El mayor daño que ha podido ocasionar el
binomio Chávez-Maduro con su revolución ha sido la tristeza que hoy es
frecuente en cada hogar venezolano. Éramos un país de gente bonachona, siempre
había un motivo que celebrar para montar el bonche; un nacimiento, un cumpleaños, un recibimiento
o despedida constituían razones para encender un mayor número de luces como
señal de alegría en esa vivienda. La
costumbre del escape acorde a las posibilidades de las familias era hábito
enraizado; por tierra, mar y aire se
multiplicaban las demostraciones de lo
que era Venezuela en su tiempo de democracia.
Pudiéramos decir que las limitaciones
responden a una dependencia mundial que
afecta la economía de los países; pero
en esos años -como se dice popularmente- “éramos felices y no lo sabíamos” el
ingreso del petróleo fue inferior a los
diez dólares, mientras que por las manos de Hugo Chávez llegó a superar el
orden de los 110 dolares por barril, cifra suficiente para que cada venezolano
disfrutara de una mejor calidad de vida, producto del seguro empleo y el
ingreso justo con menos consecuencia de la inflación y el grosero aumento de la
comida, los insumos y todos los bienes y servicios.
Hablamos de un país triste, las calles a
partir de las seis de la tarde comienzan a mostrar un rostro de soledad por el
terror que causa en la imaginación el riesgo de ser asaltado por los ladrones
que deambulan en la ciudad. Nadie esta
exento de este flagelo, pero la gente mas humilde, la de a pie y el autobús es
la que mas siente su tristeza por quien ya quedó en el camino o porque este
gobierno le ha arrebatado su derecho a ser libre. No hay casa que no tenga barrotes con la
sensación de un algo de seguridad, pero en la parte interior de esos barrotes
se vive de recuerdos; hoy la realidad es otra: Venezuela es un país
triste.
Estos falsos revolucionarios pretenden seguir
gobernando a pesar del daño que han ocasionado.
Acabaron con el aparato productivo industrial; desbarataron todo el sector agropecuario con
los resultados de la destrucción de la seguridad alimentaria de la nación. Tenemos un país triste, pero con una lucecita
alumbrándonos en la oscuridad del túnel.
Cerca está el día para el despertar, para devolverle la alegría a
Venezuela.
Luis
Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr
Carabobo
- Venezuela
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