Estimado Nicolás:
Comienzo por decirte que esta es la primera vez que
escribo una carta. Desde que tengo uso de razón, son los seres humanos los que
me escriben a mí. Cada diciembre recibo no menos de 2 mil millones de cartas de
todo el mundo. He tenido que contratar asistentes y secretarias para que me
ayuden a leer tal cantidad de misivas, la mayoría de las cuales provienen de
los rincones más apartados del globo terráqueo.
Mucha gente se molesta y me reclama el hecho de que
nunca respondo sus cartas. Yo entiendo tales reclamos, pero no les hago caso,
porque estoy convencido de que mi trabajo no es precisamente responder esas
misivas, sino más bien cumplir los deseos y las peticiones que vienen en ellas,
algunas de las cuales son cada vez más locas. En el caso de Venezuela la vaina
es de terror: ahora la gente me envía cartas pidiendo papel sanitario, pañales,
crema dental, jabón de baño y hasta caraotas.
En tu caso concreto, Nicolás, la vaina es
diferente. He decidido escribirte estas líneas porque tengo mucho rato
observando lo que está pasando en Venezuela, y créeme que de verdad estoy muy
preocupado. He estado mirando tus últimas intervenciones públicas, tus más
recientes discursos, tus cadenas nacionales de radio y televisión, y observo
con suma preocupación que tú no has entendido el último regalo que te acabo de
enviar en esta navidad.
En diciembre del año 2012, si mal no recuerdo, me
escribiste pidiéndome que te diera de regalo nada más y nada menos que la
Presidencia de la República de Venezuela. Tu deseo fue concedido: el 8 de
diciembre, el difunto Hugo Chávez ofreció un último discurso al país, en el
cual, palabras más, palabras menos, dijo que si algo le llegaba a pasar a él, y
en Venezuela se hacían nuevas elecciones, él solicitaba que se eligiera como su
sucesor a Nicolás Maduro.
Como ya es harto conocido, Chávez murió en marzo de
2013, y tú fuiste elegido el 14 de abril, con el 1,4% de votos de diferencia,
como nuevo Presidente de ese país. Tengo la leve impresión de que esa elección
la ganaste con trampa. Pero ese no es asunto mío. Quienes debían reclamar el
fraude no lo hicieron como correspondía. Por cierto: nunca me agradeciste esa
vaina. Asumiste la presidencia de la República y te creíste más importante que
papá Dios.
En diciembre de 2014, me enviaste otra carta, muy
indignado, solicitándome que te quitara de encima a tu principal enemigo, al
hombre que no te dejaba dormir, al tipo que te estaba alumbrando la
presidencia, al carajo que te tenía agarrado por los bigotes, y que, según tú,
no permitía que las cosas funcionaran de mejor manera porque sólo estaba
pendiente de hacer negocios y de conspirar contra tu gobierno. En aquella
oportunidad no te pude cumplir el deseo porque tu carta llegó demasiado tarde,
cuando prácticamente mi capacidad financiera y milagrosa estaba agotada.
Pero tan pronto comenzó el 2015, comencé a trabajar para hacer realidad tu
sueño, y fíjate, el pasado 6 de diciembre, lo hice realidad. Tu principal
enemigo, el hombre que te quitaba el sueño, el tipo que te presionaba para que
le dieras todos los cargos, todos los ministerios y fundamentalmente, aquellos
despachos donde se manejaba el dinero, acaba de quedar por fuera de la
presidencia de la Asamblea Nacional y a partir del 5 de enero de 2016, sólo
será un diputado más dentro del nuevo parlamento venezolano.
Quiero recordarte que este regalo no solamente te
lo envié a ti, sino también a tu esposa, esa a la que llaman la primera
combatiente. A finales de noviembre de este año, tu mujer me envió una carta
pidiendo como regalo de navidad que sacara a ese mismo señor de la Presidencia
de la AN. Según me dijo, este tipo conspiró y ayudó para que dos de sus
sobrinos cayeran presos en Puerto Príncipe, Haití, y fueran trasladados a Nueva
York, acusados de querer meter en territorio norteamericano la bicoca de 800
kilos de cocaína.
