No voy a hablar de religión sino de política y tampoco
voy cuestionar las intenciones de las acciones recientes del Papa, sino tan
solo lo que considero el impacto negativo de su accionar respecto a la libertad
en América Latina. Al respecto no puede menos que entristecerme, lamentar y
preocuparme la reciente visita del Papa a Cuba. En su viaje a México el Papa
pasó por La Habana supuestamente con el objetivo de reunirse con el patriarca
de la iglesia ortodoxa rusa, Kirill, para lograr un acuerdo después de más de
1.000 años de enfrentamiento. Y así lo logró, lo cual considero decididamente
favorable, pero otra muy diferente es la relación con Raúl Castro.
Allí felicitó la
participación de Raúl Castro y dijo: “Si sigue así Cuba será la capital de la
unidad”. Aquí se estaba refiriendo a la participación de Cuba en la relación
entre el gobierno colombiano y las FARC. Pero por supuesto esa actitud entraña
en primer lugar la ignorancia de los crímenes de los Castro por más de
cincuenta y cinco años. La ignorancia de los crímenes de los Castro es a mi
juicio un crimen de lesa humanidad, y como bien dijera José Martí: “Ver cometer
un crimen en calma, es cometerlo”. Asimismo ignoró la presente falta de
libertad en Cuba y que no obstante el acuerdo con Estados Unidos siguen
poniendo presos a los opositores. El mundo parece preocupado por los presos
políticos en Venezuela, pero igualmente ignora los presos políticos en Cuba.
Seguidamente se
dirigió a México donde ha tenido un recibimiento descomunalmente favorable,
empezando por el presidente Peña Nieto, no obstante las diferencias políticas
históricas que ha tenido la Iglesia Católica en el país. En su visita a la
ciudad de Ecatepec en una misa ante 300.000 personas expresó su recomendación
de que “México sea una tierra donde no haya necesidad de emigrar para soñar”.
Por supuesto en su paso por Cuba también ignoró la emigración cubana a partir
de la Revolución del Melón. No cabe la menor duda que fueron los cubanos los
que prácticamente convirtieron a Miami en la capital de América Latina, a donde
emigran hoy los latinoamericanos fundamentalmente en busca de libertad.
Pero he aquí
que al respecto no se percata el Papa Francisco que como dijera Ayn Rand: “La
compasión no crea una hoja de hierba, y mucho menos de trigo”. Por supuesto
allí criticó: “a los que se apropian de los bienes que pertenecen a todos”. En
primer lugar los bienes no existen sino que se crean. Ignora en esa expresión
que los mexicanos no emigran a Estados Unidos en busca de compasión, sino
porque allí rige el sistema que creó riqueza y libertad por primera vez en la
historia. Por supuesto, en su visita a Cuba igualmente ignoró la pobreza del
pueblo y la riqueza de los Castro y de la Nueva Clase, como la denominara
Milovan Djilas.
Obviamente no
es que los americanos sean compasivos, sino que el sistema ético político se
basa fundamentalmente en el reconocimiento del derecho a la búsqueda de la
propia felicidad, y no la del vecino. Y ese principio es descalificado
éticamente por el Papa de conformidad con su criterio al respecto de la
compasión como medio de eliminar la pobreza, y así dijo: “¿Hasta dónde nos
hemos habituado a un estilo de vida que piensa que en la riqueza, la vanidad y
en el orgullo están la fuente y la fuerza de la vida?”. O sea que cuestiona el
derecho de cada cual de buscar la felicidad a su manera. El desconocimiento de
ese derecho implica per se la falta de libertad.
Lamentablemente
el pensamiento del Papa construye un aporte ético político a la demagogia que
reina en el llamado mundo Occidental. Así la izquierda, que como bien dijera
Thomas Sowell ha monopolizado la ética y en el llanto por los pobres se apodera
del poder político y los que se enriquecen no son los que la crean sino los que
supuestamente la reparten y se quedan con ella. El supuesto de que la felicidad
del pueblo está en manos del Estado es la causa de la presente crisis de la
Unión Europea y de América latina. Y me voy a permitir repetir una cita de
Lamartine que tiene validez en la actualidad: “Marat amaba al pueblo y odiaba a
los hombres”. Esa es la realidad de lo que fue la Revolución Francesa en nombre
de la Diosa Razón y de donde surgió el totalitarismo en el mundo. Y hoy como
bien señala Peter Drucker se confunde con la Revolución Americana.
Perdón pero el
pensamiento de Papa estaría olvidando el mandamiento que dice: “No codiciarás
los bienes ajenos”. En otras palabras se está desconociendo el derecho de
propiedad. Al respecto vale la pena recordar a su antesesor León XIII que
escribió en 1891 la encíclica Rerum Novarum, donde dice: “En la sociedad civil
no pueden ser todos iguales, los altos y los bajos. Afánanse, en verdad por
ello los socialistas; pero vano es ese afán y contra la natualeza misma de las
cosas. Porque ha puesto en los hombres
la naturaleza misma grandísimas y muchísimas desigualdades. No som iguales los
talentos de todos, ni igual el ingenio ni la salud, ni las fuerzas; y la
necesaria desigualdad de estas cosas
sigu espontáneamente la desigualdad en la fortuna La cual es por cierto
conveniente a la utilidad, así de los particulares como de la comunidad”.
En esta
encíclica, que fuera revalidada por Juan Pablo II en la Centesimus Annus, se
estaría reconociendo el pensamiento cristiano establecido en la Paráola de los
Talentos y la Parábola de laHora Nona. En la primera se estaría reconociendo el
pensamiento de León XIII al respecto de las diferencias en los talentos humanos
y en la segunda la propiedad y el contrato. En el cristianismo está pues la
oposición ética al socialismo, y por ello Karl Marx en el Manifiesto Comunista
lo declaró “El opio de los pueblos”. Y otro de los aspectos políticos profundos
del cristianismo y que define la libertad individual fue el “Dar al César lo
que del César y a Dios lo que es de Dios”. La aceptación de ese principio es
conditio sine qua non de la libertad. Por ello su desconocimiento en la
actualidad en el Medio Oriente determina la situación que enfrentan hoy los musulmanes y que enfrentaron en la Edad
Media los cristianos.
Pero todo lo
dicho anteriormente no implica desconocer per se la voluntad piadosa del Papa,
así como el reconocimiento que ha hecho del valor de la familia y la
importancia en la vida humana del amor. La emoción es la expresión misma de la naturaleza humana en
tanto que la razón es instrumental y falible. Por ello no es que desvalorice la
actitud compasiva en el hombre, sino que no es el elemento que determina la
posibilidad de reducir la pobreza en el mundo. Por ello David Hume escribió en
su Tratado de la Natualeza Humana: “Si bien la generosidad debe ser reconocida
el honor de la naturaleza humana, al mismo tiemo deemos resalta que tan noble
afecto, en lugar de capacitar a los hombres para las grandes sociedades, es
casi tan conraria a ellas como el más estrecho egoismo”. Por tanto podemos
concluir que la discusión no versa sobre las buenas intenciones del Papa, sino
sobre los resultados políticos de las mismas.
Armando Ribas
aribas@fibertel.com.ar
@aribas3
Argentina
No hay comentarios:
Publicar un comentario