"Venezuela va a
una nueva representación ciudadana gracias al voto opositor del chavismo
decepcionado. Y este es capital político más preciado del 6D..."
El nuevo país en el
que desea convertirse Venezuela, votó el 6D. La tendencia que venía dominando a la opinión pública, quedó
confirmada. Por ahora son 99 curules (al momento de escribir estas líneas) los
que conformarán la bancada opositora en la AN. Por lo pronto no es una mayoria
calificada (2/3), ni proporcional (3/5), pero podría serla. Pero en todo caso,
esta mayoría debería ser histórica.
Entrada la noche y
llegado el momento del cierre de las mesas electorales, la noticia volaba en
las redes sociales. La oposición habría ganado holgadamente. Obviamente darle
certeza a la tendencia, suponía esperar el primer boletín del CNE que llegó a
media noche. Escuchar de los labios de la Presidenta del órgano electoral, la confirmación de los quick counts y de un
amplio pelotón de "reporteros venezolanos" ataviados de móviles y
ordenadores, me produjo sentimientos encontrados. Perplejidad y alegría.
Tranquilidad y una inmensa expectativa. Optimismo y cautela. La victoria obtenida
por la oposición y reconocida por el presidente de la República (meritorio),
abre el camino que los venezolanos hemos estado esperando por tres lustros: una
reconciliación a fondo. No solo en lo político, ni lo ideológico- que son rasos
en los que la conciliación es intransigente e itinerante- sino en lo ciudadano,
en lo humano, en lo social. Y es en este terreno donde la oposición debe
cabalgar con mucha asertividad y prudencia para sacarle realmente provecho a la
zafra. Es hora de iniciativas inteligentes dirigidas a reorientar lo económico.
De consensos magnánimos dirigidos a poner en libertad a los presos políticos.
De rendición de cuenta para revisar el desangramiento de recursos devenidos de
los acuerdos con Cuba, ALBA y otros, mismos que han privilegiado la permuta
ideológica o la ruta armamentista, en vez de un camino integrador, civilista y
generador de prosperidad. Y es
impostergable legislar en materia de medidas de seguridad para combatir el
hampa institucionalizada.
El cambio que
requiere el país pasa por un enorme esfuerzo de nobleza, humildad y eficiencia
en el accionar político. El mensaje de
la oposición debe ser esperanzador y no retaliativo. Ya hemos tenido una
Venezuela suficientemente reducida e invernada de odios y fracturas, para
convertir esta victoria en otro reducto de sectarismos y revanchas. El primer
ejercicio de nobleza de la oposición debe ser reconciliarse a lo interno y
darle espacio a cada uno de los líderes que han cabalgado en esta lucha...
Acercarse a la bancada chavista y al Gobierno debe ser persuasivamente.
Persuasión para cambiar el modelo económico. Persuasión para proponer
gobernabilidad en libertad. Persuasión para conducir a Venezuela a un nuevo
camino. Porque la victoria ideal no es la electoral, no es la curul, no es la
política. La victoria ideal será construir una Venezuela ideal, en la cual se
logre garantizar al ciudadano su vida, su modo de pensar, su educación, su
trabajo. Sin el chantaje de la fuerza o de las armas, sino de la ley, por lo
que hay que recivilizar y relegitimar al país... Lo sensato ante la derrota, no
es solo reconocerla, sino rectificar. Y
el reto de la victoria, es reinstitucionalizar la democracia.
Venezuela va a una
nueva representación ciudadana gracias al voto opositor del chavismo decepcionado.
Y este es capital político más preciado a resguardar de la gesta del 6D. El
voto castigo a la gestión del Gobierno (no hay duda que el 6D fue una elección
plebiscitaria), fue la base fundamental de la migración de preferencia. Y ese
voto castigo exige cambio con urgencia, pero con inclusión. Es importante
emprender un proceso de convicción colectiva sobre lo que conviene en términos
de modelo de poder, por lo que no-es rescatar la democracia con lirismos y
retórica, sino con iniciativas legislativas que impacten favorablemente en la
seguridad y en el bolsillo ciudadano. Venezuela clama por una seria política
criminal. Por la recuperación de sus policías y espacios públicos. Por una
libertad que no solo es de expresión sino de tránsito y de regreso con vida a
casa. Venezuela clama por rendición de cuentas; por la apertura del mercado y
con ello de sus empresas; por la estabilidad de la moneda, por trabajo honesto,
por medicinas, alimentos y en fin, por
vivir dignamente, más allá de seguir en una embriaguez colectivista y
repartita. Y el país demanda consciencia contributiva: ayudarnos más, querernos
más, considerarnos más, no dejando al Estado el monopolio clientelar de la
"generosidad". Urge legislar eficientemente en materia de
corresponsabilidad ciudadana. Aquí está
la clave despolarización política, del desmontaje de los clivajes (anclajes)
sociales, porque la lucha de clases se acaba, cuando las clases pudientes y
preparadas, giran su mirada a las menos favorecidas y más depauperadas.
Celebro un nuevo
amanecer en Venezuela. Celebro vivirlo y testimoniarlo. Y celebro que es el
principio de un país diferente y culturalmente decidido a dejar atrás, lo que
por mucho tiempo nos ha costado desechar: nuestra dolorosa displicencia e indiferencia hacia nosotros mismos. ¡Salud
Venezuela!
Orlando Viera-Blanco
vierablanco@gmail.com
@ovierablanco
Caracas - Venezuela
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