Muchas noches me he
desvelado reflexionando sobre cuándo perdimos el rumbo de hermandad que era el
distintivo de todos los venezolanos. Un
mal día se posicionó en Venezuela una conducta que nos era ajena: el odio
social, político y económico. Despertamos aborreciéndonos unos a otros, por la
forma de pensar o de vestir y abandonamos el proyecto de amistad y respeto que
veníamos construyendo desde hace muchos años.
Considero que debemos
desandar nuestros pasos y recomenzar a construir una línea de pensamiento
incluyente, donde todos seamos importantes. Un proyecto que no discrimine por
la forma de pensar, el color de la piel, el género, ni por la condición social.
Se trata de una especie de “Ubuntu Venezolano,” pensamiento incluyente que
ayudó a la reunificación de Sudáfrica y contribuyó a superar el odio racial
entre compatriotas, un proyecto que se afinque en los aspectos que nos unen
como nación y que minimice aquellos que nos separan como individuos. Algunos
pensarán que será una misión imposible, debido a los enfrentamientos acaecidos
en los últimos años. Permítanme recordarles dos cosas, aquí no tenemos fanatismos religiosos ni tampoco discriminación
racial, por lo tanto, la mitad de la
tarea ya está hecha.
Debemos partir de un
consenso fundamental, todos somos
venezolanos y por tanto, tenemos iguales deberes y gozamos de los mismos
derechos. En razón de eso, nadie podrá exigirle a otro que si no está de
acuerdo con su propuesta, debe abandonar el país. Hace tiempo a mí me lo
hicieron y reconozco que, aunque me
dolió mucho, superé la tentación de caer en el error de cobrar ojo por ojo,
porque el país demanda otro tipo de actuaciones. Tampoco se trata de que una
mayoría circunstancial le imponga sus criterios a una minoría, también
circunstancial, porque esos vientos fueron los que trajeron estas tempestades. No me refiero a
pactos que permitan impunidad, se
trata del respeto a los derechos humanos
y el restablecimiento del Estado de derecho.
Narro dos casos que
van en vía contraria a la tolerancia entre compatriotas; una persona muy
querida por mi me dijo que se sentía defraudada porque vio a los diputados de
la oposición conversando con los oficialistas. Le respondí que en un país
democrático, esa debería ser la regla y no la excepción. Hace algunos días
coincidí en una radio con un militante chavista, nos tomamos una foto y la
publicamos. Ardió Troya, algunos opositores me querían despellejar vivo. Para
avanzar por el camino de la reconciliación, debemos aceptar que no todos los
chavistas son malos y en este lado, todos no son blancas palomas.
Noel Alvarez
noelalvarez14@gmail.com
“Gente” Generación
Independiente
@alvareznv
@beanavas
Caracas - Venezuela
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