Según la Cámara Inmobiliaria Venezolana, un apartamento
módico cuesta en el mercado unos 50 mil dólares, que de acuerdo al cambio
oficial de 300 por cada dólar del imperio es una cifra cercana a los 15
millones de bolívares fuertes, lo cual está muy lejos de aspirar el 70% de los
venezolanos que ganan salario mínimo que está en el orden del 70% de los
trabajadores, que apenas les alcanza para medio comer. Tampoco el 27% de los
que ganan hasta 100 mil bolívares mensuales pueden acceder a un crédito para la
vivienda mas económica del mercado inmobiliario formal.
Solo el 02% de los trabajadores formales en nominas
empresariales son privilegiados y ganan
por encima de 230 mil bolívares mensuales, lo cual por su propio estatus
de vida, deben tener vivienda propia para ellos y sus hijos ya casados. Esta
situación de empobrecimiento progresivo de los venezolanos que no pueden
acceder al mercado formal de la vivienda, ha hecho que la cámara de la
construcción paralice el desarrollo de nuevos proyectos habitacionales, con el
agravante que esa industria es la que mas genera empleos en el país.
Antes de la llegada de la mal llamada revolución
bolivariana, los jóvenes universitarios cuando eran novios hacían planes para
contraer matrimonio luego de recibir los títulos. Lo primero era conseguir
empleos estables y alquilar un apartamento módico para vivir mientras
tanto, luego con mucho esfuerzo comenzar
a ahorrar para la inicial y comprar uno propio. Después se pensaba en los hijos
que traerían al mundo y como ayudar en su crecimiento y formación para
enfrentar la vida. Por lo menos esa fue nuestra experiencia personal y sin duda
la de muchos de nuestra generación y las demás hasta 1998.
Hoy los jóvenes universitarios, con pocas excepciones,
por la severa crisis económica, política
y social que se vive en nuestra Venezuela no piensan en contraer
matrimonio, siempre están inmersos en graduarse y marcharse a otro país donde
puedan tener mejor oportunidades de trabajo y bienestar, pero especialmente
donde tengan seguridad personal. En estos momentos los pocos jóvenes que se
atreven a contraer matrimonio no están pensando en cómo alquilar un apartamento
para vivir como pareja independiente porque eso en nuestro país se acabó. En
Venezuela no hay apartamentos en el mercado para alquilar y los pocos ofertados
están en dólares, un pelo difícil para quienes ganan salario mínimo y en
bolívares devaluaos.
Los jóvenes solo tiran una moneda al aire para ver en
cual casa de los suegros se pueden “recostar”, y tener la suerte de ser
aceptados. Es una triste realidad que se cuenta fuera de la frontera, y muchos
no lo creen.
Antes de 1998 un humilde maestro de cualquier pueblo o
ciudad, por no hablar de los que para la época eran considerados los “doctores”
como médicos, abogados, ingenieros y otras profesiones universitarias muy
dignas, un pelo mas arriba en estatus social, con el salario que devengaba
compraba casa, carro, ayudaba en la formación académica de los hijos, salía de
vacaciones todos los años con la familia y siempre tenía un dinerito guardado
para cualquier emergencia. Hoy todos esos profesionales, incluyendo los
maestros, ganan salario mínimo devaluado que apenas les alcanza para comprar
alimentos.
En contraste con el empobrecimiento extremo en el que
hemos sido colocados la inmensa mayoría
de los venezolanos, hay un grupito de enchufaos con empresas de maletín que
estafaron mas de 25 mil millones de dólares a través de Cadivi que celebran
parrandas donde derrochan lo que a la mayoría de los venezolanos nos hace falta.
Los 112 diputados de la MUD deben acelerar el mecanismo constitucional para
acabar con este gobierno corrupto y ladrón, que mas del 90% de los venezolanos
piden que lo cambien.
No pedimos que las cosas se solucionen de un dia para
otro, solo aspiramos que se haga un trabajo para comenzar revertir el estado de
pobreza donde el gobierno de Maduro metió a la mayoría de los venezolanos.
Gerónimo Figueroa
Figuera
geron2ff@hotmail.com
@lodicetodo
CNP:569
Monagas – Venezuela
excelente articulo..
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