sus proponentes,
como justificación del atrevimiento a plantearles a los pobladores de ese país
un forzoso acortamiento del período presidencial, tendrían que estar enraizadas
en circunstancias de extrema gravedad para cuya solución el presidente, en
cuestión, representaría un obstáculo.
Creo, sin ningún género de duda, que precisamente este es
el escenario al cual ha arribado nuestra querida Venezuela. Una situación de
gravedad acumulada y sistémica sin parangón, en la que todos los males
parecieran estar conectándose entre sí para reforzarse viciosamente, y Maduro,
un presidente que no puede, ni quiere, ni sabe cómo iniciar el proceso
tendiente a sacarnos de tan dantesco atolladero. La petición de su renuncia
está perfectamente justificada. Pero no creo que ella se le esté proponiendo al
país con la seriedad debida.
Ya en varias oportunidades, encontrándome fuera del país,
diversos interlocutores me han transmitido lo muy llamativo que les resulta que
los venezolanos, pasando por todas las penurias que este régimen nos ha hecho
pasar, salgamos a protestar en su contra participando en manifestaciones que,
siempre, incorporan elementos festivos en ellas. Más que manifestaciones de
protesta parecen verbenas pachangosas, lo cual se ha convertido en un rasgo muy
sui géneris de nuestra forma de manifestarnos en contra de un régimen que nunca
ha ocultado sus ambiciones totalitarias.
Planteado ya en la palestra mediática el tema de LA
RENUNCIA, el primer evento político de masas donde se verbaliza reiteradamente
tan delicada petición es un concierto musical. Por muy atrayentes que pudieran
ser para el público venezolano las estrellas del concierto -una de ellas: con
un carisma político exaltado por una valiente intervención en la Asamblea
Nacional como joven artista con éxito internacional-, debemos preguntarnos si
no se corre el riesgo de banalizar una propuesta política que debería ser
tratada con toda la seriedad y solemnidad que corresponde.
No se trata de subestimar el poder comunicacional de un
evento como el que referimos, de cara a su potencialidad de masificar un
mensaje que se desea sea internalizado como una necesidad por todos los
estratos poblacionales, el punto que pretendo resaltar: es que ese evento
debería haber sido parte de una campaña comunicacional continuada que tuviese
su iniciación en otro evento originario de mayor significancia política. Es
decir: le queda a uno la sensación que ese concierto era el “después” de un
“antes” que nunca se produjo.
La misma sensación la tuve al escuchar el discurso de
Henry Ramos Allup en el marco de la convocatoria relativamente poco exitosa de
la MUD del sábado 12M. “Maduro, chico, renuncia, ya tú no debes estar allí”.
Demasiado coloquial para la majestad de su cargo y para la trascendencia del
pedimento que se desea transmitir. El contenido del mensaje y la forma como se
están trasmitiendo no se corresponden. Queriendo hacer más popular el mensaje,
se está corriendo el riesgo de que el formato de transmisión genere un ruido en
la comunicación tal, que impida el procesamiento del mensaje por parte de los
receptores con la importancia que amerita.
¿Por qué? Porque la renuncia de un presidente es un
asunto muy serio, requiere de una contundente explicación que no se ha
dado. ¿Acaso en las circunstancias de
esta profunda crisis en la que vivimos se requieren mayores explicaciones de
por qué la renuncia de Maduro es el primer paso necesario para activar el proceso
de cambio? Por la atmósfera comunicacional cruzan diariamente cientos de
mensajes que evidencian esa necesidad, pero aun así, se requiere el “evento
síntesis”: en el que se le presente al país un documento bien elaborado sobre
lo que ocurrirá en el país si no se produce un inmediato cambio de rumbo y cómo
Maduro se ha convertido en un obstáculo para que ese viraje se produzca. Este
es el evento originario al que me refería anteriormente.
