“Si no hay un respeto sagrado por
la Patria, por las Leyes y las Autoridades, la sociedad es una confusión, un
abismo; es un conflicto singular de hombre a hombre, y de cuerpo a cuerpo” /
Simón Bolívar
No podía ser más oportuna la celebración de los 200 años del nacimiento
de Ezequiel Zamora, para con este pretexto el régimen al frente del cual se
encuentra Nicolás Maduro exhibir la fanfarrona predica de su socialismo
marxista y mal llamado bolivariano, y para desgracia comunista, con un desfile
militar que tuvo lugar en Los Próceres, en el que no faltó se pusiera de
manifiesto la improvisación y el apuro por poner en escena un evento para hacer
gala de las excentricidades propias de quien pretende desviar la atención del
pueblo de los ingentes y graves problemas que lo agobian.
El apremio para realizar el acto de Los Próceres en el que afloró la
improvisación, fue visible y ello no lo pudo disimular el General que presidió
el desfile militar, montado sobre un corcel para pedirle permiso a Maduro e
iniciar el acto, pues tartamudeó en su “caletreado” parte militar, el que en
determinado momento olvidó y quedó callado por un prolongado tiempo, ante el
murmullo de los asistentes que miraban de reojo a quienes ocupaban la tribunal
presidencial. Se notaba en el alto oficial su angustia y nerviosismo, por lo
que apretaba disimuladamente las bridas del animal, ajeno al trance que atoraba
a su improvisado jinete.
La celebración del bicentenario del nacimiento de Zamora, hizo posible
que el régimen chavista-madurista, pontificara la figura de un hombre
cuestionado por la historia, al llevar sus restos al Panteón Nacional, sagrado
altar de la Patria para honrar la memoria de sus Próceres, demostrando con ello
su crasa ignorancia histórica, como en cierta ocasión calificó el fallecido
Manuel Caballero: “El salto gigantesco que le hizo a la historia del
conocimiento humano, permitió que en ese terreno, para eterna vergüenza, lo que
se tiene de Zamora es la aceptación por su parte de llegar a Caracas a matar a
todos los ricos, a todos los blancos, a todos los que sepan leer y escribir”. Y
si bien es cierto, añade que esa frase no la pronunció Zamora, fue un brujo de
las hordas de Martín Espinoza, a la vez uno de los capitanes por un tiempo
preferidos de Zamora, pero fue este “general del pueblo soberano” quien le
abrió a Tiburcio las puertas de la iglesia de Paso Real, par que pronuncie su
espantoso sermón”.
Desde que Hugo Chávez llegó al poder quiso exaltar la figura de Ezequiel
Zamora como líder de la patria, socialista y luchador por la independencia de
Venezuela. Sin embargo, indagando un poco más en la vida de este personaje al
que el régimen elogia, el fallecido Comandante galáctico contribuyó a falsear
al verdadero Zamora, tras contar una historia que nunca existió. No hay sino
que leer el libro cuyo autor es Adolfo Rodríguez, titulado “Ezequiel Zamora”,
una biografía bien documentada con hechos de la época, pese a no existir una
memoria histórica, para observar el contenido de una gesta demasiada
contaminada, por la ambición y los resentimientos (pag. 27). Y en la página
siguiente subrayada por su autor, traza la silueta de Zamora al mostrar su
origen mantuano, por lo que al respecto refiere textualmente: “Fue
canastillero, dueño de esclavos, escrupuloso bodeguero, defensor del orden
paecista, ferviente devoto de la buena vida, apegado a la tranquilidad
doméstica, y una de las carnes de cañón más efectivas de toda la historia
nacional”
Desconoce Maduro obviamente, que los auténticos líderes no son el
resultado de la improvisación, y que su palabra tiene que estar en sintonía con
los grandes anhelos y los objetivos nacionales, fijando normas y
procedimientos, sin demagogia y aun contrariando ciertas posturas facilistas o
equivocadas. El filósofo español Fernando Savater dijo en cierta ocasión: “El
populismo es la democracia de los ignorantes. A veces sirve para sublevar
contra problemas reales, pero no para solucionarlos. Busca revancha, pero no
reforma”.
En los últimos tiempos se escucha cotidianamente un clamor que aspira a
un cambio y a la aparición de nuevos liderazgos, ante la ineficiencia,
ineptitud, improvisación, incapacidad, abuso de poder, atropello a los derechos
humanos, a la libertad de prensa y de información, escandalosa corrupción,
escasez de alimentos y medicinas, desempleo, galopante burocracia, nepotismo,
inseguridad y toda una laya de males que aquejan día a día a miles de
venezolanos, sumidos en la más dolorosa miseria y dolor jamás imaginada y
experimentada, a lo largo de estos casi 18 años. Un pueblo que vive un ambiente
de totalitarismo ideológico y político con un régimen intolerante, sectario que
no acepta las reglas democráticas y que vulnera los derechos sociales, e
irrespeta las libertades ciudadanas.
