La economía como
ciencia, estudia la administración de los recursos escasos para satisfacer
necesidades múltiples, y en la práctica busca el bienestar general, es decir,
que se logre satisfacer las necesidades individuales y sociales mediante la
instrumentación de las actividades de producción, circulación, distribución,
consumo e inversión, sustentadas en el conocimiento que emana de la economía
política (estudio del comportamiento del individuo y de la sociedad) a efectos
de ser aplicados en una correcta política económica en aras de modificar los
comportamientos; a la luz de un definido proyecto de país (modelo social) cuya
consecución se procura por intermedio de un plan de desarrollo (herramienta de
gestión para promover la elevación de la calidad de vida de los ciudadanos).
El movimiento
chavista (mch), se propuso a partir de 1999 un modelo de “desarrollo endógeno”
como una política de sustitución de importaciones en el área agroalimentaria
donde el gobierno decide qué y cuánto se produce; intención que ha tenido
nefastos resultados tal como que la superficie sembrada disminuyó en el lapso
2002-2012 en un ¡17,8%! al variar de 838.353 hectáreas hasta 689.251, siendo que en 2015 se situó en
unas 500.000 hectáreas para una diminución 2002-2015 de ¡40,4%!; por su parte
la producción de rubros vegetales disminuyó en el periodo 2000-2011 en un
¡20,3%! al caer desde 17,7 millones de toneladas hasta 14,4 T mientras que en
2015 fue de 4,2 millones de T para una disminución del ¡76,3%! en el lapso
2000-2015; al tiempo que ese anormal desenvolvimiento propició un violento
crecimiento en la importación de productos agrícolas y alimentos de un ¡341,2%!
entre 1999-.2012 hasta alcanzar unos $7.500 millones en 2012 y $4.399 millones
en 2014 para una disminución del ¡41,3%!. Tal contexto emergió, luego que el
gobierno intervino más de ¡tres millones de hectáreas! e igualmente expropió
gran número de plantas de producción convirtiéndose en el primer empresario
agroalimentario del país (pero el menos eficiente), al tiempo de perfilar a
Venezuela como el primer importador de alimentos en América Latina (hoy de
forma “potencial” ya que no se cuenta con las divisas para ello) a costa del
desmembrado aparato productivo nacional.
Venezuela se encuentra
en la actualidad sumergida en una profunda crisis de progreso y bienestar, en
un marco de economía de escasez donde se destaca un ambiente de “terror
alimentario” que está afectando la estabilidad emocional de la familia al punto
de experimentar una explosiva mezcla de
rabia y desesperanza (y de neurosis). Es de acotar, que al llegar el movimiento
chavista (mch) al poder en 1998 se acogieron a los principios ortodoxos de la
ciencia económica, al extremo de consagrarlos en distinto documentos como el
Programa Económico de Transición 1999/2000 donde señalaron que “las acciones
específicas de la estabilidad monetaria, financiera y cambiaria tiene su pivote
central en una prudente política fiscal”; al igual que en el Plan de Desarrollo
Económico y Social de la Nación 2001/2007 donde plantearon la construcción de
un modelo vinculado con un sistema productivo diversificado, competitivo
abierto hacia los mercados internacionales, basado en la iniciativa privada.
Lamentablemente para los venezolanos, en algún lugar del camino extraviaron la
cordura económica y soltaron las amarras a una gran ambición de poder (como un
fin en sí mismo) cuya ubicación puede localizarse en la aprobación de la Ley de
Tierras en el año 2005 (¿inicio de la hambruna del presente?); al igual que con
el control del sector agroindustrial al
crearse en 2005 la Corporación Venezolana Agraria y con la comercialización de
alimentos por parte del sector público luego de crear Mercal Y Casa en 2003. Esa
estructuración se enfocaba en alcanzar un Estado empresario, que es apalancado
con la promulgación en 2008 de la Ley Contra el Acaparamiento, la usura y el
Boicot y con la Ley de Precios Justos en 2011; siendo que ambos instrumentos
jurídicos condicionan la disposición de bienes y el manejo de inventario en
aras de reducir las posibilidades de reinversión de la empresa privada (¡con
ánimo de pulverizarlas lentamente!); siendo que el 18/07/09 el gobierno anunció
que asumiría la importación de alimentos esenciales para, entre otras cosas,
“evitar que las empresas privadas sigan negociando con dólares USA al cambio
oficial” (¡!), y luego un 10/06/10 Chávez declara la “guerra económica” a la
“burguesía apátrida”.
El mch, presentó el
29/03/12 el Plan Nacional Simón Bolívar 2013-2019 señalando que contenía un
modelo pro-socialista para propiciar el establecimiento de un modelo
post-capitalista, y el 12/06/12 hicieron público su Programa de Gobierno que
posteriormente denominaron Propuesta del Comandante Hugo Chávez para la Gestión
Bolivariana 2013-2019, en aras de “darle rostro y sentido a la Patria
Socialista” lo cual pasaba, indicaron, por pulverizar el modelo socioeconómico
burgués para abrir paso a un modelo económico productivo socialista que
enfatiza en el manejo centralizado del ingreso nacional para emplearlo en los
objetivos socialistas, para “construir” un nuevo tejido productivo sustentado
en la propiedad pública, social y colectiva de los medios de producción
fortaleciendo el sistema de distribución directa de los insumos y productos de
consumo intermedio y final a través de cadenas comunales . ¡¡4 años después!!
(Abril 2016), instrumentaron como una ¡gran innovación! (¿?) una Bolsa de
Comida que a un costo de Bs 1.135 es distribuida por los Consejos Comunales
(¿proselitismo electoral con subyacencia anti AN?) contentiva de 4K de harina
de arroz, 4K de harina de maíz, 2K de arroz, 1K de leche, 1 mantequilla y 1
aceite; con implícito manejo discriminatorio ya que la “burocracia comunal
“ejerce a voluntad la selección chavista de los beneficiarios, en irracional
improvisación para sustituir el sistema de mercado como ente socializador de la
distribución que solo exige un salario digno y suficiente y un volumen de
oferta cuantioso y diversificado.
La postergación, por
necedad (terquedad) del totalitarismo chavista, de un plan para restablecer el
equilibrio macroeconómico en cooperación con organismos multilaterales (con o
sin el FMI) y la banca internacional, para procurar unos $ 60.000 millones y el asesoramiento en materia de política
económica; que constituye en la práctica
una clara e inmediata acción para enfrentar el actual desastre económico
muy especialmente en lo referente al equilibrio del sector externo (entrada de
divisas y retorno de la importación de alimentos, medicinas y materia prima),
se nos puede convertir en una hambruna que desborde la paciencia hasta
aglutinar el clamor nacional en torno a cualquier vía esperanzadora.
Jesús
Alexis González
jagp611@gmail.com
@jesusalexis2020
Economista
Miranda
- Venezuela
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