La libertad pertenece a la estructura misma
de la conciencia. Jean-Paul Sartre
El deseo de
vivir en paz y con tranquilidad después de transcurridos dieciocho años en
permanente desasosiego e incertidumbre, ha hecho que la ansiedad y la angustia
se apodere de muchos miembros de la población venezolana, y con ellas, viene
acompañado el pesimismo al no haber un desenlace que anuncie el fin de esta
pesadilla y el comienzo de una nueva etapa que aclare y afiance nuestro destino
como nación civilizada y moderna. Quizás por estar inmersos en este convulsivo
proceso social que nos tocó vivir, en unos casos como actores, y en otros como
espectadores, no alcanzamos a percibir las señales que anuncian que el cambio
de rumbo es indetenible.
Los
venezolanos estamos dando una gran lección al mundo porque hemos decidido tomar
con valor y mucha fe en nosotros mismos, las riendas de nuestro futuro. La
presión y el tratamiento de nuestro caso en los organismos internacionales es
muy importante, pero sus mecanismos de acción son muy lentos y cautelosos
debido a la existencia de intereses diversos. El régimen acaba de anunciar la
salida de Venezuela de la OEA. Decisión previsible porque las dictaduras
prefieren el aislamiento tratando de evadir los llamados y acciones correctivas
al cumplimiento del orden democrático.
Los venezolanos
hemos hecho de nuestra soledad en esta lucha, una filosofía. Llevamos varias
generaciones en ella mientras los países observan con la actitud de los buitres
algunos, y con indiferencia ante el temor de la teoría del bumerang, otros.
Los héroes
anónimos y el liderazgo moral de algunos valientes y decididos compatriotas, ha
impulsado a los dirigentes políticos para que asuman con gallardía la
conducción de las acciones políticas que pongan fin a esta locura.
La desnudez
de un joven clamando un freno a la barbarie, respeto a los derechos humanos y
permitir la protesta en paz, también desnudó a la injusticia venezolana ante el
mundo, esa cuya balanza se inclina totalmente hacia un solo lado. La señora que
íngrima y sola se atrevió a tocar el frío metal de una tanqueta militar para
detenerla mientras aspiraba el caliente y tóxico gas del odio oficial; la
monjita que con su fe puesta en Dios extiende su mano a uno de los verdugos del
régimen; las vidas que se han ido inocentemente en pos de la libertad; la entereza
de los presos políticos a pesar del ensañamiento de la dictadura, y el llanto
de los que se despiden con la esperanza de volver , son nutrientes que
alimentan nuestro ánimo para seguir en la lucha, tornando más vigente que nunca
el grito de Emiliano Zapata:
“Si no hay justicia para el pueblo que no haya
tranquilidad para el gobierno”
Hasta que las trompetas de la libertad anuncien
un distinto amanecer.
Neuro Villalobos
nevillarin@gmail.com
@nevillarin
Zulia - Venezuela
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