La etimología de la palabra “República” nacida en
el latín, señala su concepción como la “cosa pública”, (res/cosa;
pública/pública); derivada de las funciones a cumplirse dentro de determinado
territorio por aquellos dotados de investidura pública (a servicio del pueblo).
Un clamor popular (ya sea impuesto o consensuado), de allí deriva el poder; el
poder no es otra cosa que una ilusión, sin la ilusión de ostentarlo el mismo se
hace insostenible, es por ello que aun en los epílogos de algún mandato impropio
que ha decidido romper con la etimología de la República, los gobernantes
continúan mostrándose soberanos e intocables para no derrumbar su propia
ilusión sobre el poder que algún día se tuvo. Una prueba de ello es el
controversial asesinato del expresidente Rumano Nicolae Ceasescu, quien a
finales de diciembre del año 89 tras más de dos décadas de mandato ordenó al
Ejército y a la Securitate disparar contra civiles, y un par de días después,
en medio de un discurso demagógico donde prometía el aumento de los salarios
mínimos y las pensiones junto a toda su prepotencia tiránica, se vio obligado a
escapar en helicóptero de la Plaza Central de Bucarest en la cual se llevaba
cabo el mitin por la rebelión de los manifestantes, la cual desembocaría solo
un par de días después en un juicio sumarísimo en el cual terminó siendo
asesinado junto a su esposa por un tribunal militar.
En Venezuela también hemos sido (no sé sabe si
víctimas o cómplices) de Repúblicas indecentes, caudillistas, elitescas,
populistas, y matiz aparte la “Quinta República”; la República de Chávez, donde
alcanzamos los niveles económicos más paupérrimos en nuestra historia como
nación, y los índices de criminalidad más altos nunca antes visto en suelo
patrio.
La victoria del 6-D no demostró que ganó una
mayoría sobre otra, demostró que la sociedad venezolana a través de la
desgracia pudo conocer e identificar los problemas que nos han llevado al
fracaso como nación y ahora intentan conscientemente propiciar un cambio para
el beneficio de todos; es por ello que hablamos de “La refundación de la
República”, la rehabilitación y reintegro de la cosa pública (el Estado en su
concepción política).
Indudablemente una gran cantidad de leyes deberán
ser reformadas y ya existen varios proyectos sobre la mesa de la MUD para
enmendar el funcionamiento del Estado, y tras solventar en un principio los
problemas que han afectado el desenvolvimiento económico del país, también debe
hacerse una profunda revisión de los ordenamientos jurídicos que nos rigen como
sociedad. La promoción de una constituyente es la forma más adecuada de romper
con el mito ideológico del socialismo y el enquistamiento al poder; la
reelección indefinida a cualquier cargo de elección pública debe ser anulada
casi de inmediato, esa entre otras variantes que el difunto Comandante
estableció para perpetuarse en el poder podrán ser reformadas en un nuevo
cuerpo jurídico, y a raíz de ello propiciar la renovación de los poderes
públicos en el país para eliminar las fracciones corruptas que han propiciado
el desmoronamiento del país.
El país necesita de instituciones eficientes e
independientes, pero sobre todo con alternancia para poder fundar no solo una
nueva República prospera, sino una sociedad donde gobierne la transparencia; y
por supuesto, aquello necesita de la promoción de valores y educación, pero
también de un cuerpo jurídico que sustente la idea base.
Emmanuel de Jesus
Rincon Meneses
rinconemmanuel@gmail.com
@emmarincon
Tachira – Venezuela
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