La situación interna que vive el PSUV es de
un calor tan sofocante que, si no
intervienen figuras con autoridad y razonamientos acertados, corre el riesgo de
pasar de un partido poderoso a una división de siglas sin sustento ni
proyección a futuro.
Debería ser
preocupante que quien mayor daño le hizo al partido desde la Asamblea Nacional
siga siendo una de las voces con mayor influencia, utilizando el mismo lenguaje
destemplado, como si persiguiera una intención
programada que silencie algunos rumores -de inevitable angustia-
que de una u otra manera para su desventaja y riesgo
tendrán que salir a la luz pública.
La hora no es para gritos ni motivaciones de apariencia; "ríndase o
no" como él lo ha manifestado, el futuro político de ese personaje quedó
desguarnecido.
Retrocedemos a esas
experiencias ya vividas en el largo caminar político; más conociendo tan de
cerca las famosas "trompadas estatutarias". Es la primera vez y lo decimos con asombro,
que un difunto asumía las riendas de una campaña cuyo objetivo perseguía
alcanzar el mayor número de diputados a la Asamblea Nacional. Todos los candidatos se cubrieron su rostro
con la cara del comandante; ¡insólito!, después de muerto, engendró
cientos de hijos en toda la república.
Tamaña
responsabilidad de la dirigencia política del PSUV, al tener que entregar
cuentas de lo que queda del partido;
enfrentar el pugilato entre acusadores y culpables y la tarea más
difícil pero inminente y necesaria, como es la hora de sepultar el mito,
enterrar al muerto y dejarlo que descanse en sus soledades y arrepentimiento,
si es que hubo algún momento de contrición para recibir el sacramento de la
penitencia como dolor y pesar por los graves pecados cometidos.
El gran perdedor fue
Nicolás Maduro. No hubo espacio donde no
hiciera gala del orgullo de ser hijo de
su padre político, mientras se hundía con el peso de los problemas que cada día
iban creciendo y la reacción de un pueblo silencioso que no ocultaba el vaporon
de su rabia. No lograron los votos
para la Asamblea y a Nicolás Maduro le quedó muy grande el
gobierno; fue torpe hasta para
mentir. No hay decisión sobre su salida de la presidencia, pero los días
los tiene contados; esa será parte de la
agenda en la discusión sobre el futuro del PSUV.
Luis Garrido
luirgarr@hotmail.com
@luirgarr
Carabobo -
Venezuela
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