Ninguna de las revoluciones referidas por la historia venezolana durante el siglo XIX, condujo a cambios que se tradujeran en loables acomodos económicos, políticos o sociales para el país.
EL ÚLTIMO DINOSAURIO
ROJO
A medida que los
tiempos van avanzando, la incertidumbre igualmente va cerrando la brecha que se
da entre la confianza y la verdad que encierra una realidad. Por tanto,
comienzan a develarse situaciones que hacen más próximos el conocimiento de
cuanto asunto o cuestión se tiene ante sí. Con base en razonamientos así, la
planificación realiza sus ejercicios de propensión hacia consideraciones que
pueden manifestarse a posterioridad. Sin embargo, se tienen otras necesidades
que buscan reivindicar hechos a partir del análisis histórico. Entendido éste,
como fundamento para asegurar procesos económicos, sociales y políticos que
comprometen el devenir de generaciones completas, sociedades o naciones.
De manera que no hay
duda de cómo el hombre intenta revisar sus tiempos. No sólo en términos de
prospectiva. También de perspectiva. Así ha podido prestar atención a los
cambios que ha sufrido el planeta a lo largo de su desarrollo. Los
paleontólogos, por ejemplo, hablan de haber sufrido “cinco grandes extinciones
en los últimos 500 millones de años de las cuales la más grave ocurrió hace
unos 245 millones de años y acabó casi con el 95% de los animales y plantas”
(Jiménez López, F,: La Sexta Extinción. Zenith/Planeta, Barcelona, 2008). Pero
también los politólogos trazan líneas comparativas derivadas del análisis
político realizado sobre realidades que hablan de los aciertos y equivocaciones
cometidas en aras de salidas ante crisis sociales.
Vale esta
disertación, para intentar una analogía entre hechos políticos y consideraciones
históricas. Para ello, resulta necesario el apoyo de la paleontología. De
alguna forma, hay razones suficientes para aludir a ciertos protagonistas del
discurrir político que, por el desempeño asumido de cara a exigencias vividas,
puede compararse con la vida de un dinosaurio. Ciertamente así establecerse, en
virtud del elemental comportamiento que estos animales manifestaban frente a
situaciones determinadas por la necesidad de sobreponerse a situaciones
críticas definidas por la fuerza bruta y la voracidad. Semejante a lo que vive
y resiste todo político codicioso.
Así como la Tierra ha
sufrido de cruentas extinciones que cambiaron su faz, asimismo los países han
padecido de serias crisis que han afectado sus procesos de crecimiento y
desarrollo. Y Venezuela no escapa de tales cataclismos. Particularmente, de
naturaleza política toda vez que razones como el miedo, el resentimiento, el
chantaje, la corrupción, la desidia, la ineptitud, la ignominia, entre otras,
hieren más que las espadas o las bayonetas. O quizás, causan tanto quebranto
como daño puede producir algún fenómeno de la naturaleza, o un dinosaurio
(político) resentido.
La historia política
contemporánea de Venezuela, deja ver que cada conversión acontecida por causa
de coyunturas ideológicas, militares o económicas, provocó infortunios que
arrojaron gruesas consecuencias en la calidad de vida de la población. Ninguna
de las revoluciones referidas por la historia venezolana durante el siglo XIX,
condujo a cambios que se tradujeran en loables acomodos económicos, políticos o
sociales para el país. Por lo contrario, cada vez, el devenir nacional entraba
en períodos recesivos que anulaban o estancaban cambios incipientes.
Así el país vino
soportando toda una ristra de yerros que fueron atrasándolo respecto del
desarrollo de naciones colindantes. Aunque el esfuerzo en 1958 significó salir
de la racha de retraso que venía caracterizando el avance del siglo XX por el
pesar de dictaduras que mantuvieron a Venezuela estancada, no tuvo ni el arrojo
social ni tampoco la tenacidad política necesaria para infundir las bases
ideológicas sobre las cuales debió consolidarse la República ante los
requerimientos que presentaba la entrada al siglo XXI.