Imagino que del
trabajo que han realizado los diputados de la bancada opositora, se deben haber
recabado los datos e insumos necesarios para la elaboración de ese documento.
Es lo que se desprende de escuchar los discursos que se producen en las
sesiones de la Asamblea Nacional, se ha avanzado mucho en la tarea, pero se
requiere el impulso de sintetizar todo ese esfuerzo y convertir su presentación
al país en el pistoletazo de arranque de una estrategia política acometida con
convicción.
¿Quién comunica la necesidad de LA RENUNCIA en el evento
originario? Pregunta interesante. Si tuviésemos un líder unificador, él sería
la personificación de la respuesta. Capriles lo fue en su momento, pero se fue
a la Gobernación. Luego, Leopoldo, como líder que tuvo la visión de toda la
dinámica destructora que se ensañaría sobre el país como consecuencia del
inminente fracaso del modelo y que, con LA SALIDA, quiso librarnos de toda esta
tragedia innecesaria. Pero ahora está preso y muy triste es reconocer que el
Régimen ha tenido éxito en su progresivo constreñimiento a un rol pasivo
–aunque cada día el latido de su mensaje incremente su sonoridad-. De allí que
yo haya insistido en la “foto”, como metáfora de un evento de visualización de
un liderazgo colectivo hablándole a la nación e inspirando credibilidad en la
mayor parte de sus pobladores.
Sobre la primera “foto” que propuse en un artículo
anterior publicado en este blog, “La Renuncia en una Foto” (ver
http://quepasaenlauc.blogspot.com/2016/02/no-hay-tiempo-para-mas-espera-la.html),
debo reconocer que fue un tanto vapuleada en comentarios que se me hicieron
personalmente, pero un interlocutor me sugirió otra foto: Todos los diputados integrantes de la
bancada democrática, con el Presidente de la Asamblea Nacional a la cabeza,
hablándole al país. Su sugerencia la fundamentó con la siguiente interrogante:
¿Quiénes mejor que ellos, que vienen todos de un reciente trabajo político en
sus respectivos circuitos que les dio el triunfo, para representar al país en
toda su geografía?
¡Esta es la foto! Que no es importante por sí misma, sino
como la oportunidad de dirigirse a todos los venezolanos para explicarles
porque es necesaria la renuncia del Presidente, con la solemnidad que impone la
trascendencia de una decisión que le ahorrará al país más tragedia y dolor. Es
la oportunidad para una convocatoria del poder soberano residente en el pueblo.
¡Hecha con convicción! No como se está haciendo ahora, con la displicencia de
quienes dan la sensación de que acceden a esta seria petición, simplemente,
para satisfacer a una fracción de las fuerzas democráticas, pero que,
realmente, no creen que esa sea la alternativa para alcanzar el tan ansiado
cambio de gobierno. Maduro no va a renunciar, piensan, aunque no todos lo
digan, y desestiman el poder del pueblo en la calle.
Es inevitable que sea reiterativo, y me disculpan, en el tema del tiempo del que disponemos. Si
incorporamos a esa variable en el análisis; si nos ubicamos en el curso de este
proceso de descomposición que penetra y carcome todas las áreas del quehacer
nacional, posamos nuestra mirada hacia el pasado para apreciar su velocidad de
propagación y, luego, hacia el futuro para internalizar la inminencia de una
tragedia, nos llenaremos de la
convicción que LA RENUNCIA es la única alternativa sensata de que disponemos.
Hace falta esta convicción y la obligada
fundamentación que sustente el pedimento, presentada con la debida
consideración de estilo, y ¿el pueblo responderá? Pregunta también obligada,
porque no está respondiendo y esto debería constituir señal roja de alarma para
quienes promovemos el cambio de gobierno. Ya no me atrevo a responderla, pero
es nuestro deber intentarlo: procesar políticamente LA RENUNCIA con toda la
seriedad que amerita.
Asdrubal Romero
asdromero@gmail.com
@asdromero
Madrid – España
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