lunes, 4 de abril de 2016

JOSÉ FÉLIX DÍAZ BERMÚDEZ, LA CARACAS DE MIRANDA

En la iglesia Catedral de Caracas, templo de piedad y constricción, de identidad profunda para los hijos de la ciudad, el 05 de abril de 1750, recibió las aguas bautismales Francisco de Miranda.

Don Manuel Machado y Luna era Obispo de Caracas entonces en tiempos del rey Fernando VI, y el teniente cura del momento efectuó la bendición del hijo de Sebastián de Miranda, un español canario al servicio del Rey y de Francisca Antonia Rodríguez, con quien aquel contrajo matrimonio el 24 de abril de 1749. Ella, hija del portugués Antonio Rodríguez y de Catalina Espinoza oriunda de Canarias, fue una mujer humilde, tal y como lo apuntó el Cabildo de Caracas. El licenciado don Tomás de Melo, presbítero, fue su padrino y quien posteriormente, en el año de 1756, dio licencia a don Pedro Juan Díaz para el bautizo de otro de los hijos, Francisco Antonio Gabriel, cuyo padrino fue don Francisco Antonio Arrieta.
  
Nacía Miranda en una Caracas que venía prosperando, adquiriendo nuevos hábitos, en la cual sus afanes determinaban su mejoramiento y: “cuyos títulos nobiliarios brotan de la actividad en el manejo de las haciendas” como bien lo expresó Ramón de Basterra.

Vio la luz el futuro Precursor en momentos en los cuales empezaron a alterarse las consideraciones y los tratos entre los isleños y los vizcaínos cuando aquellos manifestaron contra los derechos y privilegios que recibía la Compañía Guipuzcoana. La colocación de Echeverría, que era de estos últimos, como Teniente de Justicia alteró los ánimos, llegando a sostener Juan Francisco de León, isleño promotor de los sucesos, que: “es necesario que en toda esta Provincia no quede ninguna persona de esta raza”. La baja del precio del cacao de 22 a 08 pesos explicó en buena parte los motivos de la insatisfacción. No obstante haber escuchado las autoridades los pedimentos y oficiado al Rey, las protestas continuaron por lo cual de León movilizó a 9.000 hombres en las afueras de la ciudad.

En la Caracas de los meses previos al nacimiento de Miranda fue gobernador don Luis Castellanos, hombre conciliador que tuvo que arbitrar hábilmente los primeros episodios del movimiento contra la Guipuzcoana. Le sustituyó don Julián de Arriaga, quien procuró también avenir las diferencias y hasta dictó una amnistía. Fue un hombre ilustrado que luego de su estadía en Venezuela fue nombrado Ministro de la Corte.

Era Caracas una provincia laboriosamente cultivada en la cual existían numerosas haciendas de cacao y otros frutos, lo cual fomentaba el comercio en el que participaban los isleños en los valles de Panaquire, Caucagua, en las tierras del río Tuy y en la propia ciudad, cuyos productos que eran ofrecidos en Santiago de León, capital provinciana, y que también se destinaban a otras zonas.

Era la ciudad de admirables planicies de verdor y fecundidad inigualable, de agradable clima y en la cual los ríos cruzaban toda su extensión y que separaba la montaña del mar. Ciudad de agricultores y de  mercaderes, también de soldados, funcionarios y señores, de la Universidad en la cual se dictaban a sus prometedores estudiantes las cátedras de teología y de latinidad. Era igualmente, la ciudad mantuana altiva y excluyente en la cual los canarios, blancos inclusive, pugnaban por ser reconocidos y cuyos actos civiles eran asentados en los libros de mulatos y de pardos.

Venezuela tiene en Miranda el más ecuménico de los ciudadanos, el más culto de los militares, el más ilustre de los libertadores, quien como timbre de orgullo expresó ser: “natural de la ciudad” cuya causa sostuvo antes de que ella misma la emprendiese y en la cual estableció el principio de: “la pluralidad o mayoría de los pueblos de Caracas” y que se respetase: “la voluntad general de sus comitentes” ante el Gobierno, ante la adversidad y ante la historia.

Jose Felix Diaz Bermudez
jfd599@gmail.com
@jfdiazbermudez

Anzoategui - Venezuela

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