El
cansancio que produce una dirigencia estancada, agotada en el discurso, incapaz
de reinventarse a sí misma y al discurso ha llevado a que las sociedades
prefieran alguien bien distinto del modo de hacer política.
Es
un fenómeno que vive América Latina y que aun paga las terribles consecuencias
de dejar en manos inexpertas, con hambre de poder y dinero la conducción del
poder ejecutivo. El ejemplo mas resaltante por lo grotesco del discurso, del
mensaje y del desempeño es Venezuela pero hay que añadir a Bolivia, Nicaragua, Argentina
y Brasil. También en menor grado a El Salvador, Guatemala y el Perú de Ollanta
Humala. Todos ellos tienen en común que lograron convencer a la sociedad de la búsqueda
de algo distinto a los partidos y liderazgos tradicionales.
Bajo
un discurso vengador y realista pudieron conquistar el favor electoral de
cientos de miles de excluidos y de un gran porcentaje de esnobistas clase media
que siempre prefieren experimentar por aquello de "Inventamos o
erramos" descontextualizada de lo que verdaderamente pretendía el maestro
venezolano Simón Rodríguez que lejos de sugerir improvisaciones trataba más
bien de convencer a las jóvenes republicas nacidas de la guerra de
independencia a no copiar viejas experiencias sino a crear una que interpretara
nuestras especificidades heredadas de la mezcla de razas producto del gran
encuentro de Europa y la América indígena.
Pero
veámonos aquí con una pandilla de bandoleros que resultaron más corruptos que
los que sustituyeron, con una doble moral y un doble discurso. Claro que los políticos
de profesión y formación también tuvieron que ver mucho con la llegada y
enseñoramiento de la anti política, sobre todo en cuanto a las bolas que se
debe tener para defender los logros y el futuro cierto de contar con
experiencia y capacidad en la conducción de la cosa pública. Fui testigo de excepción
de como los líderes de la entonces IV república sucumbieron de miedo ante las
amenazas del caudillo de Sabaneta, de cómo le entregaron las instituciones y de
cómo guardaron silencio ante la tragedia que se veía claramente venir y que hoy
día nos invade, nos enferma y nos desespera.
Pero
como gracias a Dios nada es eterno hemos podido darnos cuenta en estos 16 años
del tremendo error que cometieron y creo que no nos equivocamos que, y tomando
una frase de la que gustaba mucho el caudillo afirmar "Después que
salgamos de esto, más nunca en la vida de esta nación volverán".
Ya
se fueron de Argentina, en Bolivia tienen los años contados al igual que en
Brasil y en Perú. De esta dolorosa experiencia nos debe quedar el
convencimiento de que las repúblicas deben ser dirigidas por políticos, que hay
que fortalecer a los partidos políticos y confiar en sus líderes.
Que
es preferible la lentitud en la marcha hacia el progreso que creer en falsas
promesas de vengadores errantes con la cabeza llena de basura, que hay que
fortalecer las instituciones e involucrarnos mas en nuestros padecimientos y en
las soluciones.
El
trabajo que nos toca es durísimo. Acostumbrar de nuevo al venezolano al respeto,
a la solidaridad, es bien duro. Volver a creer en los lideres y en los partidos
políticos es vital para el reinicio y la conquista de todos los derechos que
nos quitaron. En el horizonte olfateamos que la brisa sopla a favor de la
libertad y que bien pronto tendremos a la Venezuela que nunca debimos dejarnos
arrancar y por la que debemos luchar siempre
Juan
R. Aguilarte T.
panchoaguilarte@hotmail.com
@P_aguilarte
Anzoategui -
Venezuela
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