El cómico Groucho Marx (los chavistas-maduristas probablemente creen que
su revolución está inspirada en este humorista), de agudo ingenio expresó en
alguna ocasión, que “la política es el arte de buscar problemas, encontrarlos,
hacer un diagnóstico falso y aplicar después los remedios equivocados”. Da la
ligera impresión de haberse inspirado en la revolución socialista-marxista y
mal llamada bolivariana, en la que existen muchos fanáticos seguidores. Y un
ejemplo a la mano, es la manida frase de que la crisis que afecta a Venezuela
obedece a la “guerra económica”, generada por los “apátridas, el imperialismo
norteamericano, sector empresarial privado, oligarquía y a los paramilitares
colombianos”, todo lo cual según los recurrentes discursos (¿) de Maduro, ha
afectado el aparato productivo del país, e incidido en la horrenda crisis que
vivimos millones de venezolanos.
Desde que asumió el poder, por cierto muy cuestionado por la poca
transparencia del proceso, y que ganó por muy escaso margen, Maduro se ha
extralimitado en lo que no es de su incumbencia, usurpando atribuciones ajenas
que no le compete, una sublevación contra todo tipo de respeto, arrogándose una
autoridad ajena a la naturaleza de la alta investidura presidencial,
configurada solo para que le obedezcan y para mandar en medio de turbaciones,
intemperancia e injusticia, con los que la cobardía se resume en una sola
palabra: dictadura, con la que privilegia la impunidad, la violencia, la
ambición y el desparpajo de una falsa revolución dizque socialista, marxista y
mal llamada bolivariana.
En artículo anterior calificamos al régimen de utópico, autócrata y
cleptócrata, términos a los que habría que agregarle los de mitómano y procaz,
pues ajenos a las normas elementales que se ejercen en una auténtica
democracia, Maduro, Cabello, Jaua, los hermanitos Rodríguez, Jorge y Delcy,
Carreño, Arnal y toda la pléyade de conmilitones que disfrutan del condumio que
les brinda el poder, no conocen el arte de la política, y mucho menos la
decencia, el respeto y los buenos modales que deben prevalecer con propios y
extraños, y por el contrario, sin escrúpulos ni vergüenza de ninguna naturaleza
exhiben sus modales pendencieros, en su afán por provocar y exponer al escarnio
público a sus adversarios, que no comulgan con el esperpento que pretenden
imponer bajo la etiqueta de una falsa revolución socialista del siglo XXI, la
cual por cierto dejó de lado su mentor Heinz Dieterich, el mismo que hace pocas
semanas advirtió el total fracaso del régimen de Maduro, al que pronosticó
peligrosas tormentas en el seno del PSUV, en cualquier momento.
Para Maduro y su hueste cínico-militar (cínico), la calumnia insolente y
el insulto vulgar y procaz es su arma de combate en la lucha contra sus
adversarios, por lo que es lugar común escucharles expresiones como la de Iris
Varela: “Que no dejen entrar al país a Alicia Machado, es una prostituta, mujer
de narcotraficantes”, u otra, Diosdado Cabello: “Ustedes vieron la declaración
del vicepresidente colombiano. Dice él que no quiso ofender a nadie y le parece
una protesta exagerada. ¿Entonces, yo le puedo decir hijo de la
gran…p….verdad?”. Y el propio inquilino de Miraflores, con aviso de
desocupación de la otrora residencia de Misia Jacinta, quien al estilo de un
perdonavidas, hace gala de su incontinencia verbal a menudo contra quienes le
critican, le ha mentado la madre a más de uno, a todo gañote y en horario
prohibido para los menores de edad.
Todo un circo, como la celebración del bicentenario del nacimiento de
Zamora, espectáculo con el que Maduro encontró un nuevo pretexto para pretender
ideologizar a párvulos creyentes, a quienes ofrecen villas y castillos como la
tarjeta de la Patria, con la que procura ganar la irredenta voluntad de
inocentes que hambrientos de necesidades, aún creen en sus cuentos de camino,
arropados con la tediosa frase de que “Solo en socialismo se logra un patria
soberana, socialista y antiimperialista”. En medicina la calificarían como una
curiosa patología, por lo que ahora entendemos la curiosa coincidencia, de que
el 4 de febrero se celebra el Día mundial de la lucha contra el cáncer.
Carlos E. Aguilera A.
careduagui@yahoo.com
@_toquedediana
*Miembro fundador del Colegio Nacional de Periodistas (CNP.122)
Aragua - Venezuela
No hay comentarios:
Publicar un comentario