La
extraordinaria entrevista que le hiciera Moisés Naim al periodista Fareed
Zakaria (les recomiendo altamente ver Defensor de Humanidades-Efecto
Naim-Episodio 193 https://youtu.be/m8XEqJV-LII), analista político y una de las
personalidades más influyentes de la política norteamericana y el mundo en
general, me causo una enorme sensación de reivindicación profesional como nunca
lo hubiera esperado de una semblanza periodística.
Y
es la verdad. Luego de haberme pasado un poco más de la mitad de mi vida dedicado a la tecnología,
nunca me sentí mejor y más completo profesionalmente en mi educación sino
después de haber experimentado el mundo de lo que llamamos “humanidades” o
estudios liberales, como lo llaman en Norteamérica.
En
efecto, mi formación base fue eminentemente técnica y no se abordaron allí
tópicos humanísticos, cosa que llegué a realizar posteriormente en mis estudios
de postgrado, Maestría y Doctorado, sin ninguna guía para llegar allí, solo
basado en mi intuición. Y sorprendentemente es tal como indica Zakaria en esa
entrevista, nada te permite entender mejor el mundo de las personas como
internarte en la formación humanística. Si bien mi educación técnica me dio la
lógica y el sentir de que va primero y que va después, la otra me hizo ubicar
eso en el contexto humano correcto.
Muchas
veces he visto como personas con solo una formación técnica se hallan perdidos
en el océano del mundo, dando soluciones a los problemas desde una sola
perspectiva, sin un referente de mayor jerarquía e importancia, impidiendo que
ese corsé técnico le permita pensar como un ser humano.
Recuerdo
con mucho respeto una anécdota con el Prof. Alberto Armitano, a la sazón
Director Ejecutivo de Educrédito, siendo yo estudiante de la Maestría de
Administración del IESA hace 35 años. Hice, junto con un grupo de compañeros
del curso Estructuras Organizacionales, un estudio de Clima Organizacional en
esa pequeña organización. Allí me correspondió entrevistar al Prof. Armitano,
para ese entonces una autoridad en materia educativa.
Para
mi sorpresa, fui yo el entrevistado. Armitano me pregunta cuál es mi formación
universitaria, y le respondo que me gradué en Ciencias de la Computación, con
una especialización en Estructura del Computador, Electrónica y Comunicaciones.
En la conversación que siguió me pidió que le explicara qué era eso. Al hacerlo
le dije que un especialista como yo era capaz de diseñar y construir una
computadora desde sus componentes discretos (de hecho esas eran nuestras
prácticas usuales en el laboratorio de electrónica digital en la Escuela de
Física y Computación) y de plantearse desarrollos en las áreas de software y
hardware operativos. Me sorprendió su tajante respuesta: “¡Muchacho! ¿¡Y qué
carajo estás haciendo tú aquí!?” Es claro que el Prof. Armitano se refería a
que hacía yo en Venezuela, donde ese conocimiento no tenía absolutamente nada
que ver con nuestras realidades.
Nunca
olvidé esa conversación porque no solo apliqué muy poco de ese conocimiento
técnico más allá de mis clases durante esos años en la Facultad de Ciencias e
Ingeniería en la UCV y la UNIMET respectivamente, sino porque me motivó a
seguir buscando eso ultimo que solo encuentras cuando logras equilibrar esa
formación base con aquella que te permite expresarte completamente como
persona.
El
haber realizado estudios de postgrado en administración, gerencia, derechos
humanos, una maestría en economía internacional, y todos los seminarios de un
doctorado en estudios del desarrollo, implicó una navegación intensa en las
ciencias del ser humano y formación política. Tenía razón Armitano, ¡qué carajo
hacia allí si lo que sabía no servía para nada en el contexto humano! Entonces
tenía que hallarlo...
