Tres
años tiene Maduro de Presidente. Dos leyes habilitantes y un decreto de
emergencia le han dado poderes absolutos. Ha podido tomar decisiones para
reactivar la economía, mejorar servicios públicos y garantizar seguridad a los
ciudadanos.
Nada
ha hecho. Su tiempo se ha ido en cadenas, en discursos desafiantes contra toda
suerte de enemigos a los que acusa de nuestra situación.
La
culpa es del imperio, las transnacionales, los árabes que se niegan a recortar
la producción, el fenómeno del “niño”, los partidos de oposición. Todos tienen
la culpa menos el PSUV.
Controlan
el Banco Central de Venezuela, el Seniat, PDVSA, el Tribunal Supremo de
Justicia, los ministerios, la casi totalidad de gobernaciones y alcaldías.
Tienen todo el poder y nada hacen.
Negados
a rectificar errores de Chávez y de Maduro, han potenciado el reclamo de
cambio. Es la inercia de este gobierno la que mueve a pedir que se vayan.
Ese
inmenso poder ha sufrido un desgajamiento con la victoria del descontento
convertido en Asamblea Nacional autónoma.
Esa
mole de poder del chavismo seguirá derrumbándose dentro de tan solo siete
meses, para cuando están pautadas las elecciones de gobernadores y diputados a
Consejos Legislativos.
Con
nuevos gobernadores la guerrilla no andaría a sus anchas por Apure, Barinas,
Táchira y Zulia, ni despegarían de esos y otros estados avionetas cargadas de
droga. No ocurriría lo de Tumeremo. Ni estarían abandonados los servicios
públicos como hoy. Ni se malgastaría el presupuesto en decenas de miles de activistas
que cobran sin trabajar.
La
lucha por el cambio en las gobernaciones no es mero electoralismo como algunos
desprevenidos acusan. Es cambio de verdad. Salen gobernadores, sus equipos y
sus erráticas políticas.
En
cambio, si por artimañas del CNE y del TSJ el revocatorio no se diera sino el
año próximo, saldría Maduro pero seguiría gobernando el PSUV, los mismos
ministros, con las mismas políticas equivocadas y con el vicepresidente que
Maduro y Cilia Flores designen.
El
pueblo cree que se irían todos, que vendría un cambio profundo en la manera de
gobernar. Hay que hablar con la verdad. Más le rinde a Venezuela un buen
triunfo en las elecciones de gobernadores que un falso cambio con un referendo
retrasado.
Claudio
Fermin
claudioefm@gmail.com
@claudioefermin
@claudiocontigo
Caracas, Venezuela
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