“Porque es tocando fondo, aunque sea en la amargura y la degradación, donde uno llega a saber quién es, y donde entonces empieza a pisar firme”. José Luis Sampedro (1917-2013) escritor, humanista y economista español.
Cada día, las
informaciones que manejamos los periodistas son más y más degradantes para la
humanidad de los venezolanos. Violencia, vandalismo, ante la anomia total de
autoridades cuyo único interés es aferrarse al poder y raspar lo que queda de
los fondos del país. “De Miraflores no me saca nadie” dice un presidente de
poder heredado, un poder que podría evaporarse ante una partida de nacimiento
que nadie hasta ahora ha visto.
La complicidad de la
cúpula militar ha sido asegurada otorgándoles gobierno, manejo de inmensos
recursos y ahora hasta una empresa paralela de esa PDVSA arruinada que exporta
apenas un millón 900 mil barriles diarios y no los 5 millones que debía estar
exportando si se hubiesen cumplido las proyecciones e inversiones de la empresa
meritocrática que fue acabada a sangre y fuego, literalmente. Esos uniformes
que antes garantizaban la estabilidad democrática, iniciaron su degradación en
1992 cuando las armas de la república fueron usurpadas por golpistas
fracasados. Pero triunfaron en la destrucción de la democracia, con los mismos
instrumentos constitucionales que el sistema de libertades generosamente les
brindó para que accedieran al poder un grupo de resentidos, planetarios e
ineptos, que acabaron con el desarrollo y la prosperidad del país a punta de
populismo y corrupción.
Todos los venezolanos
sabemos el proceso de extinción de las instituciones que brindaban seguridad
jurídica. Pero cuando la integridad de las personas es violada con fines de
dominación política la vileza toca techo. Jamás los venezolanos habían conocido
la humillación para sobrevivir. Marcados como animales, exigiéndoles cédula
para comprar comida, tomadas sus huellas digitales como vulgares delincuentes y
la última novedad: la rifa de los cupos para entrar en los mercados. Colas para
comprar hasta pan, pago de vacunas por los puestos para adquirir cauchos o
baterías a precios de infamia. El venezolano es extorsionado hasta para acceder
a su casas, cuando los malandros cobran peajes en los barrios, vacunas a los
ganaderos y terratenientes. Secuestros express y extorsiones comandadas por los
pranes desde las cárceles hablan de un país donde el ciudadano está
completamente desamparado por el gobierno y desvalido frente al hampa.
Vemos cosas tan
insólitas como una Asamblea Nacional discutiendo una ley para prohibir los
celulares en las cárceles, ya que el ministerio de asuntos penitenciarios no
dicta las órdenes pertinentes para que los presos (menos a Leopoldo López,
claro está) no posean teléfonos ni armas en las prisiones. Aunque usted no lo
crea.
Con horror, hemos
visto en las redes sociales no solo al hampa en acción matando personas,
robando, agrediendo, sino que los vídeos ya son de una crudeza que ponen en
relieve un hamponato violento e inhumano. Tan inhumanos como quienes con
voracidad ven estas grabaciones hechas con celulares (y hasta “actuadas” para
ese público necrófilo), donde aparecen despedazando cadáveres con sierras,
linchando personas, matando a un ser humano de forma insoportablemente cruel.
Toda esta violencia
está empujada por discursos oficiales que azuzan el odio contra quienes no son
como ellos; por unos agentes policiales formados en la corrupción y la
segregación política; por una calle violenta donde se ha perdido el respeto a
la vida, la moralidad, la educación.
La violencia 2.0
aupada o promocionada en las redes, en los medios de comunicación, está
haciendo de Venezuela el país más peligroso del mundo, donde la muerte está
presente en todas las actividades, donde un niño puede morir convulsionando por
falta de medicinas, un buen padre de familia es asesinado comprando pan o un estudiante fallece en un accidente
provocado por un vehículo con cauchos lisos. Porque la anarquía y falta de
autoridad también son aliados de la muerte.
Todos estamos en
peligro y lo sabemos. Vivimos rogando no enfermar, conseguir leche para los
hijos, pañales para el viejito. El impacto económico ya se está notando en la
higiene de los venezolanos, en sus zapatos y ropa. Pero sobre todo en sus ojos
de miradas tristes, desesperadas, furiosas o incrédulas. En su andar cansado,
decepcionado o desesperanzado.
Los últimos pasos del
gobierno, desconociendo la autoridad de la Asamblea Nacional, conferida por la
constitución y por la mayoría calificada de los venezolanos para que promulgase
leyes, investigase la corrupción y diera seguimiento a las necesidades de la
gente, han sellado su destino. Desconocer la voluntad de cambio de un pueblo,
utilizar a sus tarifados del TSJ, comprar el resto de honor militar con concesiones
e ignorar con sonrisa burlona el clamor desesperado por la supervivencia y la
dignidad que grita el país, obliga sin la menor duda a utilizar todos los
caminos constitucionales para cambiar esta barbarie.
Por eso la Mesa de la
Unidad Democrática decidió a partir de hoy activar tanto el referendo
revocatorio, como la enmienda constitucional y la petición de renuncia. El
presidente cumple el 19 de abril de 2016 la mitad del período de 6 años. Habría
que consignar ante el CNE 3.900.821 firmas apoyando la iniciativa, equivalentes
al 20% de los 19.504.106 inscritos en el Registro Electoral. Se requerirían
7.587.579 votos para revocarlo, 119.843 votos menos que los obtenidos por la
oposición el pasado 6 de diciembre.
La renuncia es
petición ya en marcha, mientras que la enmienda está introducida en la Asamblea
Nacional, para reducir el período presidencial a 4 años con una sola
reelección.
La MUD ha
interpretado así el deseo de la inmensa mayoría de los venezolanos de buscar ya
respuestas a esta situación insostenible. El riesgo de una salida violenta,
proveniente de cualquier grupo de poder o del mismo pueblo, es un riesgo que no
se debe correr y el tiempo opera en contra con esta crisis indetenible. Aplicar
todas las alternativas constitucionales en paralelo será el aliviadero para
evitar la explosión que solo este temerario e irresponsable gobierno no ve
venir.
Pranes y bandas no
moran solo en cárceles y calles. En la Asamblea Nacional un grupo de violentos,
pagados por la Alcaldía de Libertador, insultan y lanzan tomates y objetos
contundentes a diputados de la bancada mayoritaria de la MUD. El diputado
Carlos Paparoni fue herido de un botellazo en la cabeza el pasado jueves y el
sábado estas bandas penetraron en las áreas externas del Capitolio, dañando
paredes, puertas de madera y zócalos de mármol de este patrimonio histórico de
la nación con sucios grafitis.
Charito Rojas
Charitorojas2010@hotmail.com
@charitorojas
Notitarde
Carabobo - Venezuela
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