Sin embargo, lo que
va de siglo XXI se ha visto caracterizado por una marcada involución que, en
nombre de una presunta revolución ilusamente llamada bolivariana, han conducido
al país a densos retrocesos en todos los ámbitos de la vida republicana. Sobre
todo, desde diciembre de 2007 fecha esa en que el alto gobierno sometió a
consulta popular un proyecto de reforma constitucional contentivo de aberrantes
propuestas cuyo propósito era el desmontaje del orden constitucional hasta
entonces alcanzado. Los resultados de dicha consulta, fueron adversos al
régimen. Pero tan categórico fallo, lo incitó a tomar medidas todavía más
atroces que las contenidas en la idea de cambio constitucional. Esa derrota fue
el comienzo de la declinación gubernamental pues a pesar de que en 2013 el
oficialismo conservó el poder político desde la presidencia de la República, la
descomposición del Estado venezolano fue pronunciándose y demarcándose como
resultado de la crisis que ya venía arrastrándose.
El alto gobierno no
advirtió que su temor a ser derrotado en las elecciones parlamentarias que
habrían de darse en 2015, como en efecto se dieron el pasado 6-D, fue causa de
su derrota. Incluso, padecida antes de la fecha comicial. Al término de 2015,
el acecho de intenciones agoreras se hace sentir. Más, cuando luce ya moribundo
el último dinosaurio rojo.
VENTANA DE PAPEL
EL MUNDO AL REVÉS
La vida siempre ha
sabido sorprender al hombre a través de momentos en que ve las cosas al revés.
Pero de ahí a que ello sea una constante, es otro decir. distinto y hasta
inusual. Incluso, podría decirse, que es hasta imposible. Aunque pudiera
enmendarse este enunciado, aduciéndose que es “casi imposible”.
Sin embargo, los
hechos en política pueden darse en planos tan absurdos que pudieran semejarse a
lo que caracteriza un mundo bizarro. O sea, un mundo en contrario a lo que en
la cotidianidad suele ser normal. Justamente, es el problema que caracteriza
distintas realidades. De manera que por causa de tales torcidos, pareciera algo
complicado sistematizar un país que no es normal. Y paradójicamente, Venezuela
constituye uno de ellos. Acá, las contradicciones, son partes obligadas del
orden del día. Peor aún, se instituyeron como activos inmanentes del
comportamiento político venezolano. Es posible que muchos afectos al gobierno
hayan perdido la memoria luego de vociferar promesas en concordancia con
principios constitucionales y valores morales. Pero las realidades políticas
pintan al revés. ¿O es que ahora los patos le disparan a las escopetas?
Con el
inverosímil cuento del fraude electoral
cometido por factores de la oposición democrática, altos funcionarios y
dirigentes del Psuv han pretendido convencer al país que el triunfo de la
Unidad Democrática el pasado 6-D, fue por causa de la estafa electoral cometida
y orquestada por la misma MUD. El propio presidente de la República aseguró en
cadena nacional que “una de las causas de la derrota electoral que sufrió el
chavismo en las elecciones legislativas del 6 de diciembre se debió a un fraude
y a la corrupción política-electoral que se dio en los comicios”. Días luego,
agregó que todo ello fue consecuencia de un “conjunto de circunstancias
complementarias como el surgimiento de la antipolítica del fraude, de la trampa
y de la corrupción político-electoral”.
No obstante, meses
antes el mismo presidente había firmado un acuerdo de respeto a los resultados
electorales que se obtendrían el 6-D ante la cúpula del Consejo Nacional
Electoral. Pero bastó que la victoria fuera del adversario, para que la saña y
la envidia oficialista salieran a relucir en la palestra pública nacional.
Olvidaron que las intenciones de trampear los comicios, fueron hechas por gente
de la tolda roja. De hecho, el 6-D fue descubierto un centro de cedulación
clandestino en el municipio Tovar del estado Mérida, cuyas pruebas fueron
consignadas ante la Fiscalía Octava de la entidad regional. Amén, de otras
irregularidades que igualmente se dieron a conocer el mismo día.
Pareciera que detrás
del desespero que tiene alborotado a conspicuos dirigentes del oficialismo, se
tiene una treta para disfrazar oscuras intenciones de animar un auto golpe de
Estado. Así que no luce complicado pensar que tanto reproche obedece a una
estrategia mucho más ambiciosa para no reconocer la abrumadora victoria de la
oposición. Es como estar viviendo el mundo al revés.
“Cuando un ejercicio de política de gobierno se hace al margen de consideraciones realmente motivadas por las necesidades más apremiantes de una sociedad, toda apuesta hecha en provecho nacional se convierte en un conjuro de desgracia que obstaculiza cualquier idea de progreso y bienestar para todos”
Antonio José Monagas
antoniomonagas@gmail.com
@ajmonagas
Merida - Venezuela
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