Pues bien, para no complicarme la vida, les envié a
ti y a tu esposa el mismo regalo navideño: el tipo ese ya no estará más en la
Presidencia de la AN. Debo aclararte que, aunque resulte un poco extraño, ese
mismo regalo me lo pidieron 7.7 millones de venezolanos. Y a todos los
complací. La vaina me salió baratísima, porque no siempre ocurre que casi 8
millones de personas, en un mismo país, pidan la misma cosa. Si el asunto fuera
así en otras naciones del mundo, mi trabajo sería mucho menos traumático.
Ahora bien, Nicolás, lo que no entiendo es porque
razón, en lugar de estar celebrando que te di tu buen regalo, tal cual como lo
pediste, ahora tu andas haciendo vainas locas,
como esa de apoyar un “parlamento comunal”, amenazando a diestra y
siniestra a quienes ganaron en buena lid, y declarando que no reconocerás las
leyes que, con toda legitimidad, aprobaran las fuerzas democráticas que
asumirán las riendas de la AN a partir del año 2016 allá en Venezuela. Se
suponía que quien debía estar mucho más contento eras tú, porque a partir del
próximo 5 de enero el tipo ese ya no te joderá más la vida.
¿Quieres que te de un consejo mi pana? Te lo voy a
dar gratis, como bono navideño, para que veas que a pesar del desastre en el
que has sumido al pueblo de Venezuela, y del caos que has desatado en ese gran
país como consecuencia de tus nefastas políticas económicas, quien esto escribe
no te guarda ningún rencor. Esa es la ley que impera aquí en el cielo: el hijo
de Dios no conoce el odio ni el rencor, y ama a todos sus hijos tal cual como
son, con sus virtudes y sus defectos.
Si yo fuera tú, Nicolás, en lugar de estar armando
tanta alharaca por los resultados del 6D, pediría a los señores de la MUD que
después del 5 de enero, le apliquen al señor ese, que ahora será nada más y
nada menos que un ex presidente de la AN y en consecuencia, tan solo un
diputado más, la misma medicina que él le aplicó a María Corina Machado y otros
diputados opositores a quienes se les allanó y se les despojó la inmunidad
parlamentaria, dejándolos como la guayabera.
¿Qué pasaría, Nicolás, si ese señor, tu enemigo
número uno, y a quien algunos apodan el número dos, se quedara sin inmunidad
parlamentaria en febrero de 2016? ¿Te imaginas esa vaina? Después de ser el
todopoderoso Presidente de la Asamblea Nacional, el hombre fuerte detrás del
trono, ese sujeto se quedaría sin nada, como un ser común y corriente, a merced
no solamente de las autoridades antinarcóticos de EEUU, que le tienen muchas
ganas, sino también de algún juez de Venezuela que, en un gesto de valentía,
decida someterlo a juicio por todas las denuncias que existen contra él.
Estimado Nicolás: aunque sea por una vez en tu vida,
deja de meterle al bruto. El gran perdedor de las elecciones del 6D no fuiste
tú, fue Diosdado. Tú todavía eres Presidente de Venezuela (aunque no por mucho
tiempo). En cambio, el otro tipo pronto ya no será presidente de nada. Aprende
a valorar el regalo navideño que te he dado y por favor, deja que los
venezolanos celebren en sana paz esta navidad 2015. No se la eches a perder con
tus discursos y tus amenazas que ya nadie cree.
Si fueras un poquito inteligente, Nicolás, tú
también estarías comiendo dulce de lechosa, tal como lo hizo tu esposa.
Gustavo Enrique
Azocar Alcalá
cafeconazocar@gmail.com
@gustavoazocara
Tachira - Venezuela
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