AL COMPÁS DE LA CIENCIA
Uno no puede menos que indignarse. Es como resucitar al bonguero Martín
Espinosa, lugarteniente de Ezequiel Zamora, quien al grito de “¡Mueran los
blancos y los que sepan leer y escribir!” cargó con cuantos pudo en la guerra
federal para saciar su sed de sangre, nacida de un resentimiento infinito hacia
la cultura, el saber y sus depositarios, tanto que su propio jefe, otro bárbaro
elevado a los altares de la revolución sin más credenciales que la brutalidad,
decía de él que “el odio represado en el zambo es nuestro mejor aliado”… hasta
que dejó de serle útil y lo fusiló.
Esto viene a cuento porque en la noche del viernes 13 al sábado 14 de
enero de 2017, el Palacio de las Academias fue asaltado por delincuentes que se
dieron a la tarea de llevarse todas las computadoras (no menos de 60) y otros
equipos electrónicos ubicados en las instalaciones de las seis Academias que
tienen su sede en el Palacio, además de ensañarse contra el mobiliario de las
oficinas y los archivos que quedaron regados por el suelo. Un trabajo
meticuloso y exhaustivo que debió ser llevado a cabo por varias personas a lo
largo de toda la noche.
Habrá quien diga que esa es la Venezuela de hoy, plagada de crímenes sin
culpables, que a todos nos ha tocado una cuota de violencia en estos casi
cuatro lustros de revolución fallida. Y
que por lo tanto, algún día sería el turno del Palacio, actitud resignada que
debemos desafiar. En este implacable proceso de degradación moral y social al
que hemos sido sometidos por el régimen, los hijos de la revolución han sido
desalentados de cualquier proceso educativo serio como fuente de ascenso
social, adoctrinados en la miseria espiritual del robar y asesinar como germen
de “justicia” contra la desigualdad, convertidos en ese “hombre nuevo”
infectado con el virus del resentimiento y el odio, promovido o por lo menos,
tolerado desde las altas esferas del poder a lo largo de 18 años.
Este acto criminal no es un episodio cualquiera. Es un evento más en una
larga cadena de hechos similares y recurrentes acaecidos en instituciones
universitarias y de investigación a lo largo de esta época oscura, que apuntan
hacia un permanente irrespeto al conocimiento, a la cultura, a todo aquello que
eleve el espíritu de las gentes y de la nación. Martín Espinosa versión siglo
XXI.
Como si fuera poco, la violación del Palacio de las Academias es
doblemente dolorosa porque ese recinto es Monumento Histórico Nacional desde
1956, luego de haber servido sucesivamente como sede del Convento de San
Francisco desde su construcción hacia 1577, asiento de la Cámara de Diputados
del Congreso Nacional hasta 1845 y sitial de la Universidad Central de
Venezuela hasta 1953. De tal manera que este malsano ataque al Palacio toca en
lo más profundo al alma nacional y a la
venezolanidad.
Por esa misma razón, por el extraordinario valor histórico de esta
edificación para Venezuela y los venezolanos, el Palacio de las Academias
debería ser un recinto cuidado con esmero por los gobiernos nacional y local,
protegido por esos mismos cuerpos de seguridad del estado apostados en las
colindantes instalaciones del Palacio Legislativo o Asamblea Nacional, del
Consejo Nacional Electoral y de la Alcaldía Libertador. No es ése el caso hasta
ahora.
El asalto al Palacio se suma a los innumerables actos de violencia que
ocurren diariamente en este momento infausto para los venezolanos de bien. No
obstante, no es cuestión de amilanarse; más bien, crecernos en la adversidad,
continuar con nuestra labor ductora hacia la sociedad venezolana, obligados por
ley e impulsados por nuestros valores cívicos. En fin, seguir cimentando
presente y futuro. Y apoyarnos en todos aquellos que valoran una sociedad
distinta a la anomia actual, una sociedad fundada en el conocimiento y el
progreso, que vendrá con esas “luces para construir la nueva Venezuela” a las
que se refirió la Conferencia Episcopal en su reciente exhortación.
TUITEANDO:
- Según el Observatorio
Venezolano de Violencia, 2016 cerró con 28.479 asesinatos, con lo cual la cifra
total de homicidios se elevó a 106 mil en los 4 años de este período
constitucional. Todo un record que nos ubica como el segundo país más violento
del mundo, con exclusión de países en guerra.
- Desplome del 23% del
PIB e inflación de 830% en 2016 son las cifras preliminares del Banco Central
de Venezuela. Otro logro económico de la revolución.
- Mortalidad materna,
infantil, enfermedades -incluso reaparición de algunas erradicadas- y niños
desnutridos y mal alimentados marcaron el campo de salud venezolano en 2016.
Gioconda San Blas
gsanblas@gmail.com
@daVinci1412
Miranda - Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario