jueves, 26 de enero de 2017

ANTONIO JOSÉ MONAGAS, LA DESIGUALDAD COMO EXPRESIÓN DE DICTADURA

VENTANA DE PAPEL

Aunque existen muchas formas forma de robar y de abusar, muchas de ellas son legales. Las leyes permiten y amparan delitos cometidos bajo condiciones especiales. Los mismos legisladores son parte interesada y por tanto, juegan a la impudicia amparando fechorías que disfrazan para suponer actos de legítima facturación. Con base en tan absurdos criterios pero ciertos y contundentes, se consolidan estados-naciones. Sobre todo, aquellos política y económicamente encarecidos por el despotismo, la arbitrariedad y el autoritarismo propio de regímenes que se suscriben a modelos políticos intransigentes.

Por muchos valores políticos y morales que exalte la Constitución de un país, no necesariamente el ejercicio de su gobierno es significado de solidaridad, tolerancia y dignificación de la persona. Generalmente, las realidades son demostrativas de condiciones bastante alejadas de la teoría que registra la ciencia política o la ciencia administrativa.

A pesar de protestas que objetan la indebida apropiación de la economía por parte de un Estado retorcido por la obstinación, incapacidad y resentimiento de sus artífices, ha venido fortaleciéndose la idea de consolidar un Estado absoluto. De un Estado en manos gubernamentales pues en el propósito de centralizarlo y dominarlo todo, está la razón de un gobierno suspendido sobre los fundamentos que le proporcionan el manejo del Estado desde una perspectiva que abarque la mayor parte de lo que puede fungir o ser declarado de interés estratégico. Sólo que los criterios para calificar el carácter estratégico de algún elemento público-nacional, es potestad de una sola parte y que no es otra que la representativa del gobierno.

Es el caso específico de cuanto sucede en Venezuela provocando la degeneración de procesos fundamentales para la vida de la nación. Sobre todo, a consecuencia de ambiciones de gobernantes que siguen viviendo sin escrúpulo alguno. Sólo, atendiendo intereses personales obviando todos aquellos que configuraron promesas de campaña electoral. Ha sido así como el concepto de igualdad que suscribe la Constitución Nacional, ha resultado tristemente un “saludo a la bandera” para no decirlo con la beligerancia que merece el hecho de repudiar tanta desvergüenza asentida en cada decisión gubernamental.

El concepto de “igualdad” pareciera no comprenderse en su exacta acepción. No solamente ha sido descontextualizado en su ámbito político. Igualmente, social y económicamente lo cual trastocó la naturaleza de la democracia pretendida habida cuenta de ser un valor que en principio asistió la necesidad que vieron los griegos hace más de dos mil quinientos años para validar el sentido y composición de la democracia.

De manera que resulta incomprensible utilizar el término “igualdad” para rellenar frases que exaltan libertades y derechos humanos y que luego se tornan huecas en su aplicación por cuanto su interpretación es vulgar y alevosamente manipulada. El “quítate tú para ponerme yo”, tal como suena, es consecuencia de la manera demagógica como es traducido el concepto de “igualdad” cuando se impone la arbitrariedad como recurso de dominación. O cuando se actúa según el crudo aforismo de: “lo ancho para mí, lo angosto para ti”. De ahí que las tiranías buscan someter sus pueblos con el manejo perverso de situaciones coloreadas con el valor “igualdad” sin siquiera considerar el talante moral y semántico de su contenido filosófico. Por eso, en cualquier régimen autocrático, y es la patética realidad que se asoma en Venezuela, se tiene la desigualdad como expresión de dictadura. 

Cuando un gobierno actúa al margen de fundamentos de teoría económica dirigidos a reordenar la vida nacional en función a objetivos que impulsen la calidad de vida, le toca actuar contrariamente a la lógica. Así justifica el gasto realizado sin posibilidad de garantizar resultados loables.

Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Merida - Venezuela

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