“Ciego a las culpas, el destino puede ser despiadado con las mínimas distracciones.” Jorge L Borges.
Es imperativo tomar conciencia que los
tiempos que se avecinan nos ubican en un momento crucial. Se trata de rescatar
el poder de manos del militarismo soberbio y corrupto para ponerlo en manos de
los ciudadanos civiles. Si hacemos una revisión muy rápida de nuestra historia,
desde 1830, año en que muere El Libertador, hasta 1958, cuando comienza la
democracia representativa, solamente diez años estuvo la presidencia en manos
de civiles, el Dr. José Ma. Vargas y Carlos Soublette.
Los siguientes 40 años de la democracia en Venezuela, desde 1958 hasta 1998, la presidencia estuvo en manos de civiles que dieron un gran impulso a la modernidad y el progreso, lo cual contrasta con los últimos 17 años de este régimen militarista. En el primer período de nuestra reciente historia ya señalado, el mito histórico del Marxismo lo transformó en un culto heroico “rector de las conciencias, particularmente en el sector militar, al identificarse la patria con el héroe mismo y convertir al pueblo en espectador de una gloria que no le pertenece”, tal como lo narra Ana T. Torres en su libro “La herencia de la Tribu”.
Esta misma autora al examinar el período del
mal llamado proceso revolucionario del siglo XXI, nos dice que “el culto
revolucionario tiene sus raíces en el seguimiento arbitrario del ejemplo
bolivariano entendido como la pasión por arrasar con el pasado, y el permanente
deseo de empezar todo desde los cimientos.” Es la utopía permanente que
desemboca siempre en regímenes totalitarios.
Por eso me inscribo con Savater cuando
expresa que “no puede reducirse la política decente al antimilitarismo, pero
sin antimilitarismo no creo que haya política decente.” La historia no se repite
pero los errores sí. Por falta de una clara conciencia de justicia y moral
caímos nuevamente en brazos del militarismo. Esta revolución es un teatro que
se sustenta en las taras ideológicas y en el sumiso encanto del
castrocomunismo, colocándonos en una vergonzosa y dolorosa situación de
minusvalía frente al mundo civilizado.
El 6 de diciembre próximo es el inicio del rescate de la civilidad y de la política decente en Venezuela. Por eso el momento es crucial. La sociedad civil exige de quienes aspiran asumir posiciones de liderazgo a generar credibilidad que es la base de la confianza. Van a tener que actuar con valentía, firmeza y desprendimiento. Las contradicciones entre el totalitarismo económico y político frente a los principios democráticos afloran inexorablemente. La abierta ventaja que tenemos como alternativa democrática no es garantía suficiente frente a una pandilla corrupta y con poder. Civilización o barbarie; progreso o miseria; botas o votos. Por eso nuestro voto es crucial.
Neuro
Villalobos
nevillarin@gmail.com
@nevillarin
Zulia
- Venezuela
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