DICTADURA DESCARADA
La
cúpula militar, con la participación de los cuerpos policiales y las pandillas
de colectivos armados ejecutan la represión más cruenta, sistemática,
planificada e intensa que haya ocurrido en nuestro país contra la población
civil, sometiéndola a procedimientos propios del estado de sitio y a la
negación de todos sus derechos constitucionales.
Ahora
el régimen se convierte en dictadura descarada y abierta, dispuesta a sofocar
una rebelión democrática extendida rápidamente hacia los sectores más pobres de
la población. Y como consecuencia de ello, la confrontación cambia radicalmente
de naturaleza cuando esa crisis traslada a la ciudadanía un protagonismo sin
precedentes, y junto al protagonismo popular la dirección política se acopla al
reclamo que impone la calle
El
país, cada día más unido y militante, exige la salida de Maduro para dar paso a
una transición que atienda con urgencia el desastre social y económico, que
rescate las instituciones secuestradas, realice elecciones estadales y
municipales, y escoja a un nuevo
presidente de la república capaz de gobernar en el marco de valores democráticos.
Mientras
los venezolanos nos movilizamos por la reconquista de derechos fundamentales, el gobierno responde
con crueldad extrema que hasta ahora deja un saldo de 29 muertos, centenares de
heridos, además de numerosos detenidos, muchos de los cuales han sido sometidos
a torturas, vejámenes y maltratos físicos. Y a estas alturas del largo y penoso
proceso político económico y social ocurrido durante los últimos 17 años, la
república se encuentra en una de las encrucijadas más peligrosas y difíciles
con la economía colapsada y con cifras de empobrecimiento miseria y
marginalidad sin parangón en la historia de la Venezuela petrolera.
Mientras
tanto las respuestas gubernamentales a esta tragedia colectiva son: mayor
concentración del poder, cierre de cualquier salida democrática que ponga en
peligro la vida del régimen y uso de la fuerza para impedir los cambios que el
país necesita
En
las salas situacionales del oficialismo se venía contemplado desde hace tiempo un escenario como el que hoy
finalmente se vive. La muerte de Chávez y el descalabro económico, producto de
la baja de los precios del petróleo y del gigantesco saqueo de los recursos
públicos, vaticinaban el desmoronamiento de un apoyo popular que había sido
logrado mediante dádivas irresponsables presiones y mentiras.
En
otras palabras los estrategas del régimen se prepararon para un inevitable
conflicto social producto de sus propias políticas. Y cuando Nicolás Maduro y
el PSUV quedan incapacitadas para
afrontar el desmadre del país, los militares pasan a ser el único factor de
poder represivo ante lo que puede convertírseles en un caos incontrolable.
Esa
pretendida solución militarista se vio fortalecida con la aplastante derrota
del gobierno en las parlamentarias de 2015. Recordemos que el Plan República
garantizó el resultado verdadero de las votaciones, y neutralizó de manera
efectiva a colectivos armados que intentaron aterrorizar a los votantes y
desconocer la impecable victoria de la oposición.
Y
mientras la disidencia democrática celebraba su histórica victoria ese domingo,
Padrino López demostraba a extraños y propios donde reside el verdadero poder
de decisión.
A
partir de entonces la misma cúpula militar que permitió a los partidos de la
MUD asumir el control de la Asamblea Nacional, se encargó de proteger y aupar
las maniobras destinadas a lograr el desmantelamiento institucional del órgano
legislativo, mediante la utilización del TSJ y de los poderes públicos
secuestrados por el oficialismo.
Carente
de fuerza real, hoy es perfectamente claro que Maduro gobierna bajo tutela en
una eufemística fórmula de “alianza cívico –militar”, que en la práctica es una
dictadura presidida por un civil sin autoridad verdadera, y sometido al
creciente poder del aparato castrense. Así las cosas, las instituciones
republicanas han quedado convertidas en despojos.
Una
evidencia del avance de ese proceso, cada día más “militar” y menos “cívico”,
es el reglamento que Padrino impuso el 2014, mediante el cual las armas de
fuego “potencialmente letales” pueden ser utilizadas para atacar a
manifestaciones opositoras. Esto, a pesar de que el artículo 68 de la Constitución
prohíbe el uso de estas armas contra manifestaciones pacíficas. Ahora
comprendemos los efectos de aquella medida que se concreta hoy en desolación y
muerte.
Igualmente,
ese poder de los uniformados se demuestra en el creciente control de la fuerza
armada en áreas económicas de vital importancia estratégica para la nación.
Recordemos que Maduro les ha entregado
buena parte de la explotación del llamado Arco Minero del Orinoco, que
comprende 112 mil kilómetros cuadrados extendidos en Guayana, Amazonas y Delta Amacuro.
Vistas
así las cosas, todo indica que a medida que se concentra en los generales el
ejercicio efectivo del poder con el fin de controlarlo todo, sus métodos
represivos y la incapacidad para dialogar les continuarán aislando del resto de
la nación y de la comunidad internacional.
Por
esa razón, cuando se retira a nuestro país de la Organización de Estados
Americanos el régimen demuestra su decisión de “apartarse a la cubana” del
sistema interamericano, como hizo el Fidel de los años 60, en la creencia de
que el aislamiento les facilitará el control de la sociedad mediante una
represión aún más cruenta contra la
población civil.
La
ruptura del hilo constitucional denunciada por la Fiscal General de la
República, y la advertencia que esta prominente figura del chavismo formula
sobre arbitrarios procedimientos represivos, es un tardío pero inteligente y
poco sutil recordatorio dirigido a sus antiguos compañeros, para que tengan en
cuenta que la impunidad criminal es cada día más difícil en el mundo político
de hoy.
Lo
cierto es que, a menos que ocurran acontecimientos sorpresivos dentro de la
propia institución militar, el panorama continuará signado por una lucha cada
día más intensa entre millones de venezolanos civiles que queremos democracia y
justicia y una cúpula de generales que creen poder imponernos una dictadura
cuartelaria.
prensaalianzapopular@gmail.com
Julio
Cesar Moreno Leon
juliocesarmorenoleon6@gmail.com
@juliocesarml44:
Miranda
- Venezuela
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