EL COLAPSO
No cabe duda que Venezuela atraviesa por un estadio político
extremadamente peligroso y grave para el presente inmediato y el futuro. La cultura, la ética y la moral socio
política han colapsado en la sociedad venezolana produciendo un verdadero
estado de anomía. Hemos perdido nuestra capacidad de asombro y ha desaparecido
la solidaridad que caracterizaba a los ciudadanos, de respeto y tolerancia en
el comportamiento cotidiano.
Hoy no me refiero al colapso socio/económico causante del insólito
deterioro de la sociedad en alimentación, salud, educación y demás obligaciones
del estado que se encuentra en total y absoluto abandono por parte de la
presidencia de la república y la ineficiencia de su tren ejecutivo, hablo de la
destructiva agresión que soporta el país fríamente calculada por el peor
enemigo interno que puede tener un país, como lo es el vaciamiento social,
político y ético de su propio gobierno creando miseria, latrocinio, hambre y
muerte, convirtiendo a la sociedad venezolana en una sociedad anomía,
entendiendo por tal la negativa, por impericia, incapacidad, indolencia,
desinterés e iniquidad del grupo gobernante en satisfacer las necesidades
ciudadanas y en solucionar la problemática social en general, gracias a su
visión cortoplacista que le permite mantenerse en el poder mediante promesas
incumplibles, sin visión de largo plazo dentro de los criterios modernos de la
prospectiva política.
Una sociedad no se descompone de la noche a la mañana, el daño es
producto de políticas populistas que privilegian la dádiva a cambio de un voto
y a un régimen deshumanizado que desecha en bienestar social en favor de
privilegiar a un grupúsculo egoísta e individualista complaciente ante la
corrupción.
Solo tendremos una sociedad importante que haga respetar sus derechos y
supere a anomalías, cuando ella misma demande la ampliación y mejora de la
calidad de los servicios del Estado y dejemos de tener una aceptación tácita a
las agresiones sociales, económicas, éticas, judiciales y demás reglas de la
buena convivencia y del desarrollo sostenible, mientras ello no ocurra, seremos
una “sociedad anómica”, carente de un orden moral y ético.
La sociedad clama por una gran demanda de legalidad, una alta valoración
de la Constitución y una demanda de líderes capaces de manejarse con apego a
las leyes y la superación de la desconfianza al poder judicial, debido a su abyecta
sumisión al ejecutivo por razones crematísticas, lo que crea un grave manto de
impunidad, reflejo del hiperpresidencialismo, que ha violentado de manera
sistemática el equilibrio de poderes previsto en la Constitución Nacional.
Es necesario advertir que nosotros mismos, de una u otra manera, jugando
a la anomía sociopolítica, con nuestra pasividad y silencio encubridor, nos
hemos convertido en cómplices del régimen, favoreciendo la delincuencia
oficialista que día a día incrementa su poder en nuestro país. Cada uno de
nosotros, que callamos y permitimos que los delincuentes se adueñen de los
espacios públicos, somos corresponsables de esa anómica descomposición.
Fernando Facchin Barreto
ffacchinb@gmail.com
@fernandofacchin
Carabobo - Venezuela
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