Venezuela entro en la modernidad sacudida por
la irrupción de la doctrina comunista en el mundo. Dirigentes políticos de
todos los colores impregnaron sus tesis filosóficas, sus programas y sus
ofertas electorales del aderezo socialista. Rómulo Betancourt, Jovito Villalba,
Salvador de la Plaza, los hermanos Machado y hasta el socialcristianismo de
Rafael Caldera basaron su predica y captación de simpatizantes y militantes en
la resolución de los problemas a los más pobres y desamparados. No ofrecieron
el oficio sino el pez. Eso explica el grado de subdesarrollo que hemos
padecido.
La dependencia y el subsidio a las grandes mayorías ha sido la
política de todos los gobiernos democráticos. Con la sola excepción de los 8
años del General Marcos Pérez Jiménez, Venezuela ni sus líderes han ofrecido un
plan de desarrollo y modernidad. Seguramente si los partidos políticos no
hubieran logrado el derrocamiento del dictador tachirense el país hubiera
contado con una infraestructura del primer mundo. El crecimiento fue
interrumpido por la demagogia y el populismo. Desde 1958 se ha venido
construyendo una cultura del paternalismo del estado sobre la capacidad de los
ciudadanos El resultado no es otro que la miseria, estancamiento y la pobreza en las que nos han
sumergido estos cincuenta y cinco años de gobiernos populistas.
Es propicia la
ocasión y la hora de comenzar a edificar un partido de derecha, que potencie lo
económico, la meritocracia, la formación tecnológica, el estudio y la
capacitación y estimule la riqueza y la libertad plena del comercio, que
garantice y privilegie la propiedad privada, que entienda que no es a través
del estado como los individuos pueden hacer fortuna sino que esta depende de la
capacidad y la dedicación que ponga cada quien.
Un partido de derecha que
potencie al ciudadano por encima del estado. Los tímidos esfuerzos de Caldera y
COPEI, Borges y Primero Justicia por construir una organización de derecha
fueron eclipsados por la ambición rápida de poder y el temor de asumir que se
es de derecha.
Distinto a países como Chile, Brasil y el caso atípico de
Ecuador donde a pesar de autodenominarse de izquierda Rafael Correa ha adelantado toda una política
económica de derecha que ha colocado a su país como una de las economías mas
solidas de la América Latina.
Después de estas elecciones del 06 D, debe surgir
un proyecto de derecha sin complejos y sin ambages que ofrezca crecimiento
económico, desarrollo, libre empresa, y expulse la teoría del estado
paternalista y explique y venda la teoría del mercado y el neoliberalismo.
Si
algo ha quedado claro es que el populismo y el subsidio mental y económico de
las grandes mayorías han fracasado rotundamente. Un país que no produce no
puede salir del atraso y el subdesarrollo. Romper esa cultura de la izquierda
de la que hacen gala Capriles y Borges es menester para iniciar una nueva
Venezuela.
Hay liderazgos para construirla. Buenos lideres para iniciar una gran
organización de la derecha en Venezuela en contraposición al culto de la
miseria y la compasión que ha caracterizado a la izquierda venezolana en estos
últimos 55 años. Si algo ha quedado claro es el rotundo fracaso de quienes
juegan al buen salvaje, por el contrario ha llegado la hora de entrar con
decencia al siglo XXI, de echar las bases para una gran nación. Es una tarea ardua,
exigente y a mediano plazo, pero es la única que garantiza que se acaben las
colas y que tengamos al fin el gobierno que nos merecemos los venezolanos.
Juan
R. Aguilarte T.
panchoaguilarte@hotmail.com
@P_aguilarte
Anzoategui
– Venezuela
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