miércoles, 9 de diciembre de 2015

ISAAC VILLAMIZAR, EDUCACIÓN PARA RESCATAR DE LA IGNORANCIA

Sin una educación de calidad no hay un país verdaderamente próspero y con bienestar integral para sus habitantes. La educación es la luz que hace brillar la excelencia, la innovación, la creatividad y el potencial científico, humanístico y tecnológico de la nación.

Un pueblo educado no se deja engañar tan fácilmente por totalitarismos, por manejos ideológicos y por gobernantes que utilizan la mentira para embaucar a los poco dotados de formación. La educación debe ser la prioridad para cualquier gobierno serio, que ponga por delante los intereses colectivos y no los intereses de poder.
La Constitución nos señala que la educación tiene como finalidad el desarrollo del potencial del ingenio del ser humano y el pleno ejercicio de su personalidad en una sociedad democrática. No olvida el constituyente indicar que el Estado debe realizar en ella una inversión prioritaria, de conformidad con las recomendaciones de la ONU. De ser esto cierto, tendríamos instituciones educativas, especialmente públicas, dotadas de todos los servicios educativos de excelente calidad. Los alumnos dispondrían de magníficos laboratorios, bibliotecas, recursos multimedia, talleres, espacios recreativos y deportivos, programas de extensión, culturales y comunitarios, para coadyuvar en el enriquecimiento de la dignidad de la persona.
Si la educación en las universidades nacionales fuera apoyada por el Estado, éste las vería como unas aliadas -no como enemigas-, en la búsqueda del conocimiento verdaderamente transformador del ser humano, para enaltecer sus valores, sus principios, sus aptitudes, sus capacidades y sus destrezas. Si las universidades estuvieran en la cúspide de las prioridades del Estado, tendríamos un vínculo estrecho entre las funciones académicas y las políticas públicas de desarrollo. Si las universidades autónomas y experimentales realmente pluralistas fueran apreciadas por el Estado, podrían generar con fortaleza ciudadanos críticos, reflexivos, sensibles, comprometidos, social y éticamente con el adelanto del país. De esta manera, tal como lo asienta la Ley Orgánica de Educación, la formación sería un proceso innegable de creación, difusión, socialización, producción, apropiación y conservación del conocimiento en la sociedad, así como ella estimularía la creación intelectual y cultural. De recibirse el apoyo del Estado, las instituciones universitarias formarían profesionales e investigadores con parámetros mundiales, que con las dimensiones científicas, humanísticas y tecnológicas, harían aportes  permanentes a la sabiduría de la humanidad.
Pero los únicos dolientes que tiene la educación de excelencia en Venezuela son los educadores y universitarios, así como los estudiantes que no renuncian a este derecho. Lo hacemos con mística, con vocación, con pertinencia social, más que por vincularla con el pobre sustento material y salarial que nos ofrece una Convención Colectiva manipulada entre el ministerio y federaciones sindicales sumisas.
Aprovechemos estos aires de cambios de democracia, de reconocimiento del pluralismo y de una visión distinta del país, para colocar a la educación en la vanguardia de cualquier eje transformador. ¡Venezuela requiere urgente salir de tanta ignorancia! ¡Y a los educadores y universitarios ahora nos llama una mayor responsabilidad!
Isaac Villamizar
isaacvil@yahoo.com
@isaacabogado

Tachira - Venezuela

No hay comentarios:

Publicar un comentario