SI ME ENGAÑAS UNA VEZ ES TUYA LA CULPA
La decisión de la Fiscalía General de exonerar a Óscar Iván Zuluaga de
toda responsabilidad en el escandoloso asunto del hacker Sepúlveda, podría, si
este órgano se atreve a ir más allá en sus indagaciones, llevar a constatar que
fue por una turbia jugada que el otro candidato, Juan Manuel Santos, obtuvo un
triunfo que en franca lid hubiera perdido.
De suerte que el presidente en ejercicio tiene encima un manto de duda
bastante razonable. El masivo fraude en algunos centros electorales de la Costa
Atlántica, la compra masiva de votos y la infiltración de la campaña de Zuluaga
deberían tenerse como hechos suficientes que configuran una situación de
ilegitimidad tanto para el presidente como para todo su gobierno en ejercicio.
Hay que tener en cuenta que no fue un hecho aislado, pues de tiempo
atrás el señor Juan Manuel Santos utilizó procedimientos indecentes para
abrirse camino en la política y en su aspiración presidencial. Los hechos que
de él se conocen dan para concluir que estamos ante una persona acostumbrada a
artimañas y picardías, y que apela a métodos que nos revelan a un ser dispuesto a arrasar con principios, valores,
normas y leyes con tal de alcanzar sus objetivos.
Haber propuesto e intrigado con guerrillas, paramilitares y sectores
políticos institucionales un golpe de estado contra el presidente Ernesto
Samper no fue una ocurrencia. En 1999 en una entrevista en la que defendía las
negociaciones Pastrana-FARC, reconoció que él y las FARC tenían muchas cosas en
común. No es cristalina su actitud en el
tema de los llamados “falsos positivos” pero lo evidente es que sacrificó al
comandante del Ejército, que está hoy contra las cuerdas, uno de los gestores
de la Operación Jaque y a otros altos oficiales, para eludir sus
responsabilidades como ministro de Defensa.
En 2010 esperó, agazapado, que su principal rival para suceder a Uribe,
Andrés Felipe Arias, cayera víctima de una emboscada de la que aún no ha podido
librarse, para lanzarse como el continuador de las exitosas y aprestigiadas
políticas de Uribe. Quedó en evidencia que engañó a Uribe, al uribismo y a sus
electores porque se hizo elegir con unas banderas para poner en ejecución las
de los derrotados.
A lo largo de las negociaciones de paz, un proceso que inició con apoyo
entusiasta de la opinión pública, él mismo, con una posición condescendiente y
débil con las FARC y prometiendo cosas que después incumplía, fabricó el
desprestigio de esas negociaciones: (habrá cárcel, las FARC entregarán las
armas, responsables de crímenes atroces no irán al Congreso, ni la Agenda
Nacional ni la Constitución serán negociadas, etc.).
Pero lo más grave, si es que es posible hallar conductas mucho más
dolosas, no solo desde el punto de vista ético sino penal, fue lo hecho para
forzar la aprobación del acuerdo de paz. Algunos demócratas de smoking, de esos
que escriben en las columnas de los diarios disertaciones alambicadas para
relativizar el alcance del mal causado, han sido incapaces de hacer la luz
donde todo es oscuro. Y es que haber transformado la derrota del Acuerdo en el
plebiscito del 2 de octubre a través de una maniobra engañosa, pérfida y
temeraria, debería ser suficiente para encauzar al presidente por
desconocimiento de la voluntad popular.
Y, para redondear la faena, propiciar el golpe de estado por medio del
cual quedó suspendida o eliminada la separación de poderes, se le otorgó a una
guerrilla terrorista sin haber entregado o dejado las armas la condición de
constituyente, que lo dotó de plenos poderes por seis meses prorrogables, que
sustituyó la Constitución reformando aspectos del bloque de constitucionalidad
a través de métodos espurios y en cuanto asaltó el derecho exclusivo que al
respecto le corresponde al constituyente primario.
El golpista frustrado de los noventa, hoy es “exitoso”. Su golpe no es
visto por muchos como tal porque no hubo sangre y porque a la manera del de
Rojas Pinilla el 13 de junio de 1953, contó con el apoyo de los “altos
poderes”. La comunidad internacional y organismos que se han desnaturalizado
como la ONU y gobiernos que no saben el agua que los moja, han venido a
aplaudir al ilegítimo.
Si a estas bajezas ha llegado este presidente y este gobierno y si
tienen apoyos que ya darían para hablar de un “Régimen”, cosas peores pueden
ocurrir en los días que vienen. Me pregunto si habrá garantías plenas en las
elecciones de 2018 y llamo la atención para que se solicite la veeduría de
organizaciones internacionales libres de mancha o sesgo ideológico.
Ruben Dario Acevedo Carmona
rdaceved@unal.edu.co
@darioacevedoc
Colombia
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