No
sabía como titular la presente reflexión, porque se trata de una materia que se presta a pasiones, conceptos heredados
o repetidos. Además que, de alguna manera, existe como necesidad de afirmación
valorativa. Se trata de la llamada “identidad nacional”. ¿Qué es eso? ¿Una
bandera, un himno, un escudo, unas danzas, una geografía, una raza, o el
conjunto de todos esos componentes y otros más? Pareciera que fueren el
conjunto de todos esos componentes y otros más. Por lo pronto es un sentido de
pertenencia a un territorio llamado país, no digo nación porque también se
habla de la nación americana, centroamericana, europea, medioriental, china,
caribeña, etc. Y, dentro esa generalidad habita la identidad hondureña,
salvadoreña, panameña, venezolana, colombiana, argentina, peruana y así, cada
una que identifica países y, dentro de ellos,
regiones.
Los más celosos de esa identidad somos los
hispanoamericanos, quizá por la cuota parte de sangre española que corre por
nuestras venas. Así, los catalanes no quieren ser españoles, pero sí europeos,
y de ninguna manera andaluces, porque son diferentes arguyen. ¿diferentes de
quienes o en qué?. Claro, esa identidad nos llega atada a los estados nacionales, de reciente aparición,
entre cuatro y cinco siglos apenas. Lo cierto es que existen factores
particularizantes aún dentro de un mismo continente: la geografía, el clima, la
alimentación, un modo de respirar, caminar y vestirse. Pero ello no es
suficiente para determinar una identidad nacional. Por ejemplo en Nicaragua, un
amerindio de Bluefields o de Little Corn Island en el Atlántico, es diferente
de un nativo de la costa del Pacífico. Nada tiene que ver el folclor de
Bluefields con el de Diriamba, Granada o León.
Apenas unos meses de Chávez asumir el poder, sus
huestes (aún no organizaba los colectivos), le pasaron una cuerda por el cuello
a la estatua de Colón y la derribaron, la arrastraron por las calles de
Caracas, y desapareció. Pero Chávez no era indio, era zambo, con algo de
español. Sin embargo, su ministro de Economía más emblemático fue jorge
Giordani, hijo de italiano, venezolano de primer generación. Después decidió
sustituir la incómoda Iglesia católica, e introdujo la santería de forma masiva
desde Cuba, e hizo desaparecer todo vestigio de María Lionza, una diosa mítica
de nuestros indígenas yaracuyanos, por la diosa Yemanya que proviene del Congo.
¿Y el KKK, los mareros, pranes y colectivos, son
parte de la identidad nacional? Claro que no. Pero ya constituyen repeticiones
de conductas en el tiempo y espacio, que tendrán que desaparecer, para que
continúe la civilización. Por ello, tengo alergia a convertir ciertas
expresiones naturales compartidas, en identidad nacional; porque de ese
concepto centrípeto y excluyente, se valió Hitler para intentar eliminar buena
parte de la humanidad, lo que ahora pretende el Califato islámico, y lo
pretendió el chavismo. La patria es el planeta tierra y nosotros sus
ciudadanos, cada uno con sus particularidades, y la cultura es su expresión en
las artes y en las ciencias, que hay que cuidar e impulsar porque enriquece,
por incluyente y diversa; porque allí se asienta la libertad, el respeto por el
otro y la naturaleza, que son valores universales hacia los cuales tendemos.
Juan Jose Monsant
Aristimuño
jjmonsant@gmail.com
@jjmonsant
El Salvador
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