martes, 12 de abril de 2016

ALBERTO MANSUETI, 180 GRADOS EN 100 AÑOS

Hace poco más de unos 100 años, para 1913, el mundo civilizado era “liberal” en sentido clásico, y experimentaba un firme y continuo progreso, con Gobiernos ocupados en seguridad, justicia, y obras públicas. Modestos en tamaño, poderes y gastos, los Gobiernos eran “limitados” a esas pocas funciones.

La doctrina del liberalismo clásico que aplicaban los Gobiernos “limitados” era más o menos parte de la cosmovisión cristiana, basada en la Biblia. Respetaban la naturaleza privada del comercio, como de la producción, la educación y la cultura, de la propiedad en general, y la integridad de la familia. En los países de aquel viejo mundo “occidental y cristiano”, las izquierdas eran minorías extravagantes y marginales, escribiendo artículos y libros contra el “laissez faire”, la religión y el capitalismo.

Hoy en día los papeles se han invertido por completo. Enormes Gobiernos en todo el mundo, casi todos populistas, socialistas y hasta comunistas, acumulan enormes e innumerables poderes y propiedades, y recursos cuantiosos para sus astronómicos gastos. Reprimen los mercados, y restringen la propiedad privada. Dominan la educación. Las doctrinas afines y sustentadoras de socialismo, como el marxismo cultural, predominan en casi todas las universidades, y en la docencia en general.

¿Y los liberales clásicos y conservadores? Minorías excéntricas y marginales, escribiendo artículos, ensayos y libros en contra del socialismo y las izquierdas. Pero sin propuestas ni planes políticos propios, afirmativos, excepto el muy tibio “Consenso de Washington”, llamado “Neo-liberalismo”, plagado de concesiones a las izquierdas.

Un giro de 180 grados. ¿Cómo fue? ¿Qué pasó?

Muy simple: las izquierdas advirtieron que la gente no quiere teorías, ni solas críticas, sino que reclama propuestas específicas, y atractivas. Sin dejar de escribir artículos, concretaron sus proposiciones en Programas, y formaron partidos. Los proyectos socialistas en todos los países no se limitaron a los meros discursos abstractos, sino que incluyeron siempre un conjunto de medidas de política, nuevos propósitos, fines y funciones para los Gobiernos. Y lanzaron demagógicas nuevas promesas electorales en economía, educación, cultura y bellas artes, servicios médicos y jubilaciones, etc. Con nuevos impuestos, y Bancos Centrales con el monopolio de emitir dinero para hacer inflación de billetes, y amplio e irresponsable crédito dispensado por una banca privada cada vez más ligada al Estado.

Culpando al “capitalismo” de supuestos crímenes horrorosos, disimulando su ateísmo y enarbolando las Teologías de izquierda para atraer a los “cristianos sociales”, los socialistas fueron tomando el poder, por las urnas o por las armas, las buenas o las malas. Aplicando las propuestas programáticas marxistas, pero más allá (o más acá) de la indigerible teoría marxista, escribieron en leyes y decretos sus “soluciones” y sus “remedios”, habituales y corrientes en el mundo desde los años ’30, los mismos siempre, en todas las naciones. Estatizaron la educación. Hubo “reforma agraria” por doquier, creación de granjas y fábricas estatales, “nacionalización” (o sea “confiscación” por el Estado) de bancos, transportes y servicios, y barreras contra importaciones, un préstamo ideológico que las izquierdas tomaron del mercantilismo.

Y ahora los socialistas, hegemónicos en la política, la economía y la cultura, para evitar que se les cuestione por los malos resultados, como desempleo, inflación, pobreza, corrupción, educación pésima, inseguridad, injusticia en los tribunales, obras públicas ausentes o descuidadas, etc., siguen en lo mismo: acusando al inexistente capitalismo “salvaje”, y ocultando su prejuicio anticristiano.
Te propongo, amigo lector, un ejercicio especulativo de imaginación. Por hipótesis, suponte que las izquierdas hubieran seguido como en el siglo XIX, en puras críticas, sin Programas ni partidos, sin aspiraciones políticas. ¿Qué les hubiera sucedido? Esto:

(1) Los socialistas y comunistas seguirían siendo minoritarios, excéntricos y marginales, y escribiendo casi para sí mismos. Porque no es atractiva una doctrina política que se queda en meros enunciados teóricos, y no muestra vías realistas de concretarse en la práctica.

(2) Buscando crecer, algunos socialistas harían concesiones a la doctrina contraria, la nuestra, y la identidad de la izquierda se desvirtuaría hasta casi perderse. Tratando de evitarlo, muchas corrientes y fuerzas de izquierdas renunciarían a la actividad política: se consagrarían exclusivamente a los estudios, en aislados guetos académicos (“think-tanks”).

(3) En medio de sus cavilaciones y discusiones, sin hacer partidos ni presentarse a elecciones, sin mucho contacto con la realidad, sus divisiones internas les impedirían crecer a los izquierdistas. La masa crítica de cristianos interesados en política, por su parte, seguiría fiel a los lineamientos bíblicos de Gobierno limitado, y permanecería fuera de su radio de influencia. El socialismo sería una fuerza políticamente ineficaz, con una doctrina no aplicada en la práctica.

¿Te suena familiar? ¡Claro! Es exactamente lo que le ocurre hoy al liberalismo clásico, que está secuestrado por el “Establishment liberal” en los “tanques de pensamiento”, y ausente de la escena política partidista y electoral. Sin Programas ni partidos, sin aspiraciones políticas, ¡dejan el campo libre a los socialistas de todos los colores y matices! Y en todo caso al “Consenso de Washington” tipo Macri en Argentina, y Kuczynski en Perú, que carece de por completo de vitalidad, empuje y coherencia como para enfrentar idóneamente al Socialismo del Siglo XXI.

Para resolver estas carencias, y enmendar estos errores, los del Centro de Liberalismo Clásico hemos liberado la doctrina del encierro, y la hemos concretado y traducido en un Programa Político: Las Cinco Reformas, y en un Plan Político: La Gran Devolución. Somos la alternativa a las izquierdas pero también al “Neo-liberalismo”. Puedes buscarnos y contactarnos a través de la Internet.

¡Saludos cordiales!

Alberto Mansueti
alberman02@hotmail.com
@alberman02

Bolivia

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