“Hay que freír en aceite hirviente las cabezas de los adecos”. Frase dura y violenta. Sin embargo, sirvió a los propósitos políticos del líder emergente en aquellos momentos de nuestra historia pasada: Hugo Rafael Chávez.
Bien, sin lugar a
dudas, el amigo lector merece una explicación. No vaya a pensar que estoy
proponiendo que se ponga en práctica lo que literalmente se señala en esa
oración. Dios, NO. Acción Democrática es un pilar fundamental de la historia y
democracia en nuestro país. Lo que intento recalcar o ilustrar a través de esta
expresión, es un principio que orienta
toda comunicación política: es indispensable condensar en una o varias
locuciones la diversidad de los sufrimientos existentes en un momento dado en
una sociedad y, señalar, el culpable de tales padecimientos. Me voy a permitir
ilustrar lo anterior con un ejemplo sacado de la experiencia revolucionaria
rusa. Paz, pan y tierra. Con esta
consigna, pronunciada a su llegada a Petrogrado, Lenin resumió en forma
sencilla los principales problemas que afectaban a las masas humildes de rusos
e identifico los principales responsables de estas tres calamidades: gobierno,
fuerzas zaristas y terratenientes. Y, así, dio inicio a la revolución rusa.
Chávez, por su parte,
con la frase con la que iniciamos este breve escrito estaba identificando a su
adversario y haciéndolo responsable de la situación de deterioro económico y
social que padecían los venezolanos en aquellos años. Inició la construcción de
un relato que se diferenciaba del que había sido hegemónico durante la etapa
democrática. Dejo a un lado los consensos partidistas e inicio un nueva
“historia” radicalmente distinta a la que había prevalecido en el pasado.
Palabras claves: puntofijismo, escuálidos, apátridas, conflicto, etc.
Hagamos un breve
ejercicio de memoria. Para finales de la década de los ochenta lo sustantivo
del proyecto democrático estaba agotado. A pesar de las señales (sociales,
económicas, culturales y políticas) que anunciaban la necesidad imperiosa de
renovar el discurso político la partidocracia se enrosco sobre sí misma
colocándose de espalda a la realidad. En
el plano de las ideas, por ejemplo, existía material para elaborar ese nuevo
relato político. En especial, lo concerniente con los conceptos asociados al
federalismo y la descentralización. Las herramientas teóricas estaban a la mano
para iniciar el proceso de radicalización de la democracia. Sin embargo, las
elites partidistas de la época no lo entendieron así. Y, dejaron el espacio
abierto para el despliegue de la aventura chavista.
Este breve recuento
obedece a una preocupación. Observo en la oposición una dificultad para
elaborar una narrativa adecuada a las
circunstancias actuales y que sea compartida por los diversos grupos
opositores. No se han desarrollado las interpelaciones apropiadas que faciliten
la politización de los sectores populares y la empobrecida clase media. Pienso
que existe un “déficit” discursivo en las propuestas diseñadas por la MUD. Se
observa un exacerbado electoralismo que deja a un lado las ofertas apropiadas a
las actuales circunstancias: la crisis más profunda que ha existido en la
historia del país.
Ganar elecciones es
importante, pero no es suficiente. Hay que “revolucionar” las prácticas
políticas. Estas deben romper con las que predominaron en el pasado: las de la
IV y V república. Y, así, estarán en capacidad de prefigurar un nuevo horizonte
político. Unificar el discurso, identificar las causas de la crisis y el
responsable de la misma y traducir estos temas en una única consigna. Me atrevo
a señalar que esta es una tarea que no se ha cumplido a cabalidad
Las condiciones
objetivas están dadas. El socialismo del siglo XXI ha fracasado. Su propuesta
tan solo interpela un pequeño sector de la sociedad. Es el momento para que la
vanguardia democrática ofrezca un proyecto para sacar de la pobreza a los
sectores populares y la clase media. Pero para alcanzar este objetivo- voy a
pecar de reiterativo- se requiere
elaborar una nueva narrativa que, entre
otras cosas, denuncie y rompa con el pasado; encarne a los responsables de la
crisis y, a partir de este desgarre, emocione a sus destinatarios. En otras
palabras hay que emocionar para convencer. Y, salvo algunas excepciones, los
líderes de la MUD no emocionan, por ahora.
El tono de este
escrito es crítico. Las circunstancias demandan este ejercicio. Ojala este
espíritu prenda en la vanguardia política que hace vida en la MUD.
Sin dudas, la
política es así.
Nelson Acosta
Espinoza
acostnelson@gmail.com
@nelsonacosta64
Carabobo - Venezuela
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