viernes, 13 de noviembre de 2015

SIMON GARCIA, LOS INDECISOS DECIDEN.

El pueblo hace política a su modo. No necesita pensarla mucho porque la vive. No hay que hablarle de la escasez, las colas o del desbordamiento de la inseguridad porque las sufre en su existencia cotidiana. Por eso, abajo se intuye cuando las cosas se ponen mal arriba, son los primeros en olfatear cuando el dique del poder empieza a ceder.  

            Esa verdad se populariza, no sólo por obra de la prédica opositora, sino porque golpea el bolsillo y el ánimo de todo el que tiene que mantener una familia con un salario mínimo.  Se acompaña con la desesperación que estalla después del no me alcanza y que no se superará abriendo un grifo de dinero o produciendo un abastecimiento artificial en la carrera tardía del gobierno hacia el 6 de diciembre. 
            Una mayoría castigará a quienes pulverizaron la esperanza de vivir mejor. Millones de venezolanos ya dejaron de apoyar a una cúpula a la que sólo le interesa conservar privilegios y a un presidente que se perdió en el camino. Es una mayoría que rechaza el enriquecimiento de los enchufaos, mientras todos los demás padecen un  dramático empobrecimiento. Una mayoría que está dispuesta a comenzar de nuevo su lucha por el país que quiere y no tiene.
            En esa mayoría no están, por ahora, los que perdida toda fe, no se moverán a votar. Pero sí un sector de la población, alrededor del 18%, que empujada por los errores de Maduro rompió con el gobierno, pero no termina de tomar la decisión de votar por los candidatos de la MUD.   
            No albergan duda entre ser leales a Venezuela o una revolución desvirtuada. No se prestarán para repetir las mentiras del régimen, ni aparentarán que no miran los signos de descomposición de la élite oficialista. No harán el papel de tontos. No perderán su voto. 
            Pero tienen temores y malestar de conciencia a la hora de dar su apoyo a una oposición que les fue presentada durante 16 años como la personificación del diablo. Necesitan tener confianza en que cambiar no resulte un retorno a situaciones similares a las que ahora están rechazando. 
            Nos toca despolarizar nuestros cerebros. En primer lugar restablecer los nexos afectivos que se perdieron en una confrontación que ya no tiene sentido. Rehuir pendencias como el vamos por ti o el tarde piaste que bloquean la posibilidad de volver a andar juntos.
            El reencuentro con el descontento, cuya parte más dolida es el chavismo desencantado con Maduro, es la tarea más concreta y fecunda para unificarnos y abrir un nuevo ciclo político. Un paso que puede dar cada uno de nosotros.
            Existe una razón electoral inmediata, el apoyo de los indecisos decidirá el tipo de mayoría que se obtendrá. Pero también revelará si nos limitamos a ser oposición o comenzamos a ser alternativa. La modelación de los caminos de futuro depende de la actitud que se tenga hacia los venezolanos que siguen abandonando a la cúpula roja.
            El régimen intenta contener el deslave de sus seguidores asociando el cambio a una amenaza de violencia, endulzando la crisis con medidas demagógicas que nadie se va a tragar, reeditando su versión de que la crisis económica no es culpa de sus políticas sino de comerciantes a los que hay que saquear.
           Es el momento de abrir las  puertas a todos los indecisos, de hablar con ellos directamente y despejar sus dudas. Es la oportunidad de invitarlos a unirnos porque ellos y nosotros, tenemos mucho que aportar para volver a tener el país que todos queremos.
Simon Garcia
simongar48@gmail.com
@garciasim

Caracas - Venezuela    

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