…va pa’ la iglesia,
dice el viejo adagio. Por eso sucedió lo
que todo el mundo —inclusive muchos chavistas— deseaban: que hubiese un
predominio de la fuerza opositora en las recientes elecciones legislativas. Por varias razones; la primera, de Pero
Grullo: somos mayoría quienes deseamos una Venezuela más decente y justa.
Pero las otras también relevantes. Entre ellas habrá que destacar el rechazo a
los descarados ventajismos que empleó el régimen. Porque a los venezolanos se nos podrán
achacar muchos defectos, pero si alguna virtud tenemos es que nos choca y no
aceptamos los abusos. Sobre todo si
vienen desde el poder. La insolente,
descomedida y desvergonzada utilización de los recursos de todo orden para
privilegiar a unos y avasallar a otros fue observada y rechazada por la gran
mayoría de los ciudadanos. Eso de que,
sin escrúpulo alguno se haga mal uso del tesoro nacional, de los medios
oficiales y hasta del poder tribunicio tanto para favorecer a los propios e
intentar captar nuevos adeptos, como para aprisionar a quienes osasen pensar
distinto, no le cayó nada bien al grueso de la población. Que es decente. Fue, sin duda, un voto castigo. Las escaseces, lo caro de la subsistencia y
la prepotencia de la inseguridad también jugaron un papel, pero la
predominancia estuvo en la decencia de la mayoría que no acepta ventajismos
indebidos. En todo caso, el triunfo no
fue por las ofertas programáticas de la MUD —que, aunque las tenía y las
propuso, nadie les paró.
Nunca dudé del
triunfo, pero no me imaginé que fuese por tal paliza. El “factor de corrección Tibi” nada pudo
hacer contra el alud de votos. Cuando
escribo esto, todavía están sin adjudicar 22 curules. Mucho me temo que ahí sí entre en juego la
picardía: necesitan, de la manera que sea, que no se llegue al número mágico de
111. Por la ley de los promedios, de
esas diputaciones nos debieran corresponder no menos de 12; pero con eso se
llegaría a los fatídicos 2/3 y las madamas del CNE harán lo indecible para
impedirlo. Repito, nunca dudé del
triunfo, pero recordaba para mis adentros el lema de la ciudad de Paris:
“Fluctuat nec mergitur” (agitada por el oleaje pero no hundida). Pensaba que la alternativa democrática, tan
golpeada por los resortes del poder, no iba a zozobrar, que iba a
prevalecer. Pero por poco, no por la
paliza que resultó.
No pudieron con todas
las añagazas. La Oblitas —a las 6:15 y
contrariando la Ley, que tipifica que a las 6 finaliza la votación— fue la
vocera del cuarteto de madamas para extender indebidamente por una hora más los
sufragios. Ello — sin importar lo que
diga Padrino— se hizo en connivencia con los encargados del Plan
República. No puede ser mera
coincidencia que, varias horas después de la extensión “oblitense”, en
diferentes regiones del país los uniformados —mayormente de milicias, que como
sabemos son el brazo armado del PUS— impidieran que se cerraran los centros de
votaciones, aunque hacía aaaños que no había electores en cola. Cosa que escapaba a sus atribuciones, que no
eran sino de mero control del orden.
Pero, claro, es que ya tenían esa maña desde varias elecciones
anteriores. Bien bolsas, o bien
alcahuetes, o bien sesgados, los presidentes de mesa que admitieron ese
indebido asalto a sus atribuciones.
¡Bravo por aquellos que no se dejaron imponer la abusiva medida!
Párrafo aparte
merecen las arterías, las tretas más bien, que buscaban violar la rectitud del
acto. Fueron varios los que se
presentaron a votar con cédulas expedidas el mismo día 6, que era domingo; en
Tovar se descubrió una máquina fantasma de votación; en Valencia, otra. O sea, que el sistema electrónico no está tan
blindado como nos quieren hacer ver. Estas
trapacerías no pueden ser cometidas sino con la aquiescencia del CNE. O con su complicidad. Por eso es que, en un país tan adelantado,
tan tecnológico, tan serio, como Alemania, esté prohibido por Ley que se emplee
medios electrónicos en las votaciones; porque pueden ser violados a control
remoto. La excusa de que eso hace que
los resultados de las votaciones puedan ser informados con menos retardo se cae
por las largas horas que algunos pasaron viendo la baranda famosa. Recientemente, Colombia y Argentina tuvieron
elecciones; y el mismo domingo 6 las tuvo Francia. En los tres países, usando el voto con
papeletas, a las pocas horas se sabía los resultados. Aquí, duró una eternidad para que la Tibi
informara lo que ya todo el mundo sabía.
La modernidad no siempre significa un adelanto…
“Lo que es del cura
va pa’ la iglesia”. El cinco de enero
tendremos una Asamblea (ahora sí, con mayúsculas) que represente el sentir
popular, no una como la actual, doblegada ante el Ejecutivo, claudicada en sus
funciones de legislar y controlar. Pero,
sobre todo, sin los tránsfugas tipo Ricardito Sánchez y William Ojeda. Porque otra virtud que tenemos —todos,
inclusive los rojos— es que no nos gustan los traidores…
Humberto Seijas
Pittaluga
hacheseijaspe@gmail.com
@seijaspitt
Carabobo - Venezuela
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