Paradójicamente
como bien indica Zakaria, la gente joven en los Estados Unidos y del resto del
mundo lo que desea ahora hacer es lo que yo hice hace 40 años, estudiar
tecnología, porque ven en eso el desarrollo futuro del hombre. Por experiencia
propia esa educación sin contenido humanístico no es suficiente y tiene muy
poco valor si su aplicación e interpretación en la gente va sin contenido. En
otras palabras, un “que” sin un “para que” destinado a las personas no tiene
ningún valor ni impacto en la sociedad.
Desde
esta pequeña tribuna de la red donde trato de difundir y alertar de los
peligros de la tecnología que hemos creado y que se ha utilizado para violar
derechos humanos, y del estudio de las realidades políticas actuales de
Venezuela, reivindico las humanidades como el estudio del fin último de esta
creación del hombre, que es el hombre mismo. En palabras de Fareed Zakaria, lo
humanístico “es una educación que no lo está preparando para su primer trabajo,
sino para su sexto trabajo. Así que hay que preguntarse, cuales son las
habilidades básicas que necesito, las habilidades que serán útiles toda mi
vida: pensar, escribir y leer…””…comienzas a desarrollar amor por aprender, eso
es lo que te da una educación en humanidades…”. Nada puede ser más verdadero,
lo puedo certificar desde mi propia experiencia.
Zakaria
publicó un libro titulado “In defense of a liberal education” (“En defensa de
una educación liberal” o para mejor entendimiento local, “En defensa de una
educación en humanidades”), donde enfatiza la importancia de la educación en
humanidades en un mundo que ahora cree que solo el saber de lo técnico, de
computadoras, programación y tecnología digital es suficiente para arreglarlo.
Eso lo creí yo y estaba equivocado. Da dos ejemplos de empresas exitosas, Apple
y Facebook, que volcaron su saber tecnológico en las personas, obteniendo un
éxito sin precedentes.
En
Venezuela están cerrando secciones completas de humanidades en la educación
media porque consideran esos estudios como superfluos y sin incidencia en el
desarrollo del país. Debemos vencer esa perspectiva atrasada y fortalecer más
bien las carreras tecnológicas con
estudios humanitarios de mucho nivel, ya que se enfatiza que para que esos
estudios tengan sentido deben ser de muchísima calidad. El ejemplo en el video
acerca del reforzamiento humanístico de los médicos en universidades
norteamericanas para mejorar sus niveles de diagnóstico es solo un ejemplo de
eso.
“…Para
mí lo más importante para cualquier tipo de trabajo es la habilidad de escribir
con claridad y de manera concisa, porque saber escribir bien es saber pensar.
Si sabes programar, vas a Intel y puedes trabajar en un microchip con otras
2000 personas que también saben programar. Lo que te hará diferente de los
demás es cuán bien puedas comunicar tus ideas…”. Debo excusarme con ustedes por
haber escrito en primera persona en esta nota, pero creo que era necesario para
explicar desde mi propia experiencia el rescate que hace Fareed Zakaria de las
humanidades en el mundo. Alguien también tenía que defenderlas en Venezuela, en
especial si ese alguien comenzó su carrera construyendo computadoras en un
laboratorio de electrónica y
afortunadamente lo entendió a tiempo…
Luis
Manuel Aguana
luismanuel.aguana@gmail.com
@laguana
Caracas
- Venezuela
Excelente reflexión Luis Manuel! Totalmente de acuerdo. Yo soy fundador de los IUT de Venezuela, y justamente esa reflexión era la que le hacia a los muchachos que llegaban a mis clases y nunca conseguí a ninguno que pudiera responder esas preguntas: ¿Porqué quieres ser TSU y cómo encajas eso en nuestr sociedad? ¿Para que sirven tus conocimientos tecnológicos en nuestra sociedad?, ¿Cuál es tu rol como persona? y lo que es mas grave, después de hacerles un test de entrada, la mayoría no tenían el dominio del lenguaje ni el léxico de una persona instruida. Gracias por tu reflexión. Me siento 100% identificado.
ResponderEliminar