Una verdadera prueba de fuego está siendo para Xi Jinping hacerle frente a la
turbulencia mundial que han generado las investigaciones de los “Papeles de
Panamá”.
Por un lado porque, al igual que en el resto del mundo,
las instituciones contraloras de los gobiernos –y del Partido de gobierno, en
el caso Chino - tendrán que ser capaces
de diferenciar a los moros de los cristianos. Ello porque ser accionista de una
empresa abierta en un paraíso fiscal, no
constituye per se un delito, a menos que
su ilegalidad esté inequívoca y taxativamente prevista en la legislación local
y, porque de ser legítimo ser accionista, no necesariamente la empresa tiene
que haber estado envuelta en actividades delictivas o irregulares.
Que sea moralmente cuestionable es otra cosa. Y allí las
diferencias de un país a otro pueden ser
siderales. El caso de China tiene
también sus particularidades porque el actual Jefe de Estado y de Gobierno ha
iniciado una batalla a brazo partido contra la corrupción y se ha propuesto
pasar a la Historia como el líder que le dedicó el mayor empeño al
adecentamiento de la administración del país.
Por ello, los presos de presa al interior del país se
activaron apenas se filtraron los primeros detalles sobre las personalidades
mundiales mencionadas en la
investigación.
Pero la primera medida ordenada por el Mandatario tuvo
que ver con el “control del daño”. Se censuró de inmediato toda mención de la
prensa atinente a los escándalos. Fueron impedidas las noticias de prensa sobre el tema, los chats
en las redes sociales y las
búsquedas en el ciberespacio que pudieran arrojar un involucramiento de
funcionarios. Es decir, un vacío total
de información, para poder adelantarse a cualquier señalamiento
inconveniente.
Aun asi, fue inevitable que por fuera de sus fronteras,
se supiera en las primeras de cambio, quienes eran los peces gordos del coloso
chino salpicados por los hallazgos de
los periodistas que condujeron la investigación de los Panama Papers. Muy grave
fue el descubrimiento de material que señala a
familiares cercanos de dos altos miembros del Politburó del Partido Comunista -el Jefe
de Propaganda del PC y un Vice Primer Ministro- como accionistas de empresas
ubicadas en paraísos fiscales. Mucho peor fue el anuncio de que el propio
mandatario Xi tenia también a un cuñado señalado en el reporte como accionista
en tres compañías ubicadas en las Islas Virgenes , lo que no era tema novedoso ya que la holgura
económica de la familia de la hermana del presidente ya había sido aireada años
atrás.
Queda por ver entonces
si Xi esta vez escogerá la vía de
tomar el rábano por las hojas y taparse la nariz, o se animará a desenterrar
del fango las actividades de las empresas que involucran a estas figuras
cimeras, incluyendo a sus cercanos. En China no es un delito invertir en
paraísos fiscales mas si lo es evadir las
obligaciones fiscales. Hay aun mucha tela para cortar en el inicio de
esta historia.
A través de la actuación oficial de las próximas semanas
y meses veremos si la vocación del campeón de la moralidad está labrada en
piedra o si en China, al igual que en el resto del mundo, hay pecados que
también se perdonan a los peces gordos.
Por lo pronto, el silencio sigue siendo la tónica.
Beatriz De Majo
bdemajo@gmail.com
@beatrizdemajo
Miranda - Venezuela
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